jueves, 16 de mayo de 2013

CUADERNO DE TIERRA SANTA DE MN. ANTONIO BORDÁS 1993


Cuaderno de Tierra Santa

 
Mn. Antonio Bordás Belmonte. Presbítero, Dr en Teología
Plaza Iglesia, 3.  
43 860 L’Ametlla de Mar. (Tarragona). 
Índice  Prólogo. 1) 22-01-1993.  Viernes p.    2) 23-01-1993. Sábado, p.  3) 24-01-1993. Domingo, p.   4) 25-01-1993. Lunes, p.     5) 26-01-1993. Martes, p.     6)  27-01-1993. Miércoles, p.      7)  28-01-1993. Jueves, p.     8) 29-11-1993. Viernes, p.   9) Conclusión del viaje. 4-02-1993. Xerta

Prólogo


Ofrezco a mis lectores el viaje que realicé a Tierra Santa durante el mes de Enero del año 1993, regía las parroquias de Xerta y Paüls, daba clases de religión en las escuelas de los dos pueblos y a los nocturnos del IES Ebre, de Tortosa. Me dieron unos días de permiso.  Voy a narrar mi experiencia de la peregrinación, no aporto nada nuevo, en cualquier Guía lo hallaréis mejor, pero vale aquello que se ha vivido y más cuando se trata de la fe cristiana, simplemente aporta mi punto de vista de creyente.

1) 22-01-1993.  Viernes

Tres son los lugares que históricamente ha tenido la cristiandad de peregrinación: La ciudad de Roma, donde se encuentra la cátedra de San Pedro y su trofeo, el pescador de Galilea, elegido por Jesús como cabeza de su Iglesia, porque un día le confirió el primado cuando le dijo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Allí estuve becado durante el curso 1984-85 como estudiante en la Universidad Gregoriana y alumno del Colegió Español. Visité la basílica del Vaticano y bajé a su tumba, catorce metros abajo del altar de la Confesión acompañado del Padre Facio.
El segundo lugar  es el sepulcro del apóstol Santiago a la ciudad de Compostela, en Galicia, lugar de peregrinación de toda Europa y ahora del mundo entero, he ido varias veces, con ello pretendía un acercamiento a la tradición apostólica, e insertarme en el centro religioso de Santiago. Una misma fe en Cristo unió a los europeos, aunque la divisiones están todavía latentes. Cuando la fecha del 25 de Julio, Santiago el Mayor cae en domingo, entonces es Año Santo Compostelano. Hay muchas rutas de Santiago, la de la Plata, la de Roncesvalles y la del Ebro.
El tercer camino, y es el que ahora voy a desarrollar es el de Tierra Santa, que ha recibido muchos nombres, como Canaan, Palestina, Tierra Prometida, Judea, Israel. La ciudad santa por excelencia es Jerusalén, corazón de Palestina, país donde nació, vivió, murió y resucitó Jesús. Allí predicó su Buena Nueva a los hombres.
Jerusalén es ciudad Santa de los cristianos, judíos y musulmanes. Los cristianos siempre tuvieron el deseo de acercarse al país donde vivió Jesús; en las épocas de las cruzadas, fueron a rescatar el Santo Sepulcro del poder de los infieles, donde estuvieron cien años.
Por eso acercándonos al tiempo de la Biblia decimos que tenía un templo maravilloso, construido por Salomón, después destruido por el ejército de Nabucodonosor, rey Babilonia y reconstruido a la vuelta del destierro; más tarde Herodes el Grande, lo engrandeció y lo embelleció, pero en la época de los romanos, con la sublevación de los judíos, el año 70 de nuestra era, lo destruyeron junto con la ciudad y se llevaron cautivos a sus habitantes. A partir de entonces comenzó una etapa nueva, la diáspora.
Palestina es el país de Jesús, Él lo recorrió a pie, con sus caminos llenos de polvo, entró en sus pueblos y ciudades, predicó en la Galilea de los gentiles, Samaria la cismática y Judea de grandes convencimientos religiosos.
Palestina es el centro de mira de todo el mundo cristiano, siempre recibimos información de este pequeño país por todo lo que significa para un creyente cristiano, ya desde los primeros tiempos del cristianismo. Allí existen muchos ejemplos de seguidores de Jesús des del siglo primero, como después veremos y a partir de la paz constantiniana, fue un lugar donde floreció la fe y de lo cual tenemos preciosos y elocuentes testimonios. Santa Elena, la madre del emperador Constantino, por su fe cristiana, puso los ojos en esta tierra  y quiso venir por aquí, mandó construir la basílica de la Natividad de Belén, que todavía se puede admirar.
Podemos recordar entre otros, el largo viaje que realizó la peregrina Egeria, si venía de Galicia o de las Galias, no lo sabemos de cierto, sea lo que fuera, el hecho es que nos va narrando todo lo que vio en su largo viaje, también nos describe la liturgia de Jerusalén y de su ferviente comunidad, de cómo celebraban los cristianos la liturgia durante la Semana Santa en la basílica de la Anástasis o Resurrección, en el siglo IV.
También san Francisco de Asís quiso visitar Tierra Santa, para identificarse con Jesús en su humanidad. San Ignacio de Loyola, el peregrino, visitó estos lugares, se preguntaba: “¿Qué voy a hacer por Cristo?. El beato Carlos de Foucauld vivió un tiempo una vida escondida, de servicio mientras descubría el camino de su vocación, en Nazaret trabajó al servicio de una comunidad de clarisas en su huerto.
Podemos acercarnos a las catequesis bautismales que pronunció para los cristianos el obispo Cirilo de Jerusalén, que hoy día se leen con gusto al explicar el mensaje cristiano en los siglos VI y V, prueba que había muchos cristianos.
Yo como un peregrino más, me uno al grupo, somos veinticuatro sacerdotes, un matrimonio y dos jóvenes, que vamos al país de Jesús, donde vivió, murió y resucitó, el que es el salvador de los hombres. Soy sacerdote de Jesucristo y quiero tener un recuerdo imborrable de este país, de esta tierra bendita, santificada por la presencial del salvador, aunque la violencia está presente. Me acerco al quinto Evangelio.
El Hijo de Dios se hizo hombre en un país sencillo y humilde, dentro de un pueblo, que desde antiguo Dios fue preparando y cuando lo creyó conveniente envió a su Hijo al para ser uno de nosotros y darnos ejemplo de vida, aunque El nos da mucho más.
Hace unos días terminé de leer un libro que escribió un compañero sacerdote, Antonio Castillo Velilla (+) titulado Viaje a Tierra Santa y entre frase y frase jocosa explica su fe en Jesús de Nazaret, con la gente de la parroquia de San Agustín, de Alfara de Carles.
Esta mañana, a las 11’15 horas del 22 de Enero de 1993 he subido al avión de Iberia, que nos conduce a Tel-Aviv y he llegado a las 3’30 de la tarde. Cuando he entrado en el aparato, enseguida me han saludado efusivamente el resto de grupo que venía desde Madrid, he visto un grupo alegre y contento, me ha invitado a compartir el viaje. De repente el avión acelera los motores, se pone en marcha y con una fuerza insospechada empieza a rodar y rápidamente despega, toma altura, le cuesta un buen rato llegar al nivel en el que vamos a navegar. Unos cuantos signos de las azafatas nos advierten de algo que no entendemos demasiado y pronto nos ofrecen la comida. Todo el mundo está en silencio, nos hacen algunas advertencias y vamos tomando confianza en la travesía.
Es una experiencia maravillosa sobrevolar el mar Mediterráneo, en línea recta, de Barcelona a Tel-Aviv, a unos diez mil metros de altura y a una velocidad de ochocientos kilómetros por hora. He contemplado la isla de Sicilia, la isla de Rodas, las costas de Italia y Grecia. En algunos momentos una inmensa masa de algodón cubría el Mediterráneo. El avión ya no es ninguna novedad, todo el mundo de una manera u otra ha subido y ha viajado en él.
Cuando estábamos cerca de Israel el cielo se ha nublado, la costa de Egipto e Israel aparece ante nuestra mirada y el avión comienza a perder altura y la navegación se ha hecho más lenta; el aeropuerto de Ben Gurión estaba preparado para recibirnos.
Un judío venido de Argentina nos esperaba en el aeropuerto y al subir al autobús, aparece la guía de nuestra peregrinación, es Raquel. Ella nos acompañará, ahora nos da las primeras instrucciones, en este bonito viaje para desplazarnos de un lugar a otro.
Comienza nuestra peregrinación. Tengo esperanza que todo va a ir muy bien. Tenemos algunos folletos que nos servirán de guía en el viaje. Pero lo más importante es descubrir con más profundidad quien es Jesús de Nazaret, de quien nos han hablado tantas veces, que hemos leído su evangelio y en quien creemos como a Hijo de Dios hecho hombre por nosotros. El es mi Señor.
Otra vez le voy a hacer la pregunta: Cristo, ¿tú quien eres? El me responderá de nuevo: “Yo soy el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Raquel, nuestra guía, es una mujer judía creyente, conoce la Biblia, en los recorridos lleva en sus manos una edición de la Biblia de Jerusalén, que cita con gusto, principalmente el Antiguo Testamento y hace referencias constantes al pueblo de Israel y al nuevo estado de Israel, si bien es laico.
Esta primera noche, a la hora de la cena, en el Hotel Jerusalén Gate, nos hemos presentado los veinte y cuatro peregrinos, respondiendo a estas preguntas: ¿Quiénes somos? Nombre y naturaleza. ¿Qué hacemos? Y ¿A qué venimos a Tierra Santa?
A continuación el Sr. Virgilio Valbuena, organizador del grupo, ha pedido tres voluntarios para la dirección espiritual del grupo, que conlleva preparar la liturgia, la Santa Misa y ambientar los lugares que visitaremos al día siguiente. Se han presentado los siguientes voluntarios: Serafín, Antonio y Antonio Bordás. Nos hemos pasado una hora antes de ir a dormir buscando textos, preparando cantos y oraciones.
Pero voy a relatar lo que hemos hecho durante la tarde: un grupo de cinco sacerdotes hemos salido a pasear, a dar una vuela por los alrededores del hotel, hemos charlado y también hemos pedido información a unos peatones por el paradero de una sinagoga; pero nadie nos daba explicación; al cabo de un rato, en un semáforo, hemos preguntado a un conductor y nos ha indicado que hay una a unos dos cientos metros.
La primera dificultad que tenemos es acercarnos al alefato hebreo, puesto que no recordamos nada de cuando lo estudiamos en el Seminario, solamente hice un curso; pero también hay rótulos en inglés.
Ya era de noche, hemos encontrado la sinagoga, muy bien iluminada, en la planta baja hemos oído hablar con fuerte voz; unos hombres entonaban cantos religiosos, se oída ruido de platos, un grupo de judíos estaba celebrando la cena del viernes por la noche, porque desde el momento en que aparece en el firmamento la primera estrella ya se debe guardar el reposo sabático. Todos los judíos, tanto pequeños como mayores llevan puesta la kepá o solideo diríamos nosotros sujetado con una pequeña pinza al cabello. La mayoría de los judíos hablan el inglés y el hebreo por ser la lengua del estado de Israel. En el primer piso de la sinagoga se sitúan los hombres, allí había sillas, bancos y multitud de libros, la Biblia en hebreo puesta en el atril. Esto significa la veneración y acceso de todo el mundo al libro Santo por excelencia.
Hemos saludado a un joven de unos veinte años, nos hemos dado a conocer como sacerdotes católicos y se nos ha permitido el acceso a la sinagoga; pero nos ha dicho que debemos ponernos el solideo, pero no hacía reparo. No nos lo hemos puesto y hemos salido enseguida. En cuanto a las mujeres están en un lugar a parte de los hombres, se reúnen en el piso superior del edificio.
Nos ha gustado este ambiente y recordamos el tiempo de Jesús, cuando celebraba con los judíos de su tiempo el reposo sabático; hemos pensado en la fiesta de Pascua en que se comía el cordero pascual. Jesús cumplía el reposo mandado por la Ley de Moisés; pero no fue esclavo del descanso. Nos han dicho que durante el sábado no se puede cocinar, si no es lo imprescindible, no se pueden limpiar los platos, no se pueden encender los cigarrillos.
En verdad, la parte judía de Jerusalén se halla paralizada, no hay movimiento, no hay actividades. Hoy, en el restaurante no me han querido servir un café por ser día de reposo sabático. Jesús no aceptaba esa intransigencia y quería orientar de una manera nueva la religión de sus padres que había vivido siempre. Decía: “No es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre”.
Jesús se disgustaba mucho cuando los fariseos le acusaban de curar en día de sábado; el mismo jefe de la sinagoga siguiendo el precepto judío decía a la gente: “No vengáis en sábado a curaros, venid otro día de la semana, porque hay que guardar el reposo del sábado”.  Pero Jesús veía que el hombre, imagen de Dios, era más importante que el sábado, por eso curar a un hombre era bueno. Los fariseos daban de beber a sus bueyes y asnos en día de sábado y también si se les caía un animal en un pozo en día de sábado lo sacaban; más importante era curar a una persona.

2) 23-01-1993. Sábado

Hemos pasado el primer día de peregrinación a Tierra Santa, desde el aeropuerto de Tel Aviv hemos ido a Jerusalén. Hoy es sábado, día de descanso para los judío; en cambio para los árabes es el viernes; para los cristiano es el domingo, día de la resurrección del Señor, el primer día de la semana; el domingo significa día del Señor.
El teléfono de la habitación suena a las siete de la mañana, nos levantamos y nos duchamos enseguida. Mi compañero y yo hemos tenido tiempo de rezar los maitines y laudes en la habitación para estar a las siete y cuarenta y cinto minutos en el comedor del hotel que hay un autoservicio, presentan variedad de comidas, algunas raras, predominaban las verduras, huevos, queso, pan, leche fría, mantequilla, pero no carne.
Ayer por la noche nos dieron carne para cenar y después alguien pidió un café con leche y nos dijeron que no estaba permitido en el hotel. Ya me imaginaba la razón y fue también la guía quien nos lo confirmó, la Biblia dice: “no asarás el cabrito con la leche de su madre”; no se puede mezclar leche con carne, es un tema de salud.
A las ocho nos viene a buscar el autobús con Raquel, salimos de la ciudad y nos dirigimos hacía el Monte de los Olivos, lugar donde Jesús iba con sus discípulos a rezar, con cierta frecuencia. Hemos paseado por aquella zona acompañados de Raquel, que nos va explicando la historia de Israel y de la ciudad de Jerusalén, ciudad santa para tres religiones: judíos, cristianos y musulmanes. Aquí vino Abraham y se establecieron sus descendientes. Nos habla del rey David y de Salomón. David no pudo construir un templo para Dios, porque era hombre de espada y sangre; pero los construyó su hijo Salomón, hijo de Betsabé.
Salomón construyó el hermoso templo, y en él puso el arca de la alianza, símbolo de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Nos ha hablado de la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor, rey  de Babilonia, del destierro de los judíos hasta el año 536 a.C. También de la reconstrucción del templo y de la lectura de los libros de la ley en la época del sacerdote Esdras en presencia de todo el pueblo.
Desde el mirador, lugar estratégico, subiendo por unas escaleras, hemos visto la ciudad de Jerusalén, con sus hermosas construcciones de piedra, en la montaña se encuentra la universidad hebrea. Estamos en el monte Escopus, son las ocho y media de la mañana.
La Jerusalén antigua debía ofrecer un panorama muy diferentes de la ciudad actual; hay los barrios: judío, árabe, cristiano, musulmán con la gran mezquita de Omar. Las actuales murallas son obra de Saladino, gran constructor, como Herodes.
Jerusalén, ciudad santa, patria de profetas, testigos de la alianza entre Dios y su pueblo creyente, que oraba, pero dice Jesús que lo hacía más con los labios que con el corazón.
Dios dijo por boca del profeta: ”Cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina recoge a sus polluelos bajo sus alas y tú no has querido”. Jerusalén no supo descubrir el tiempo de Dios, la salvación anunciada, estuvo más atenta a la interpretación literal de la ley, que a descubrir el momento en que hablaría el Hijo de Dios.
Esta imagen de la gallina que cobija a sus polluelos bajo sus alas, representa a la Iglesia, iniciada por Jesús, que hunde sus raíces en el antiguo pueblo de Dios. La Iglesia tiene una misión diferente del Israel antiguo, tiene que saber descubrir mediante los tiempos nuevos la dimensión salvadora universal de Dios sobre la humanidad.
Hemos visto toda la extensión del Huerto de los Olivos, hemos contemplado aquellos olivos milenarios, sus troncos retorcidos, anchos, contorsionados por el tiempo; olivos que han sido cultivados por generaciones de agricultores. Es un fruto mediterráneo.
Hemos llegado todo el grupo, recorriendo la montaña, a la pequeña capilla con una cúpula en restauración, es el lugar donde se venera la ascensión del Señor. Hemos tocado la piedra que pisó Jesús antes de subirse a los cielos por su propio poder.  Jesús se reunió y fue hablando con el grupo de apóstoles y discípulos, quizás eran unas ciento veinte personas. Jesús se fue elevando al cielo y desapareció de su vista; aquel encuentro fue diferentes de los otros. El tuvo la iniciativa, se presentó sin avisar, era la última aparición. En la puerta de la capilla hemos leído el texto de Marcos 16, 15 y  hemos orado. Después hemos leído una poesía de Fray Luis de León:
“¿Y dejas, Pastor Santo,
tu grey en este valle hondo, oscuro,
en soledad y llanto:
y tú rompiendo el puro
aire, te vas al inmortal seguro?”.
Jesús se eleva a la vista de todos, ellos se quedan mirando embelesados al cielo. Los ángeles son quienes dan la respuesta: “Varones de Galilea, ¿qué hacéis aquí mirando al cielo? Este Jesús vendrá de la misma manera que le habéis visto subir”.
Ellos se marcharon contentos, recordaban con alegría el mensaje que habían recibido del Maestro: “Id y haced discípulos a todas las gentes”. Al final hemos entonado el cántico: “Anunciaremos tu reino, Señor, tu reino”. Jesús nos ha encomendado el anuncio del reino a todos los hombres. El reino que empieza ahora y durará siempre.
Nos hemos desplazado por el Huerto de los Olivos hacia el convento de carmelitas, en cuya pared se hallan los textos del Padrenuestro en multitud de idiomas: Castellano antiguo y moderno, en valenciano, en catalán, en vascuence y en gallego.
He entonado el Padrenuestro de Espinosa, todos nos hemos dado las manos en señal de paz y amistad. La oración de Jesús es como la shemá para Israel del Deuteronomio: “Escucha Israel el Señor es nuestro Dios, uno es el Señor”. La oración la debemos tener en el corazón y en los labios. Orar siempre y en todo momento, por nosotros, por nuestros familiares y amigos y por quienes queremos hacer apostolado, que lleguen a Dios, que se conviertan de sus pecados.
Todos juntos, en grupo, junto a mis feligreses, pido al Señor: “Enséñanos a orar”. Hemos salido de una basílica inacabada y por una impresionante cuesta hemos ido bajando hacia otra basílica, donde el Señor oró y lloró por Jerusalén. Jesús en este lugar sencillo y bonito, en el que hay algunos mosaicos y un cuadro, que por una ventana mira a la ciudad de Jerusalén, recordamos su incredulidad.
Jesús dice: “Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados ... días vendrán en que te rodearán de trincheras, matarán a tus hijos, y no quedará piedad sobre piedra”. Aquí está el anuncio de Jesús, que sus discípulos recordarían hacia el año 70 d. C.
Hemos meditado el texto de Mt 23, 17 y Lc 19, 41-44 y nos hemos dirigido hacia la iglesia ortodoxa de la “Dormición de la Virgen María” o también llamada “Tumba de la Virgen”. En el fondo, allí en la roca, existe un sepulcro excavado, tapado con un cristal donde han tirado muchos billetes. Toda la iglesia está llena de lámparas, un monje ortodoxo, sentado, vende


Fresco de la Capilla de los Ángeles.

óleo santo y algunos objetos por unos dólares. Después hemos entrado en una cueva donde aparece la figura del Señor en un cuadro y allí hemos rezado un Padrenuestro y el Ángelus.
Son cerca de las once y vamos presurosos a celebrar la Misa con otro grupo de sacerdotes. El lugar es la hermosa basílica de Getsemaní, rodeada de columnas, que cuidan los franciscanos. Hemos concelebrado seis sacerdotes. Todos hemos estado con mucha devoción durante una hora, hasta las doce de mediodía, en que se ha cerrado la basílica. Hemos cantado con devoción y al terminar hemos tocado la roca en que oró Jesús, cuando se alejó de sus discípulos como un tiro de piedra. Jesús oró hasta sudar gotas de sangre. Si recordamos la escena, Judas se acercó con la guardia de los sumos sacerdotes y con un beso traidor lo entregó.
Al salir ofrecían bolsas de rosarios, he comprado doce rosarios, por mil pesetas, y nos hemos dirigido en autocar al Kibut, una organización comunitaria, allí hemos comido, pero como es sábado no se puede accionar la cafetera y hemos tomado café hervido.

(Estampa del Nacimiento de Jesús, comprada en Belén de la Iglesia de los Angeles).

Por la tarde nos hemos dirigido hacia Belén, por el camino de Efratá. La ciudad se llama “Tierra del pan”, y se halla dentro de los territorios ocupados, es cristiana y musulmana.
Dice el profeta: “Y tú Belén Efrata, no eres de ningún modo la más pequeña entre las ciudades de Judá, porque de ti nacerá el Mesías que pastoreará a mi pueblo Israel”.
Aunque sea invierno, son muchos los peregrinos que acuden a Belén a visitar la gruta donde nació Jesús, por nuestra salvación. Hay una iglesia bizantina y una iglesia católica, custodiada por los franciscanos. Todos los del grupo hemos bajado a la cueva, donde dice la tradición que nació Jesús; una estrella y un altar nos esperan. Jesús nació en este lugar, para que yo le adore, para que le ofrezca mi amor.
Belén vive principalmente de los recuerdos que vende a los turistas extranjeros. Durante los dos horas que hemos permanecido en la ciudad han llegado varios cientos de personas de lugares diferentes, principalmente europeos, Belén forma parte de los territorios ocupados en la guerra de los siete días; en todos estos campos ha tenido lugar la entifada o rebelión de los árabes contra los judíos.
La basílica de Belén, que se entra por una pequeña puerta de un metro de altura, todo el mundo tiene que agacharse, es bonita, tiene dos filas de columnas, una parte del piso está descubierta, allí se puede ver un mosaico de la época bizantina.
Hemos entonado con devoción el “Adeste fideles”, “Fieles acercaos, triunfantes y alegres”. Hemos llegado a Belén, pueblo donde nació Jesús, así estaba anunciado por los profetas; nació en una cueva y fueron a visitarle los pastores de los aledaños. El nacimiento de Jesús es narrado por san Lucas con una sencillez y un frescor que emociona. Aquí nació Jesús. “Hic natus est Iesus de Maria Virgine”.
Aunque durante los primeros siglos la fe cristiana fue perseguida, tuvo que vivir en ciertas épocas oculta ante el poder romano, las familias cristianas fueron transmitiendo cuidadosamente los lugares que Jesús habitó y señalan puntos culminantes de la vida de Jesús. En la basílica hay esculpida la imagen de tres señores con vestidos persas, y cuando entraron los soldados persas en Palestina y destruyeron todo lo que encontraron al paso, respetaron dicha basílica porque los personajes iban vestidos según su estilo.
La cueva de Belén posee muchos rincones y en ellos se puede celebrar la Misa; nos hemos sentado, en el lugar donde vivió san Jerónimo cuando tradujo la Biblia del griego y hebreo al latín, la Vulgata, él venía de Roma a trabajar sobre la palabra de Dios.
El evangelio de Mateo, al hablar de la genealogía de Jesús, cuando llega a José dice: “El esposo de Maria, de la que nació Jesús el llamado Cristo”.   El evangelio de Lucas, que es el que hemos leído en la cueva, habla del nacimiento de Jesús; José y María venían de Nazaret y se dirigían a Belén, porque José era del linaje de David, había sido promulgada una orden del emperador romano Tiberio que mandaba a cada uno empadronarse en el lugar de procedencia. El cabeza de familia era José y fueron a Belén. Pero cuando llegaron allí no encontraron alojamiento, y María que estaba embarazada, dio a luz a Jesús, en una cueva.
Los ángeles de Dios anuncian el nacimiento; los pastores fueron los primeros en acoger la noticia, representan al Israel sencillo y humilde que recibe al Mesías. Los ángeles anuncian la paz a los hombres porque ha nacido Jesús. Se realiza una comunión entre el cielo y la tierra.  Prefiero meditar en silencio el misterio de la encarnación del Hijo de Dios; muchos somos los que hemos creído y creerán en su nombre, dentro y fuera de la Iglesia.  Los magos, como forasteros, con vestiduras persas, se acercan a adorar, vienen de lejos. Ellos representan a los gentiles en el testimonio de su fe y de su amor al Señor.
Nos preguntamos: ¿Quién predicó el evangelio en las tierras de Arabia y de Mesopotamia? Aquí se encuentra la cuna de la civilización escrita, de aquí procede el padre de los creyentes, Abraham, que por inspiración divina y emprende el camino hacia un país lejano. También los magos debían recibir una inspiración divina, después de dos mil años de la salida de Abraham.
Cada día celebramos en nuestra parroquias la Navidad y en muchas de ellas se escenifica el pesebre. Cada año se celebra la liturgia de navidad el 25 de diciembre, en la “Misa del gallo”, se sale de madrugada de la iglesia, es cuando en los pueblos comenzaban a cantar los gallos en los corrales que anunciaban el despertar del día.
El día de Navidad cantamos villancicos, en medio del pueblo, de manera viva. Aunque nuestra Navidad de pueblos y ciudades va tomando un nuevo aire, en parte religiosa y en parte de regalos, de fe y de secularización, la fiesta marca el ritmo del año. La Navidad está tan arraigada  en la familia y en la Iglesia que es imposible sacarla de nuestra cultura. Me pregunto: ¿Qué puedo hacer yo en la Navidad?  Debo reconocer que Dios mismo se ha hecho hombre para salvarme de mi pecado y elevarme a la dignidad de hijo de Dios.
En la sencillez y en la insignificancia humana, Dios se hace hombre; pero Dios se hace hombre dentro de un pueblo religioso, que muchas veces se debatió entre la fidelidad y la infidelidad; pero al final, ¡Oh paradoja! Triunfó la voluntad de Dios en el mundo.
Continuo el tema, aunque no sea totalmente el mismo; nos dirigimos hacia Jerusalén y vamos a visitar el Knéset (parlamento) donde se reúnen los representantes del  Estado de Israel. El tema de las diferencias entre todos los habitantes de Palestina es tan importante como insoluble. Jerusalén, tres veces santa; aquí también reina la intolerancia y el fanatismo religioso. ¿Quién podrá sembrar y cosechar la paz?
Hoy hemos ido a comer al restaurante de un kibut; nos han dado buena comida, pero nos hemos tenido que servir nosotros. Los kibuts van perdiendo su fuerza, las gentes prefieren trabajar y luego vivir su vida, no moverse dentro de una vida comunitaria.

3)  24-01-1993. Domingo

Tierra Santa es impresionante para un católico; aquí nació Jesús y la Iglesia de los apóstoles el día de Pentecostés; aquí los primeros judíos comenzaron a vivir como cristianos; aquí resucitó el Hijo de Dios, que murió en la cruz por nuestros pecados.
Aquí constatamos que las explicaciones bíblicas tienen una referencia histórica y geográfica; aquí vivieron y murieron unas personas que han dejado sus huellas en el paso del tiempo, que vivieron como creyentes. No podemos dudar de las bases históricas de todos estos relatos, como lo hizo la teología liberal europea.
El pueblo de Israel, su historia, los patriarcas, los profetas, Jesús y los apóstoles, los evangelios, los primeros cristianos no son invenciones de unos falsarios, al contrario todos estos personajes históricos nos remiten al pensamiento de Dios y a la historia de la salvación, a la intervención divina en la vida humana.
Hemos llegado a la aldea de Betania, sentimos una atracción especial por el lugar de Marta, María y Lázaro, la familia que gozó de la amistad y de la compañía de Jesús; que con ellos, se sentía en su casa, cuando iba a Jerusalén seguro que se dirigiría hacia allí.
En Betania se encuentra la iglesia dedicada a los tres hermanos y el sepulcro de Lázaro, que es una llamada a la resurrección. La vida de María es una escucha atenta del Maestro y la de Marta un trabajo en su servicio. La iglesia, que cuidan los franciscanos, me ha impresionado por su limpieza y por los mosaicos tan preciosos que hay en la parte alta de las paredes. Primero Jesús, Marta y Maria. Segundo el encuentro y el diálogo con las hermanas. Tercero la resurrección de Lázaro. Cuarto, una comida de Jesús con esta familia.
Hemos leído el capítulo 11 de san Juan que relata la escena de Lázaro. Había en las paredes textos en latín, que voy a traducir: “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida”. También: “María ha escogido la mejor parte”.
Contemplo a las dos hermanas de diferente carácter y temperamento; se tendrían unos pequeños celos; pero los encuentros con Jesús debían ser de una riqueza impresionante, movidos por un amor profundo y total hacia el Maestro. Seguro que aquellas dos hermanas amaban sincera y tiernamente a Jesús, que era su amor y su Señor, que lo darían todo por Él.  Este lugar se reservó como el encuentro. Los bizantinos construyeron una basílica, están aquí los restos: mosaicos, columnas, arcos. Luego los cruzados pasaron por aquí. Los franciscanos tienen capillas para que los visitantes puedan celebrar la Misa, contemplar y orar.
Jesús dice en el lugar del sepulcro de Lázaro: “Padre, para que crean que tú me has enviado”. Después clamó Jesús con fuerte voz: “Lázaro, sal fuera”.
Pablo VI fue el primer papa que visitó este lugar. Yo humildemente voy a confesar mi fe en Cristo que ha muerto y ha resucitado: “Creo que tu eres la resurrección y la vida. Aumenta mi fe y quiero ser apóstol de tu resurrección, quiero encontrarme contigo, igual como tus tres amigos”.
El texto de Lázaro lo leemos muchas veces, principalmente en los entierros, para meditar en la esperanza de la resurrección; que debe ser completado con la resurrección de Jesús. Lázaro volvió a la vida de este mundo; en cambio Cristo recibió un cuerpo resucitado, que ya no podía morir; superaba la caducidad para vivir con el Padre.
Marta y María han representado dos actitudes: la vida activa y la vida contemplativa. El seguidor de Cristo debe orar y trabajar.  La santificación en el trabajo diario necesita oración; quien hace apostolado debe orar para sacar fruto.
Des de Betania nos hemos desplazado hacia el centro de la ciudad de Jerusalén, de hermosas construcciones de piedra blanca porque es la que conforma mejor con el lugar histórico. Hemos paseado por el exterior de la muralla de grandes bloques de piedra, del año 1532, época de Solimán y hemos entrado por la puerta de las basuras.
El año 1967, en la guerra de los siete días se entró en la ciudad. Nos hemos acercado a una parte de las excavaciones donde aparecen los antiguos muros, de la época de Salomón, de la reconstrucción y de la época de Jesús, donde estaban los cambistas del templo, porque en esta parte se encontraron multitud de monedas donde se compraba y vendía para los sacrificios. Se detectan los diversos estratos de civilizaciones que han pasado por la ciudad santa. Arriba en el monte, que se llamó Moria, Abraham fue a ofrecer a su hijo Isaac, como se lo había mandado Dios; pero al ir a matarlo un ángel le dijo que Dios había visto su fidelidad, que no hiciese mal alguno a su hijo.
Arriba estuvo el templo de Salomón, ahora están las dos mezquitas actuales, que los cruzados convirtieron en iglesias. La mayor se llama de Omar y la redonda se llama Laksa. Al subir a la gran explanada del antiguo templo, a la zona de las mezquitas, que es territorio árabe, tenemos que pasar un control de guardias; aquí no tiene dominio el Estado de Israel. Ahora como creyente y como persona que rezo con los salmos puedo entonar: “Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor, ya están pisando nuestros pies tus umbrales Jerusalén”.
Jerusalén es el centro del mundo creyente en el único Dios, lugar de encuentro de las grandes religiones monoteístas. Aquí vamos a adorar a Dios. Dentro de las mezquitas, con los pies descalzos, he rezado el Padrenuestro en cada una; he invocado el nombre de Dios. Recordaba las palabras que desde la zarza Dios dijo a Moisés: “Descálzate, porque la tierra que pisas es sagrada”.
Jerusalén es de los grandes lugares de peregrinación; aquí Dios prepara un gran banquete para todos los pueblos de la tierra, Dios mismo invita gratuitamente a participar de su sabiduría, porque es sabio quien cree en Dios y vive al estilo de Jesús, para que la humanidad sea fiel al mandato del Padre y que nos amemos mutuamente.
Los judíos tenían obligación de subir tres veces al año al templo de Jerusalén para orar, por pascua, por Pentecostés y la fiesta de los tabernáculos, oraban a Dios, ofrecían sacrificios y escuchaban a los maestros de la Ley. Jesús a los doce años subió por la fiesta de Pascua al templo de Jerusalén, iba con sus padres, los niños tenían la obligación a partir de los doce años, podían participar en la enseñanza, preguntaban y discutir con los maestros. Ante Jesús todos quedaron admirados por su sabiduría.
El evangelio nos ofrece aquella escena de la presentación de Jesús al templo a los cuarenta días de nacer, llena de alegría, fue recibido con sus padres por los dos ancianos venerables: Simeón y Ana, que esperaban la consolación de Israel; como nosotros esperamos ser consolados en nuestras adversidades y que se cumplan todas nuestras esperanzas. Dios se acerca al hombre, cuando en verdad éste le está esperando..
En cuanto a los musulmanes, llaman a la oración cinco veces al día desde los minarets de las mezquitas y gritan con fuerza: “Sólo Dios es grande”. Pero este Dios ama apasionadamente al hombre y quiere que los hombres se amen mutuamente.
El judío ora tres veces al día. El católico reza tres veces al día, por la mañana, al mediodía y por la noche; también celebra la eucaristía o cena del Señor, el memorial de sacrificio de la cruz. La liturgia de las horas se reza cinco veces al día.
Los árabes se colocan un velo sobre la cabeza que se llama Kefia y un cinto que lo sostiene que se llama Askal.
Los judíos para un tipo de oraciones se colocan el talín – el manto- sobre las espaldas y la cabeza del que cuelgan unas filacterias. También se atan una cajita a la frente y la colocan a las jambas de la puerta en la que está escrita la schemá: “Escucha Israel”.
Creo que tenemos que aprender de los árabes el sentido profundo de la oración a Dios, del trato diario y continuo con Él. Los judíos siguen sus tradiciones, los más ortodoxos, son fieles a la Ley de Dios, manifestada en más de doscientos preceptos y la explicación de la Ley, contenida en el Tamuld.
Cristo llegó al espíritu, descubrió el amor a todo ser humano, en él se encuentra la prueba de nuestra verdadera religión: “Si decimos que amamos a Dios a quien no vemos y no amamos a nuestro prójimo a quien vemos, mentimos y la verdad de Dios no está en nosotros”.
Hemos oído desde la explanada de las mezquites, el volteo de campanas de las basílicas cristianas en domingo, día de descanso, día de la resurrección del Señor. Nos hemos sentido identificados. Nosotros volvemos a salir des del monte Sión por la puerta custodiada por los soldados y nos dirigimos al muro de las lamentaciones. Todo el piso es de piedra labrada. El muro está construido con piedras enormes, las de la base son ciclópeas, hay un lugar para los hombres y otro para las mujeres.
Los judíos van a rezar ante el muro, vestidos de negro, con un sombreros y antes de entrar se lavan las manos en una fuente.
Nosotros nos hemos puestos la Kipá y nos hemos acercado, allí los hombres rezaban con todo el cuerpo, con un libro en las manos y dando inclinaciones de cabeza, moviendo el tronco, los brazos y las piernas. Toda la persona, cuerpo y espíritu está en oración. Después hemos entrado en la sinagoga que hay a la izquierda y allí hemos visto cantidad de libros de oraciones y la Biblia, muchos hombres rezaban, algunos más ancianos tomaban café y té. Un judío alto nos ha ofrecido cambiar  dólares por chekels.
Entre las grietas del muro de las lamentaciones hemos visto como los judíos tiraban pequeños papelitos o los metían con los dedos, son sus oraciones. La visita al muro es una de las cosas más típicas de la Jerusalén judía; el año 70, los judíos fueron deportados a Roma. Siempre la diáspora judía ha sido numerosa, y ha abierto horizontes a este pueblo peregrino. Ahora posee una tierra, llena de conflictos, para seguir sus tradiciones y costumbres. Después nos hemos marchado. Todo este conjunto está limpio, casas construidas con piedras bien labradas, está bien conservado.
Hemos ido a comer al restaurante Cleopatra, y continuamos la visita, vamos hacia un pueblecito, que hoy es un barrio de Jerusalén, Ein-Karem, según nos ha llegado por tradición, es la patria de Zacarías e Isabel. Al llegar hemos visto la fuente de María, allí se nos ha explicado que unas religiosas atienden a personas deficientes mentales.
Subimos una larga escalinata y arriba se encuentra la basílica que recuerda la visitación de María a Isabel, hemos contemplado unas pinturas preciosas. La escena nos la recrea el evangelio cuando Isabel alaba la fe de María: “Bienaventurada tú que has creído”.
Maria responde con el canto del Magníficat: “Mi alma proclama la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador, porque ha mirada la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones...” que lo hallamos escrito en las paredes en diversos idiomas. Los franciscanos cuidan del lugar, y reciben a los visitantes. Hemos leído todo el grupo el texto de Lucas. María tuvo que venir desde Nazaret a Belén a visitar a su prima Isabel, después del anuncio del ángel.
A continuación nos dirigimos a otra iglesia que se halla en el interior del pueblo, dedicada a san Juan Bautista. Nos hemos sentado en la cripta y hemos leído el Benedictus, la oración de Zacarías que habla de Juan al precursor del Mesías: “Bendito sea el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David su siervo ... y a ti te llamarán profeta del Altísimo porque irás delante del Señor a anunciar sus caminos ...” Lo hemos rezado todos juntos y hemos encontrado un nuevo sentido, estamos en el mismo lugar donde se pronunció. Hemos orado y meditado todo el grupo.
María se dirige a la montaña de Judea a visitar a su prima Isabel. Las dos madres, Isabel y María, se encuentran y el Espíritu Santo obra en ellas el misterio preparado desde los siglos. Juan el Bautista resumirá la esperanza profética, que habla del futuro Mesías.
Por la tarde hemos ido a celebrar la Misa en el Santo Sepulcro. En todo el entorno hay varios edificios; en el monte Calvario están los cristianos coptos. Cuando llegamos hacía las cinco y media de la tarde, los franciscanos están celebrando la exposición con el Santísimo sacramento.
Los cruzados que llegaron a Tierra Santa en la Edad  Medía, venían con la intención de rescatar el Santo Sepulcro a los sarracenos. Este lugar de tanta tradición es visitado por nosotros. La roca del Calvario es un promontorio, vemos el hoyo de la roca donde clavaban las cruces de los condenados a muerte. Al lado está el Sepulcro, excavado en una roca. Aquí fue enterrado Jesús y resucitó. La resurrección es el fundamento de nuestra fe. Cristo no sufrió la corrupción y pasó a la eternidad.
Dos grupos de sacerdotes hemos concelebrado la Misa. El sacerdote que presidía estaba emocionado, era un canónigo de Sigüenza-Guadalajara, nos ha predicado un fervorín, y nos ha dicho que debemos ser unos cristianos alegres de la resurrección.
Ha sido todo un día completo; la visita de estos lugares  está lleno de grandes emociones para quien ha estudiado la Biblia. Cenamos en el hotel y a continuación nos hemos reunido, se ha tratado el tema de la Iglesia católica a la ciudad de Jerusalén.

4) 25-01-1993. Lunes

Comienza el día cuarto de la peregrinación. Nos hemos levantado y hemos rezado, a continuación vamos a desayunar, podemos escoger la comida. Tengo un poco de sueño, puesto que por la noche hago toda la redacción de la jornada.
Nos hemos trasladado a la puerta de san Esteban y hemos visitado la iglesia de santa Ana, construida por los cruzados. Ésta es la única que se conserva de esta época, de la Edad Media, es de piedra, de estilo románico. Posee una sonoridad admirable, cuando se habla se oye de todas partes. Hemos rezado y terminamos con un canto a la Virgen. San Joaquín y santa Ana, según la tradición son los padres de María.
Los cruzados realizaron un esfuerzo admirable, representando al mundo cristiano, en construcciones y en mantener los Lugares Santos, pero la falta de medios hizo fracasar aquella empresa admirable. Estamos en Jerusalén.
A continuación hemos ido a visitar un pequeño torrente, que es donde los arqueólogos han ubicado el lugar donde se encontraba la piscina de Betesda o probática, con sus cinco pórticos, que era el lugar donde esperaban los enfermos al Ángel de Dios, que bajaba, removía las aguas y el primero que entraba quedaba curado.
En el siglo XI, cuando la crítica liberal empezó a dudar de los hechos históricos de la Biblia se comenzaron a hacer las excavaciones arqueológicas para poder comprobar con las manos y los ojos aquello que se leía. Los resultado fueron sorprendentes, porque aparecían los lugares que narran los evangelios. En las excavaciones se había llegado al nivel que recorrió Jesús con sus discípulos.
Hemos leído el texto de Juan 5, 1 ss y hemos entonado dos cánticos: “El Señor es mi fuerza” y “Salve Madre”. Todo este recorrido lo hacemos por la parte antigua Jerusalén con calles estrechas, los negocios, que hoy están cerrados porque hacen huelga por la muerte de una joven en una manifestación. El barrio es árabe; comenzamos a rezar el Vía crucis, con las mismas estaciones que marcaron los cruzados en la Edad Media.
Este Via Crucis que recorremos es singular, lo hacemos por la Vida Dolorosa en medio de bullicio de la gente que va a su trabajo, a sus negocios, a comprar una barra de pan, un plato de comida a la tienda. Pero hoy hemos tenido suerte, todavía se puede pasar bien y hay más tranquilidad.
Hemos seguido cada estación sin tomar la cruz de madera, hemos preferido seguir con el libro de peregrinación, donde hay un texto de Via Crucis. Hemos rezado también improvisando algunas oraciones. La primera estación la ha leído Gloria de Barcelona, la segunda Heliodoro de Segovia, la tercera la ha dirigido un servidor. Después de rezarla he añadido un pequeño comentario a la primera caída de Jesús.
Al terminar, hemos llegado a la capilla de los monjes etíopes, con sus iconos, arriba al edificio poseen unas pequeñas habitaciones y abajo, en la capilla, hay unos asientos, allí rezan y guardan el lugar; recuerdan a la reina de Saba que fue a visitar al rey Salomón y quedó prendada de sus sabiduría. Esta allí a la puerta un monje viejecito, le hemos dado cinco dólares y se ha puesto muy contento. En su  capilla no estaba el Santísimo.
Después hemos pasado a la basílica del Santo Sepulcro, hemos subido a la parte alta. En este lugar se recuerda la crucifixión del Señor. Jesús fue clavado en la cruz junto a dos ladrones y suspendido sobre la tierra. Está el agujero de la roca  donde permaneció clavada la cruz. ¿Jesús era consciente, me pregunto yo, del profundo drama que se estaba realizando? Pienso que sí. El sabía que con su muerte en la cruz cumplía la voluntad del Padre y salvaba a los hombres. Este es el gran tema de la conciencia que tenía Jesús sobre su misión. El, consciente de este hecho porque el Padre le iba desvelando el misterio de su vida; profundizaba cada vez más en el sentido de su misión, que ahora ya llegaba al final y se confiaba a la voluntad del Padre.
Jesús como hombre fue madurando en crecimiento corporal, en sabiduría sobre el mundo y los hechos, en su vocación como Hijo de Dios. Es la vocación de Jesús que se desvela con unas exigencias sorprendentes. Jesús hombre e Hijo de Dios, igual al Padre, con una sabiduría infinita, eterno, porque en El fueron creadas todas las cosas.
Jesús, el Hombre Dios, tuvo una vocación singular, única como ningún hombre podía tener, por eso su impulso y su deseo de llevarla a término fue irrevocable, y en cierta manera fue incomprensible para aquellos que vivieron con Él y le trataron; incluso algunos intentaban apartarle de este camino, cosa que Él siempre rechazó como tentación del demonio. Jesús no podía sino cumplir en su vida terrena la misión que el Padre le había encomendado, aunque sabía que aquel camino, por la malicia de los hombres, le conduciría a la muerte, en el patíbulo de la cruz. Frente a Jesús apareció la incredulidad, muchos de su pueblo le rechazaron a un nivel casi infinito.
En este momento se enfrentan la bondad de Dios y la maldad de los hombres, fruto del pecado, que siempre tiende a rechazar a Dios.
Hemos vuelto a venerar el Santo Sepulcro, nos hemos inclinado con profunda reverencia y hemos meditado el misterio del amor infinito de Dios, hemos rezado la oración dominical. Junto a él, hay cavado a la roca otro sepulcro y nos hemos dirigido a mirarlo, aunque se halle bastante sucio. Existe una gran diferencia de creyentes de Jesucristo, se palpa aquí esta diferencia. La manera de cantar de los cristianos coptos, sus iconos; vemos a un monje en un pequeño cuarto, enciende unas velas, se pueden comprar y él da una vela y una estampa.
A continuación nos hemos fotografiado todo el grupo y hemos comprado unos objetos religiosos en la tienda del fotógrafo. Nos ha dicho que nos hacía un descuento del 20 % por ser nuestro grupo. En realidad hay una variedad tan grande de precios que uno no sabe a qué atenerse. Por ejemplo, unas pequeñas cruces de madera están al precio de seis dólares; en la iglesia de la visitación a tres, en el convento de los franciscanos a un dólar y medio.
Todo el grupo hemos ido a comer al hotel Holyland, y en el jardín hemos visto una maqueta preciosa de la Jerusalén del tiempo del rey Herodes, construida con piedra. Nos hemos encontrado con un grupo de sacerdotes de la diócesis de Barcelona, que celebraba los veinticinco años de sacerdocio, dirigía la peregrinación el profesor de Sagrada Escritura Jorge Sánchez Bosch, iba con ellos el obispo jubilado Daumal. Les he saludado y he compartido algunas experiencias del viaje con ellos.
A continuación hemos ido a visitar la iglesia del Galicantu, del canto del gallo, que recuerda las negaciones de Pedro; frente a nosotros, desde una mezquita, el muacín entona la oración de la tarde. Nosotros, mientras tanto, frente a Jerusalén, por un camino empedrado, de la época de Jesús hemos recordado las afirmaciones de Pedro de no negar a su Maestro por ningún motivo del mundo. Este camino que va del Huerto de los Olivos hacia el centro de la ciudad, los arqueólogos afirman que es de la época de Jesús. Dentro de la Iglesia del Galicantu, muy bonita, construida por los franceses, nos recuerda las palabras que Jesús dijo a Pedro: “Antes que el gallo cante me habrás negado tres veces”. Pedro afirmaba que no le negaría; pero cuando llegó el momento de la prueba, sucumbió antes las palabras de una criada.
El gallo cantó como siempre de madrugada. Pedro recordó las palabras de Jesús y lloró amargamente. Lo recuerdan los cuatro evangelistas. Ésta fue la debilidad de Pedro.
Jesús había dicho antes: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Había mostrado una gran confianza en su persona. Más tarde Jesús vio en cierta manera frustrada su esperanza, le vio en aquella situación embarazosa, le había negado; pero no había desconfiado del perdón. Jesús después de resucitar preguntó a Pedro por tres veces: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Pedro a la tercera vez, confundido y avergonzado respondió: “Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo”.
Este amor era suficiente y Jesús ya no quiso insistir más, estaba convencido que Pedro, cuando llegase el momento daría la vida. Le amaría con toda el alma y sería el fundamento de la Iglesia: “Tú, una vez convertido, fortalece la fe de tus hermanos”.
Te pido, Señor, que me des una gran fe, un gran amor a ti, que si tal vez me aparto por un momento, haz que reciba la fuerza necesaria para recuperarme. Quiero ser tu apóstol y anunciar el evangelio por todo el mundo.
La Virgen nos acompaña en nuestra peregrinación por Tierra Santa, ahora estamos en la basílica de la Dormición de María, edificio de una perfección sin igual. Yo hubiese querido quedarme por un momento en aquella cripta rezando. Algo me ha ayudado en la devoción a la Virgen, arriba en la iglesia un grupo de visitantes estaba sentado y una mujer cantaba el Ave María de Gounot. Nosotros hemos cantado a María. Recuerdo las palabras del Papa: “María, transcurrido el curso de su vida terrestre, fue llevada por los ángeles al cielo”. María es nuestra Madre, es nuestra reina, ella acompaña a su Hijo y nos acompaña a nosotros. La imagen de la Virgen dormida se halla en el centro de la cripta, es una talla yacente de singular belleza. Más adelante, está el Cenáculo, donde Jesús comió la última cena con sus discípulos, no es el mismo edificio, sino en el mismo punto, cerca de una gran basílica de piedra. Este edificio con arcos, fue construido por los cruzados, ahora está al mando de un musulmán y él nos abre la puerta.
El edificio está en mal estado de conservación, las pareces sucias, los arcos se conservan bien, los musulmanes lo convirtieron en mezquita, tiene un punto orientado hacia la Meca, como lugar de oración. Es una lástima que no se pueda orar o celebrar la Misa en este lugar. Debajo de esta sala se encuentra la tumba del rey David.
Jesús cuando mandó preparar la cena y dio una contraseña a sus discípulos: “Id a la ciudad y encontraréis a un hombre que lleva un cántaro de agua, seguidle y en la casa donde entre les preguntaréis: ¿Dónde está la sala en la que el Maestro va a celebrar la cena?”.  Todo sucedió como había dicho. Jesús, sentado a la mesa con sus discípulos les dijo: “Ardientemente he deseado comer el cordero pascual con vosotros antes de padecer”. Jesús durante la cena siguió el ritual judío, pero llega un momento en que toma el pan y dice: “Tomad y comed, porque esto es mi cuerpo”. A continuación toma una copa llena de vino y les dice: “Tomad y bebed, porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna ”.
Jesús en aquella cena explica todo el amor de su corazón hacia sus discípulos. Pero está triste, va a ser entregado. Lava los pies de sus discípulos para mostrarles cómo deben servirse mutuamente. Él les ha dado ejemplo. Inmediatamente nos dirigimos hacia la capilla que poseen los franciscanos, allí cerca y celebramos la Misa. Todos nos encontramos bastante cansados por toda la actividad del día, andar de un lugar para otro, escuchar charlas, hacer reflexiones, cantar. Pero vale la pena todo lo que podemos contemplar. Es una gracia de Dios ir a Tierra Santa y visitar los lugares que pisó Jesús.
Jesús, Sumo y eterno sacerdote, danos fidelidad. Tú nos has hecho sacerdotes para Dios. Queremos servir a los hombres, queremos amar a todos. Danos fuerza para anunciar el evangelio al mundo entero. Todo tu pueblo santo participa de tu sacerdocio, en cualquier lugar donde viva un cristiano, se hace presente a Cristo.
Cuando salimos de la iglesia un viejecito árabe, nos esperaba a la puerta con su vestidura blanca, el turbante i un asnillo. Le pregunto a un compañero: “¿Qué hace este anciano? Me responde: “Está esperando que alguien le pida subir al borriquillo para cobrar un dólar”.  Lo más importante para nosotros durante este día ha sido la visita al Cenáculo. Lo había visto en fotografías, pero ahora me he hecho cargo del lugar, de todo lo que significa para un sacerdote católico el sitio donde Jesús dijo: “Haced esto en memoria mía”. Jesús comió el cordero pascual, quizás fue en jueves, y al cabo de unas horas sería el cordero inmolado por la salvación de los hombres, sufriría injusta condena de los judíos y el poder romano lo ejecutaría en una cruz.
Durante la Misa hemos leído la lectura del Antiguo Testamento referente al sacrificio del cordero pascual, que fue una señal de libertad para el pueblo hebreo que vivía esclavo en el país de Egipto
Después, como segunda lectura hemos leído la carta a los Corintios que recoge la tradición de la cena del Señor, Jesús la noche en que fue entregado instituyó la Eucaristía. El evangelio ha tratado sobre el lavatorio de los pies a los apóstoles.
Estas tres lecturas son profundamente representativas de la última cena de Jesús y su significado inherente de amor y de servio mutuo de los cristianos. Meditamos en la cena, la presencia de Jesús en la Eucaristía entre nosotros, en ella, Jesús anticipa el sacrificio de su vida, el cuerpo es entregado y la sangre es derramada.
Hemos llegado al final de la tarde al hotel Gate, ha sido un día de intensa actividad, después de cenar, el director de la Casa de Santiago de Jerusalén, que queda ubicada en el barrio de Betania, nos ha hablado de los objetivos que persigue: la formación de sacerdotes y seglares en conocimientos bíblicos, obtenidos en el mismo país donde vivió Jesús.
El sacerdote Francisco de Lucas, director de la Casa de Santiago, nos ha hablado de la penuria económica en que se encuentra y de la necesidad que vengan alumnos a estudiar.  Quizás para estos estudios tan especializados no haya muchas personas, de esto tendrá la última palabra la Conferencia Episcopal Española, para los sacerdotes que deban perfeccionarse en los estudios. Llevo un cansancio inmenso, doy gracias a Jesucristo que ha querido que este año viniera a su país, ahora estoy agotado y voy a dormir, porque mañana debemos ir al mar Muerto y haremos el recorrido por el interior de Palestina, siguiendo el curso del río Jordán, hasta llegar a Galilea.
En resumen debo decir que algo me ha impresionado más de Jerusalén, su altura, rodeada de montañas, con abundantes rocas. Las construcciones de piedra blanca, con muchos edificios familiares. Hemos visto los judíos ortodoxos con sus vestidos negros, traje, gabardina y su sombrero negro, su austeridad en el porte exterior. Entramos en una sinagoga en viertes, por la noche, ya día de reposo para el sábado.
Otro aspecto es la amalgama de credos, religiones que conviven en la ciudad, judíos, mahometanos, los cristianos, católicos, ortodoxos, coptos, etíopes, monofisitas, algún protestante, que hemos notado muy poco su presencia Estos días rezamos por la unidad. Los ortodoxos no han querido participar en la ciudad de Jerusalén.

5)  26-01-1993. Martes

El quinto día de nuestra visita por Tierra Santa va a gozar de un ambiente y un panorama de diferente color, vamos a Jericó. Nos hemos levantado a las seis y media de la mañana, hemos preparado las maletas porque debemos desalojar pronto el hotel. Mi compañero Mn. Sebastián y yo cada día nos damos una ducha de agua caliente, primero se levanta él y cuando ya se ha aseado me levanto yo. El se va a dormir a las diez y yo de las once y media a las doce. Porque escribo lentamente mi diario de viaje; le pregunté si le molestaba  la luz encendida, pero me dijo que de ninguna manera. Este momento de final del día es cuando hago una reflexión de toda la jornada y me encuentro conmigo mismo. Este viaje para mí es como una recapitulación de mi vida, actualizo existencia cristiana y sacerdotal, dedicado al estudio y al apostolado.
Muchas veces los profetas del Antiguo Testamento iban a Jerusalén. Jesús subía y bajaba. Recuerdo estos momentos de su vida que fueron cruciales, sobre todo cuando realizó la entrada triunfal a la ciudad santa desde le Huerto de los Olivos, aclamado por sus discípulos y la gente sencilla; todos tiraban sus vestidos al suelo por donde tenía que pasar y agitaban sus manos con ramos de olivo.
Jerusalén fue fiel a la letra de la Ley, pero no al espíritu que la mantenía, porque mataba a los profetas y apedreaba a los enviados de Dios. La parábola de los viñadores homicidas es la concretización del drama humano que vivió este pueblo elegido. Jesús bajaba de Jerusalén a Jericó y al entrar en la ciudad vio a un ciego llamado Bartimeo.
Nosotros en nuestra bajada, entre valles y montañas, vemos a unos extraños grupos de personas con una vida singular, son los beduinos del desierto de Judea. Viven agrupados en familias. Un hombre se casa con una mujer o con varias, según le interesa, porque las necesita para cuidar toda su hacienda. Ellas cocinan, cuidan el ganado, le dan hijos; el hombre se cuida de comerciar el ganado para poder vivir.
Los beduinos llevan una vida trashumante, han de ir en busca de pastos para su ganado. Ahora, como ha llovido en las montañas, todo refleja un suave verdor, ya tienen para comer las ovejas y las cabras. Los beduinos viven haimas, tiendas, allí tienen los animales encerrados durante la noche.  Las tiendas las montan y desmontan cuando les conviene. En cuanto a las mujeres o la mujer, si le han sido infieles, puede decirles el marido tres palabras: vete, vete, vete. Ella debe volver a su familia. Los casamientos se suelen arreglar entre familias. Abraham aceptó a su primera esposa Sara. Mas tarde tuvo un hijo de la esclava Agar, Ismael, a los dos los expulsó de casa y tuvieron que marcharse camino del desierto. Moisés despidió a sus mujer, no sabemos por qué.
Los beduinos poseen una cultura de sus antepasados que se transmite oralmente junto al fuego, viene de generaciones. Ahora bien, tienen una cultura de pastores que no se han asentado en un lugar determinado; una cultura antigua. Entre las tiendas, los beduinos tienen un depósito de agua para dar de beber al ganado.
Hemos rezado la oración presidida por el grupo que le tocaba hoy; el responsable es Jorge Oliva. Durante la bajada hemos meditado la parábola del buen samaritano: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó”. Esta parábola nos hace tomar conciencia de una realidad, los viajes que se realizaban en aquellos tiempos, eran peligrosos, por los bandidos que asaltaban a los viajeros.
Esta parábola la pronunció Jesús para enseñarnos cómo debemos ayudar a cualquier hombre por el hecho de ser un ser humano y Dios está contento de este amor. El prójimo era aquel que usó misericordia. Un desprendimiento tan grande solamente lo podía proponer Jesús, que lo vivió y lo enseñó de manera admirable. Cuando se medita la parábola del buen samaritano y se conoce la situación de las montañas, las pendientes y los valles, la tierra árida, se da cuenta de la dificultad del caminante y de su soledad.
Cuando hemos llegado al desierto de Judea, nos hemos dado cuenta de la fertilidad del lugar, es posible subsistir, incluso poseer comodidades. Esta tierra con poca agua produce verduras, frutas y dátiles, hay zonas de inmensas palmera de dátiles. Juan el Bautista se alimentaba de langostas y miel silvestre. La miel sería el dátil. El desierto ofrece soledad, trabajo, comunión para quienes viven en él, cultivo de la espiritualidad.
Por aquí hay algún Kibutz, un grupo pequeño, ofrece todo tipo de trabajo, totalmente socializado y representa el primer periodo de asentamiento y conquista de la tierra.
Nos hemos acercado al mar Muerto, al mar de la sal a casi cuatrocientos metros bajo el nivel del mar Mediterráneo, con un calor ya casi de verano y estamos en pleno invierno. Unos cuantos sacerdotes del grupo se han descalzado y se han bañado los pies. El resto hemos palpado el agua que nos ha dejado unos dedos pastosos, como de aceite.
El agua del mar Muerto tiene una densidad del 36 % de sal, se puede explotar para sacarle minerales. El lago tiene 74 km de largo por 40 de ancho y en lo más hondo una profundidad de 40 m. El agua es tan densa que no puede haber vida. Por el extremo sur es donde se encontraban las ciudades bíblicas de Sodoma y Gomorra, allí se nos dice que la mujer de Lot, al mirar hacia atrás por el incendio se convirtió en estatua de sal.
Las precipitaciones durante el año suelen ser de 70 mm. Aquí en este conocido desierto se establecieron los famosos esenios, los primeros monjes del judaísmo. Ellos mismos no se llamaban esenios, eran del siglo II a C; no los nombra la Biblia. Jesús no debía tener trato con ellos. Formaban un grupo más, junto a los fariseos, los saduceos, los zelotes. Los esenios eran muy religiosos, pensaban que los Macabeos con sus guerras civiles eran demasiado laicos y se habían separado de la Ley y los profetas, por eso se retiran a un monasterio para orar, trabajar y mantener la esperanza del Mesías.
El monasterio de la comunidad del Qumrán fue destruido por los romanos y saqueado. Se han encontrado en los territorios colindantes sepulcros con cadáveres de mujeres y niños, cosa que hacía pensar que había familias. Frente al monasterio están las famosas cuevas del Qumrán, donde escondieron los rollos en pergamino, los envolvieron en lino y bien guardados los depositaron en unas jarras de tiesto. Aquí los encontraron los beduinos y fueron a venderlos a los anticuarios, que primero creyeron eran falsos.
Un monje oriental se enteró del hecho y junto a un profesor de la universidad hebrea de Jerusalén pidieron los manuscritos para analizarlos con el carbono catorce y resultó que eran de dos siglos anteriores a Cristo y de un siglo posterior a Cristo. Quienes los copiaron eran escribas de oficio.  Se encontraron profecías del Antiguo Testamento, el libro de Isaías a partir del capítulo 53, también Habacuc y otros. Los esenios  coincidían con la Biblia actual.
El año 1950 salieron a subasta dichos manuscritos del mar Muerto y un arqueólogo israelí, residente en Estados Unidos telefoneó al gobierno de Israel para que los comprara como un tesoro. En estos manuscritos se hallaban escritas las leyes de la comunidad, las leyes del templo y los fragmentos de la Biblia. Los miembros de la comunidad se consideraban los hijos de la luz, los de fuera hijos de las tinieblas. Las narraciones que se dicen de la secta solamente hablan de los hombres, del resto del grupo no se sabe nada. Flavio Josefo les llama esenios. El nombre de Qumran se lo dieron los beduinos. 
Esta comunidad esperaba al Mesías, había que prepararse para ello, se necesitaba purificación exterior mediante abluciones. Desnudos bajaban a una piscina, micle, y se sumergían totalmente rezando unas oraciones, se bajaba por siete escaleras que era un número perfecto. Estaban bien organizados, había pastores, agricultores, escritores, compraban y vendían. Había habitaciones, sala de reunión para los dirigentes de la secta, tenían cisternas para guardar el agua, el refectorio, la refitolería. Cuando se destruyó tenían mucha bajilla, platos etc. Que fueron encontrados en las excavaciones de este siglo XX.
El desierto ofrece seguridad, por ejemplo el rey David se refugió en el desierto cuando huía de Saúl. En este desierto hay tigres y ganado de cabras. Existen serpientes. Muchos animales tienen aquí vida. Los siete frutos bíblicos más importantes son: el trigo, la uva, el dátil, la granada, el olivo, el higo y la cebada.
Jericó está situada a unos 250 metros debajo bajo el nivel del mar, es un terreno muy fértil, es el llamado oasis de Jericó. Por aquí cerca se encuentra el manantial del profeta Eliseo. La mayoría de la población es árabe. Crecen los plátanos y muchas hortalizas; estos árabes se han acomodado bien al nuevo trabajo del campo que les es más rentable al organizarlo los israelíes en un cultivo moderno. Hemos recordado la escena de los ciegos de Jericó. Jesús debía llegar muy contento a esta bella tierra que mana lecha y miel; tierra fértil porque hay fuentes y además todo el año hace calor, por esta razón la tierra puede rendir al máximo. Recuerdo aquella frase del ciego que siempre impresiona cuando se lee el evangelio: “Jesús, Hijo de David, ten compasión de mi”.  Jesús lo llama. La gente le dice que Jesús quiere hablar con él. Jesús le pregunta: “¿Qué quiere que te haga?”. Responde el ciego: “Señor, que vea”. Jesús muy contento le curó y comenzó a seguirle.
Hemos visitado una muralla prehistórica de Jericó, una ciudad de 8.000 años a.C. De las murallas del tiempo de Josué no se han encontrado restos. Quizás no había tales murallas. De hecho el pueblo de Israel no estaba capacitado para entablar grandes batallas contra sus enemigos. El asentamiento en la tierra fue lento y difícil; los mismos hebreos se dividieron y no entraron todos de una vez, algunas tribus lo hicieron por su cuenta y se establecieron en los lugares más inaccesibles para no ser molestados, los terrenos más fértiles eran posesión de los naturales del país. Por lo tanto la conquista de la tierra fue muy larga y penosa, en principio no accesible a ellos, por eso las murallas eran la dificultad de los habitantes que eran más fuertes que ellos.
Al salir de Jericó hemos leído la lectura del publicano Zaqueo (Lc 19,1-10; Mc 10,46-52). Un hombre rico, cobrador de impuestos, que al pasar Jesús por allí se subió a un sicómoro, un árbol de la familia de los ficus, higos. Al ser una zona rica, él se había enriquecido con el tanto por ciento que le quedaba de los impuestos. Zaqueo se convirtió a Jesús y dijo: “Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si a alguien he defraudado en algo le devuelvo el cuádruplo”. Jesús le respondió: “Hoy ha llegado la salvación  a esta casa también él era hijo de Abraham”. 
Por el camino hemos visto el monte de la Cuarentena, en la roca existe un monasterio de padres ortodoxos, allí se recuerdan las tentaciones de Jesús en el desierto, arriba en el monte vemos una muralla, y en la mitad, el monasterio excavado en la roca. Parece un nido de águilas.  Justo más adelante hemos pasado cerca de Siquem, Nablus, patria de la mujer samaritana, que se encontró con Jesús, que le reveló su identidad, cuando le dice: “El Mesías soy yo, el que habla contigo”.
Aquella mujer samaritana que encontró a Jesús sentado en el brocal del pozo y le pidió agua para beber y ella recibió el agua de la vida. La mujer dialoga con Jesús, recibe el perdón de los pecados y la gracia de la conversión, al mismo tiempo el encuentro con el Mesías esperado. La mujer fue al pueblo y contó todo lo que le había sucedido, entonces todos fueron a ver a Jesús y muchos samaritanos creyeron. Ellos dijeron a la mujer: “Ya no creemos por lo que nos has dicho, sino que nosotros mismo lo hemos visto y oído”.
Pasamos junto a los montes de Gelboé, donde murió Saül. El rey David maldijo estos montes. Más adelante hemos pasado junto a Naïm y nos han recordado la escena evangélica del hijo difunto de la viuda, que Jesús resucitó movido a compasión.
Estamos contemplando unos montes y unos valles hermosos; las tierra está bien trabajada, corresponde a la Baja Galilea, aquí los pueblos viven en sistema cooperativista. Hemos almorzado en el hotel Perfatto y hemos descansado unos momentos, a continuación nos hemos dirigido  al monte Tabor, lugar que custodian los franciscanos; este monte es hermoso y sencillo, sale en el libro de los jueces, Dévora, juez. Desde él se divisa el mar de Galilea, los territorios anexionados de El Golán,  donde hay asentamientos judíos.
Este monte fue lugar de culto cananeo, aquí tuvo lugar la transfiguración de Jesús, con sus tres discípulos: Pedro, Santiago y Juan. Aunque directamente no lo dice el evangelio, lo suponemos. En el siglo IV, los bizantinos construyeron una iglesia, los cruzados construyeron las murallas y al cabo de cien años Saladino, año 1187 venció a los cruzados. En la Iglesia, muy hermosa, hay tres capillas que representan las tres tiendas, una para Moisés, una para Elías, otra en el centro para Jesús; en la de Jesús aparecen cuatro figuras: el nacimiento, la resurrección, la eucaristía y el símbolo del cordero. Hemos celebrado la Misa con profunda devoción. Hemos encontrado un cristiano coreano arrodillado en un banco, que rezaba el rosario a la Virgen María. Ha venido a comulgar, porque nos ha dicho que es católico; nos ha dicho que hace siete años que da la vuelta al mundo en bicicleta para difundir al paz. Nos ha entonado en su lengua materna un canto a la Virgen María, con abundancia de gestos y expresiones, muy sentido. Nos ha gustado a todos.
Nos dirigimos hacia un hotel de la ciudad de Tiberíades, construido junto al lago de Genesaret, y desde nuestra habitación doble, que comparto con Mn. Sebastián, sacerdote de Valencia, vemos la dimensión del lago. Es precioso. Toda esta parte también es un lugar de recreo para el turismo con amarres para las embarcaciones; todavía hay pescadores en este pequeño mar, muy abundante en pescado.
Después de cenar hemos ido a dar un paseo junto al lago, delante de los restaurantes situados en la primer línea de mar. Las calles están bien iluminadas, pero en este tiempo hay poco turismo. El lago nos sugiere los lugares del evangelio donde Jesús enseñaba, reunía a la gente, se desplazaba de un lugar a otro, iba con los discípulos a pescar.
Tiberíades posee muchos restaurantes y bares, ahora están vacíos, algún propietario nos invita a entrar, pero ya hemos cenado en el hotel. Paseamos un buen rato, pero nos cansamos y volvemos al Jordar River Hotel. Subimos a la habitación, rezamos la oración de vísperas. Mn. Sebastián se va a dormir y yo me quedo escribiendo todo el rato que haga falta, hasta terminar mis notas, que me hacen revivir todo el día transcurrido en el Valle del Jordán, el río bíblico por excelencia, donde han tenido lugar tantos episodios, como el del profeta Elías y Eliseo; o cuando fue bautizado Jesús por Juan el Bautista.
Jesús realizó la mayor parte de su actividad en Galilea, aquellas ciudades del entorno las recorrió centenares de veces, las multitudes le seguían entusiasmadas; fue de gran fecundidad apostólica, allí llamó a sus discípulos. Un día repleto de lecciones y experiencias. Todo el grupo de sacerdotes va muy contento, hay alegría y buen humor. Es una experiencia religiosa de primera categoría. Estoy cansado, son las doce de la noche u mañana a las seis y media me levanto.

6)  27-01-1993. Miércoles

Es el día sexto de nuestro viaje. Cada día por la mañana me he dado una ducha de agua y durante el día me encuentro mejor. He pedido al Señor que nos guíe a todos por el entorno del mar de Galilea. El desayuno en el hotel ha sido abundante en frutas, pescado, dátiles y un café. Rápidamente hemos subido a una embarcación de recreo, allí nos encontramos con un grupo cristiano que viene de Hong Kong, son jóvenes. He hablado con algunos de ellos y nos dicen que son protestantes y van a visitar los santos lugares, van acompañados de su pastor.
Todos hemos hecho la oración, y los jóvenes se han unido a nosotros. Hemos leído cómo Jesús recorrió la orilla del lago y empezó a llamar a sus discípulos, a Pedro, a Andrés, a Santiago y a Juan, les dijo: “Venid conmigo”. Ellos dejándolo todo le siguieron; dejaron el trabajo, la casa, la familia y las amistades.
Después hemos entonado el canto “Pescador de hombres”: “Tú has venido a la orilla nos has buscado ni a sabios ni a ricos, tan solo quieres que yo te siga”. En medio del mar de Galilea, nos hemos reafirmado en el seguimiento de Jesús. El mar estaba tranquilo. Algún pescador con su barquichuela lanzaba las redes al lago. Estamos a 209 metros bajo el nivel del mar; la temperatura es agradable, parece primavera.
El lago tiene 21 kilómetros de largo por 12 de ancho y cincuenta metros de profundidad en lo más hondo. No nos podemos bañar en el lago, apenas hay playa porque al entrar en el agua cubre enseguida. La ciudad está al lado del mar, se ven las montañas. El sol se refleja limpio sobre el agua, los prados de verdor adornan la ladera de la montaña, que se contempla desde el lago, todo ofrece un bello paisaje.
Por la orilla del lago estaba la ciudad de Magdala, patria de María, que se encontró con el Maestro y quiso seguirle y lo vio resucitado. Los diálogos de Jesús con María Magdalena debían ser sencillos, interesantes, cautivados por el amor, comprometido hasta el final. ¿De qué manera la Magdalena amó al Maestro y se comprometió con El?
Hemos bajado a la otra orilla del lago, donde hay un Kibutz; allí se encuentra la iglesia del Primado, llamada también Mesa de Cristo, que es una pequeña capilla, en el presbiterio hay una roca, que da al lago, allí hay unos escalones, hoy no están accesibles puesto que lo impide una reja. Allí estuvo Jesús de pie, después de resucitado. Jesús se apareció a los apóstoles de madrugado, no habían pescado nada durante toda la noche.
Las gaviotas revolotean por el agua, quizás se lancen a la búsqueda de un pez, o lo han tirado los pescadores desde la barca, nos han seguido durante la travesía. Hace unos años se encontró una barca de madera que era de la época de Jesús, según nos explicó la guía Raquel.
La mesa de Cristo recuerda el lugar donde había preparado él mismo un pez asado para sus discípulos. Jesús ha visto que sus discípulos aquella noche no han pescado nada y les dice que lancen la red al agua hacia el lado derecho de la barca, recogen 153 peces grandes; la barca casi se hundía y la red no se rompió. Ahora Jesús quiere que Pedro haga una confesión de fe por tres veces. La roca recuerda ese hecho y Jesús le encargó apacentar su Iglesia, por eso se llama la roca de Pedro.
El pescado propio del mar de Galilea se llama Chilapia, que es parecido a la carpa. Este pescado, según nos ha explicado la guía, siempre lleva la boca abierta, porque lleva los huevecillos de los peces que han de nacer, y si no los lleva se coloca una piedrecita; por eso Jesús dice a Pedro que lance el anzuelo y que al primer pez que pesque le abra la boca y coja la moneda que lleva, no va desencaminado. Era un hecho natural la boca abierta, pero un milagro que llevara el estáter para pagar el impuesto del templo.
En ésta zona de fértiles tierras se cultiva el mango, el plátano, el naranjo, el kiwi. Es una tierra exuberante, pequeña, pero muy productiva. Las rocas son basálticas. Todo son montañas redondeadas.
Ahora estamos subiendo a la montaña de las Bienaventuranzas. Es un lugar que desde arriba, tiene forma de teatro romano y cuando uno habla, lo oyen todos los que se encuentran abajo. Al lado se hallan las ciudades de Corazín y Betsaida, junto con Cafarnaum, que fueron escenario de trabajo apostólico de Jesús; pero también se disgustó con ellas, porque no creyeron en Él. Jesús pronunció palabras de repulsa.
Arriba en el monte, los franciscanos cuidan de la iglesia de las Bienaventuranzas. Es bonita, dedicada a la Carta Magna del cristianismo. Las ocho bienaventuranzas estás escritas dando la vuelta al cimborrio de la iglesia, en latín. Nos hemos revestido de los ornamentos sacerdotales, las monjas franciscanas nos han preparado todo,  y nos hemos dirigido a un pequeño altar al aire libre, con unos asientos, un pequeño cubierto de paja sostenido por unas rejas metálicas. Allí en plena naturaleza hemos celebrado la Misa. Hemos leído al profeta Sofonías 2,3.12-13 y Mt 5,1-12.
Las Bienaventuranzas nos ofrecen una nueva orientación para la vida del hombre, es otra manera de concebir la historia, las relaciones humanas, es pensar que existe otra vida donde hay amor y generosidad. Jesús al predicar las Bienaventuranzas sembró en el campo del mundo una semilla nueva, que pronto comenzó a fructificar, más tarde adquirió tal grado de compromiso que muchos hombres y mujeres empeñaron su vida que la dieron por esta fe en Jesús. Jesús ha cambiado la vida de un sin fin de hombres y mujeres, que han sabido amar a los demás y perdonar, incluso a sus enemigos.
La Eucaristía que hemos celebrado en la montaña de las Bienaventuranzas ha sido participada intensamente con oraciones y comentarios. El beato Carlos de Foucauld quiso imitar a Jesús, pobre y humilde en su mismo país. Vivió un tiempo en Nazaret al servicio de las clarisas, trabajaba su huerto, oraba en una humildad profunda; quería ser tenido en nada, estudiaba con el deseo de ser mejor discípulo de Cristo.
Hemos rezado, hemos celebrado la Misa y hemos comulgado y en este contexto nos hemos dirigido hacia la iglesia de la Multiplicación de los panes, que está custodiada por los benedictinos, como la iglesia de la Dormición de la Virgen. Aquí encontramos la roca, donde Jesús puso los cinco panes de cebada y los dos peces y los multiplicó.
La gente seguía a Jesús, iba caminando junto a El, no se cansaba, le seguía muy contenta de escucharle; Jesús pensaba que eran como ovejas sin pastor. La gente se olvidó de traer la comida. No sabemos nada más, Jesús obra el milagro (Mt 14,11), quizás marcharon a sus casas de noche; pero no importa tanto en el relato como el hecho que una gran comunidad recibe el pan de Jesús. Todo este relato está contextualizado dentro de la Misa. Los mosaicos de esta iglesia fueron trabajados por artistas egipcios, en ellos hay aves, peces. Los panes dan lugar a una catequesis sobre la Eucaristía. Santa Elena quiso construir una basílica. Después nos dirigimos a Cafarnaum la raíz de esta palabra es, far, que significa aldea y Naüm, que es un nombre propio.
Por aquí pasaba la “Via Maris”, los habitantes de Cafarnaum cobraban peaje a los viajeros, que iban y venían de Egipto a Mesopotamia y viceversa.
En la sinagoga de Cafarnaum, Jesús comienza su vida pública, allí presenta el programa de su misión. Jesús tomó el rollo o libro de la Ley, leyó un fragmento del profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mi, porque me ha enviado a anunciar a los pobres la salvación, a dar la visión a los ciegos, a los enfermos la salud ...” Jesús dice delante de todos: “Hoy se cumple lo que acabáis de oír”.
Jesús en Cafarnaum realiza muchos signos, cura a la suegra de Pedro que estaba en cama con fiebre, y empezó a servirles y resucita a la hija de Jairo. La gente de Cafarnaum debía ser muy liberal, estaba acostumbrada al ir y venir de gentes de todas partes, era aduanera; muchos no quisieron hacer caso de su mensaje.
Jesús por otra parte experimentó el desánimo, pronuncia maldiciones sobre Corozain y Betsaida; dice de Cafarnaum: “Quisiste levantarte hasta el cielo, hasta el abismo serás precipitada”. Aquí había una sinagoga del el siglo I después de Cristo, se construyó una más moderna en el siglo IV. La distribución de la sinagoga era la siguiente: en el centro de colocaban los hombres, en los laterales las mujeres. Aparece el nombre de Zebedeo, señal que existía en la época de Jesús; en el evangelio se habla de los hijos del Zebedeo.
Aquí nos encontramos a 209 metros bajo el nivel del mar, y en este tiempo de invierto hace un clima templado, incluso tenemos calor. Después de la destrucción del templo de Jerusalén el año 70 por las legiones romanas, muchos judíos vinieron a Galilea y se establecieron aquí, otros fueron a Egipto y a África. En la parte alta de Galilea hubo refugio seguro para los judíos; pero después fueron perseguidos en las montañas y muchos precipitados desde arriba por los romanos.
Jerusalén siempre miró con un cierto desprecio a los galileos, los consideraba impuros y de inferior categoría; de la Galilea surgieron elementos revolucionarios.
En Cafarnaum, Jesús pronuncia el discurso del pan de vida, después de la multiplicación de los panes. Él les dijo: “Yo soy el pan de vida”. Jesús, en san Juan, pronuncia un largo discurso, afirma que es su Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Cuando Jesús dice que le deben comer, viene el momento de la decisión, pensaban que le debían comer y se convertirían en antropófagos. Ante el momento de la prueba, Jesús dice a los apóstoles: “¿También vosotros queréis marcharos?”. Pedro tiene en este momento la palabra y responde en nombre de todo el grupo, dice: “¿A quien iremos, si sólo tú tienes palabras de vida eterna?”. Decidieron seguirle.
Aquí a orillas del lago de Galilea se fraguó la vocación de los apóstoles. Recordemos que le siguió Mateo, cobrador de impuestos y Judas.
Palestina recibe cada año un millón doscientos mil turistas; es un país pequeño, tiene 21.000 km2, la extensión de dos provincias españolas. Su suelo fértil está aprovechado al máximo; hay zonas de regadío, modernos cultivos, máquinas, se ha realizado un trabajo pionero en el campo, que se ha vuelto fértil, no llega a cien años se conquistaron las marismas, hoy convertidas en fértiles huertas. Esta es la Galilea, llamada por los profetas, de los gentiles. Aquí vinieron los primeros judíos a comprar tierras, a trabajarlas y se hicieron fuertes y el 1949 se les concedió un Estado. Por aquí trabajó y estubo Ben-Gurión, el primer presidente de Israel.
Frente a nosotros se hallan los territorios del Golán, en las montañas, que fueron anexionados en la guerra de los seis días, aquí hay asentamientos judíos, han construido sus casas, trabajan las tierras. Hemos ido a comer a un restaurante árabe, a orillas del lago de Galilea. Hemos tenido para menú una ensalada, un pescado grande y a algunos nos ha salido una moneda dentro del pescado, un agorot, recordando la moneda de san Pedro. La comida ha sido frugal, el restaurante árabe no estaba demasiado limpio, pero todo ha ido bien. Por la tarde hemos vuelto al hotel, pero primero nos hemos dirigido hacia el Jordán, para recordar el bautismo de Jesús, aunque no fue en este mismo lugar.
Algunos hemos comprado unas botellitas y las hemos llenado de agua para llevarla a nuestro país. Algunos nos hemos descalzado y hemos paseado por el lecho del Jordán, y a continuación con los pies mojados nos hemos calzado. El agua es símbolo de purificación, empleada por la religión judía y por los cristianos en el bautismo.
Cuando hemos llegado a Galilea en una tienda de recuerdos, que tiene un salón de cine, nos han proyectado un audiovisual con 27 cámaras, era precioso, pero muy ideologizado y con una visión teocrática de la tierra y del gobierno de Israel.
Sobre Jesús, ha dicho que es creído en muchas naciones, pero no ha comentado el motivo de su culto, de por qué se cree en Él. Parece que Jesús no es demasiado aceptado por los judíos, los antiguos contribuyeron a su muerte y también a su anuncio. La guía hablando en confidencia me ha dicho que es incompatible ser judío y ser cristiano. Ella percibe la novedad que sembró Jesús; creer en Jesús llevaría a la raza judía a difuminarse por el mundo y perdería su identidad.

7)  28-01-1993. Jueves

Hemos llegado al séptimo día de la peregrinación, estamos en Galilea, desde la terraza de mi habitación contemplo las aguas tranquilas de este hermoso lago. Pero de golpe se presentan una tormenta con olas gigantes que suele ser peligroso para los pescadores.
Jesús se embarca con sus discípulos en el mar de Galilea, y todos van a pescar; la gente se ha quedado en la otra orilla embelesada oyendo su palabra. Los apóstoles van a tirar la red al agua como otras veces. Jesús está cansado de su actividad y se ha recostado en la popa de la barca, allí está más tranquilo en su sueño. Los apóstoles se han asustado mientras Jesús duerme. De pronto gritan: “¡Señor! ¡Sálvanos, que perecemos!” Jesús se despierta y responde : “Hombres de poca fe, por qué habéis dudado”.
Jesús se levanta e increpa al viento y al mar, que le obedecen. Al momento vino una gran bonanza. La gente que observó la sucedido, quedó impresionada y se preguntaba: “¿Quién es este que hasta el viento y el mar le obedecen?”. Jesús mediante estos pequeños milagros adoctrina a sus discípulos, tiende lazos de comunicación con ellos, para transmitirles su mensaje y fortalecerles en la fe. Jesús venía de Dios y hablaba de Dios, éste era el tema principal de su ministerio.
Los milagros de Jesús están en el centro de su mensaje, como lo está el reino de Dios. Jesús enseña con palabras y con obras; por eso meditando sus milagros nos instruye. Quiere todo lo bueno para el hombre y lo principal es gozar de la amistad divina.
Las ciudades que están junto al lago rechazaron a Jesús, tal como en Nazaret, su pueblo; un día lo expresó con estas palabras: “Ningún profeta es apreciado en su pueblo”. Pero la figura de Jesús, aparece majestuosa, limpia, no se deja manipular, ahí está, es necesario observarla, nadie la puede ocultar. Jesús supera el tiempo, el espacio, las culturas y la razas, es rechazado y vuelve a resurgir a pesar de las incomprensiones de los hombres. Aquí encontramos el misterio de su persona. El Cristo que vivió en Palestina, el que murió y resucitó, y en el que creemos es el Hijo de Dios.
De Tiberias salimos hacia Caná de Galilea, lugar donde  Jesús fue con su madre y algunos de sus discípulos a una boda, en la que se acabó el vino. Hemos llegado a la pequeña iglesia donde se piensa que estaba ubicada la casa de los novios. ¡Ya ha pasado tanto tiempo¡ El evangelista san Juan situó al principio de su evangelio la boda, con muchos significados. Aquí han renovado las promesas matrimoniales Eloy Ortiz e Isabel Oliva Martínez, de Murcia, es el matrimonio que viene con nosotros. En la tienda de enfrente, preparan una estampa con la renovación del matrimonio cristiano.
Muchos cristianos de los alrededores de Caná vienen aquí a celebrar su boda, también hay esta costumbre americana de inundar de arroz a los esposos. Un sacerdote de nuestro grupo que ha leído el texto evangélico de la boda y ha hablado sobre la familia.
El cuadro que hay en el altar mayor representa la escena de las bodas de Caná: todos los invitados, María, Jesús  y sus discípulos. Cristo participó en esta boda y convirtió el agua en vino. Libró de un apuro a los novios, pero Jesús se creará un precedente importante, la gente le pedirá más milagros. Todos quedaron pasmados, pero los discípulos creyeron en Jesús. Este fue el primer signo que realizó. La hizo al tercer día, era la fiesta del vino nuevo, de la resurrección. Jesús hace señales para que creyeran.
Jesús muestra la alegría de la familia, la bendice y está a su lado. Este texto lo hemos leído muchas veces los sacerdotes cuando celebramos el sacramento del matrimonio. Resulta curioso que Caná reciba el mismo nombre que en tiempos de Jesús. A los novios se les terminó el vino, porque quizás allí no había viñas. El vino que ofrecen en la actualidad para vender a los turistas recuerda el episodio. Allí se conservan tinajas muy antiguas de barro cocido que servían para las purificaciones de los judíos.
Hay una cripta de estilo bizantino, esto significa que los cristianos tuvieron sumo interés por localizar y conservar los lugares importantes del evangelio y destinarlos al culto. Geográficamente e históricamente se ha localizado todo aquello que tiene interés para el Nuevo Testamento. La fe en Jesús hizo cambiar una parte de la historia de los hombres.
Aquí he pedido a Dios por las familias de las parroquias donde trabajo, para que el Señor las bendiga, las dos iglesias dedicadas a María, ella que es intercesora de la familia. Ahora nos dirigimos por estas fértiles tierras de la llanura de Yezrael hacía Nazaret, población de 70.000 h. Aquí hay cristianos coptos, armenios, ortodoxos, es un lugar bíblico por excelencia, es la aldea donde Jesús vivió la mayor parte de su vida. Nazaret no es citado en lugar alguno del Antiguo Testamento, debía ser insignificante por su dimensión, por sus pocos habitantes y por su extrema pobreza. Aquí vive la Sagrada Familia desde su vuelta de Egipto, por la muerte del rey Herodes el Grande. Cuando se dijo que Jesús era de Nazaret, alguien respondió: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?”. En esta ciudad los salesianos poseen un colegio de enseñanza.
En Nazaret está la basílica de la Anunciación de María, que es de una hermosura y magnificencia que a todos nos ha dejado asombrados. Está al cuidado de los padres franciscanos. Hemos hablado con el hermano Rafael, español, andaluz, nos ha facilitado más información de qué hacen los franciscanos en Tierra Santa. Existen franciscanos de 80 nacionalidades y están repartidos por Israel, Líbano, Egipto, Jordania, Siria.
En la casa de Maria, hemos concelebrado la Misa, es el centro de la basílica de la Anunciación; hemos entonado algunos cánticos a la Virgen, ha durado una hora de 11 a 12 de la mañana. A continuación hemos iniciado la visita turística. La parte superior de la basílica es inmensa, aquí se celebran Misas multitudinarias. Por las paredes laterales hay multitud de invocaciones a la Virgen con diversas imágenes. Entre todas, hemos visto una imagen de la Virgen china; la Virgen de Guadalupe y Montserrat, con esta inscripción: “Amb vostre nom comença nostra història i és Montserrat el nostre Sinaí”.
Esta basílica es una inmensa mole de hormigón, la cúpula tiene forma de flor de lirio, que significa la pureza. Esta basílica la mandó construir el padre Bagatti. Situada sobre la colina donde estaban las cuarenta y cinco cuevas que eran refugio de los habitantes de Nazaret, así podemos considerar que los primeros habitantes eran trogloditas. La casa de María y de José estaban en la cueva. La cueva tenía una entrada y venían las habitaciones a continuación, que eran para comer y dormir.
Colocan una media de siete habitantes por cueva, quizás el pueblo tendría de 250 a 300 habitantes. Pero hemos de pensar que la mortalidad era muy importantes y habría poca gente, no creo que el promedio de habitantes de cada casa fuera siete, sino mejor cuatro, entonces tendría Nazaret poco más de 100 habitantes.  También la pobreza era extrema y los medios de subsistencia escasos para una comunidad humana.
En la casa de la Sagrada Familia, abajo hay un baptisterio que se desciende por siete escaleras, aquí parece que se bautizaron los primeros cristianos. Debajo de la cripta de esta capilla de san José, está la cueva tiene once metros de largo por siete de ancho, aquí hacían sus reuniones los judeocristianos, los que primero abrazaron la fe en Jesús.
En Nazaret los primeros cristianos señalaron los lugares donde vivió Jesús, así se transmitió por tradición. Las excavaciones han dado testimonio de ellos. El diácono, mártir en Panfilia, del que se han encontrado recuerdos en Nazaret. Dice de si mismo: “Somos de Nazaret, parientes de Jesús, en quien creemos y damos culto”.
Existe aquí un pequeño museo que da fe de las excavaciones; se han encontrado cerámicas de hace dos mil años a. C. Los bizantinos al siglo IV construyeron una basílica. Los cruzados construyeron una catedral. Cuando vinieron los mamelucos lo arrasaron todo. La basílica actual es del arquitecto Antonio Mussio del año 1969.  Existe una tradición ininterrumpida de la casa de la Sagrada Familia y de la casa de María. Esta basílica está dedicada a la Anunciación, porque tuvo lugar en Nazaret la venida del  arcángel Gabriel para comunicar la buena nueva. María aceptó la maternidad  divina, Dios se hace hombre y entra a formar parte de la historia.
Hemos rezado la oración del “Ángelus”. El hermano Rafael nos ha dado una explicación elocuente de este lugar santo. El mosaico que hay en el fondo del presbiterio representa a toda la humanidad que se acerca a Cristo resucitado.
La casa de José fue un lugar de culto muy primitivo para los cristianos. Nos preguntamos, ¿Qué impresión tendrían aquellos familiares de Jesús, aquellos contemporáneos suyos cuando se le comenzó a dar culto?  Una aldea, desconocida, sencilla, ignorada, perdida en la montaña, tuvo la dicha de albergar en su término al Hijo de Dios hecho hombre; nos parece sencillamente un cuento de hadas.
Jesús no se hizo hombre ni en Jerusalén, centro religioso judío, ni en Atenas, ciudad de sabios, ni en Roma, centro de la política occidental. A partir de Jesús, Nazaret es el lugar más conocido para los cristianos, el lugar donde se halla la vida escondida de Jesús. Aquí sufrió la incomprensión, un día estuvieron a punto de despeñarle, pero desapareció de sus manos; aquí no quiso hacer milagros por falta de fe. Los nazarenos no creyeron, sus familiares decían que había perdido el juicio.
En Nazaret existe la Fuente de María. Aquí se venden entre otros objetos a los turistas, imágenes de la Sagrada Familia, por ser el lugar donde vivió y cumplió la voluntad del Padre, donde Jesús trabajó y fue madurando como hombre, como dice Lucas: Jesús crecía en edad, en sabiduría y en gracia delante de Dios y de los hombres.
En esta aldea, con sus 45 casas excavadas en la roca, resguardadas de los vientos y de las bajas temperaturas, trabajó la familia más conocida del mundo, llamada Sagrada. Tenemos en las parroquias una veneración especial por ella, porque las visitan las capillas domiciliarias, que se la muestra como ejemplo de virtudes. ¿Quién descubrió nada particular en esta Familia?  Nadie notó nada, la santidad está en la vida.
Aquí Jesús, aprendió de José y María el amor al trabajo,  a hacer puertas, mesas, arados, azadas. María se desplazaría a la fuente a llenar el cántaro de agua, es la fuente de María. A partir de esta aldea insignificante surgió un gran cambio para la humanidad, mas de dos mil millones de personas en el mundo creen en Jesucristo. Una renovación ha surgido de aquí; el evangelio se ha predicado a los hombres. Jesús vino a transformar a los hombres desde dentro.
En Nazaret, Carlos de Foucauld vivió una vida semejante a la de Jesús, en la humildad, la oración, el trabajo y el silencio. Santa Teresa de Jesús fue muy devota de san José porque fue el servidor fiel de la Sagrada Familia. José hace la voluntad de Dios.
Cuando llegó el tiempo señalado por Dios, la Virgen concibe a Jesús y a partir de este momento empieza la colaboración de José en todo el proceso del nacimiento, la acogida, las dificultades y las luces de Dios para cumplir la misión.
Jesús sale de su pueblo natal, Nazaret y va a bautizarse al río Jordán de manos de Juan el Bautista; entonces comienza a anunciar el evangelio, continúa el Antiguo Testamento, llevándolo a su plenitud. De junto al lago de Galilea llama a sus discípulos, que le seguirán con suma fidelidad. Cuando los habitantes de Nazaret vean a Jesús rodeado de discípulos quedarán impresionados. Jesús con poca cosa hizo mucho; el Espíritu le acompañaba en toda su obra de evangelización, después continuará la Iglesia.
Desde aquí vamos a comer a Jaifa, ciudad industrial, de unos 250.000 habitantes, en un restaurante de judíos procedentes de Rusia. Es un menú sencillo y frugal. A continuación nos dirigimos al convento de los padres Carmelitas, en el Monte Carmelo, allí se encuentra la cueva del Padre Elías Tesbita, dentro se halla su imagen, está orando a Dios, fue el único profeta fiel al único Dios, pero tiene que escapar de la persecución real. Es símbolo del hombre anacoreta que está a solas con Dios. Dios le habla desde un airecillo suave que pasa por delante de la cueva. También hace que su oración ardiente consuma la ofrenda por el fuego.
Inspirada en esta montaña del Carmelo comenzó la orden del Carmen, recordaba al profeta Elías y dedicada a la Virgen del Carmen. En este lugar estuvieron los cruzados y al ser invadido el país, la orden pasó a España. Dos grandes carmelitas españoles están aquí, Santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz; la primera escribió sobre la llegada del alma al Castillo Interior o el libro de las moradas; el segundo escribió y dibujó la Subida al Monte Carmelo. ¡Con que maestría describen el camino para llegar a Dios! Otro gran devoto y propagador de la orden del Carmen es san Simón Stok.
En la cúpula de la Iglesia hay unas pinturas que representan la escena de la Sagrada Familia. También más atrás está escrito el nombre de una joven judía, canonizada por la Iglesia, carmelita, santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, que murió en el campo de concentración de Auswitch.
Dejamos este precioso lugar después de comprar algunos regalos y vamos camino de Cesarea Marítima. Esta ciudad fue construida por Herodes, aquí tenía su palacio a orillas del mar, está el teatro romano, reconstruido, de la misma época. Era una ciudad de estilo romano. Tiene todavía el acueducto romano que conducía el agua a la ciudad. Pedro estuvo en la casa del centurión romano Cornelio (Ac 10, 1ss).
Pablo pasó por Cesarea y se hospedó en casa del diácono Felipe (Ac 21, 7-9), tenía cuatro hijas, era un predicador ambulante. En esta ciudad, Agabo pronunció una profecía sobre lo que le había de suceder a Pablo. Este profeta cogió la faja de Pablo y con ella se ató las manos y los pies y dijo: “Al dueño de esta faja le atarán así los judíos en Jerusalén y lo entregarán a los paganos” (Ac 21, 11).
Herodes el Grande construyó la ciudad de Cesarea, su muerte coincidió con el nacimiento de Jesús, más o menos. Más tarde, los mamelucos, que eran los sarracenos venidos de Egipto vencieron a los cruzados y la destruyeron. Una parte de la ciudad ha sido reconstruida en la época moderna, con las casas de piedra y al estilo antiguo. Aquí vive gente adinerada, las tiendas están cuidadas, con productos de calidad, no se hacen rebajas como en otras partes. Se hace vida más bien por la tarde y noche. Hemos visto una fortaleza de la época de los cruzados, con fosos para llenarlos de agua. Los cruzados quisieron construir una catedral que no  la terminaron. Los nativos trabajaban junto a los cruzados, cuando vinieron los mamelucos, como no se acomodaron a estas tierras, no fueron apoyados por los nativos. Durante el siglo XIX estuvieron los bosnios.
Cuando subimos al autobús para desplazarnos hacia Jafa, he iniciado la oración y el canto, después he leído para todo el grupo aquella oración del cardenal Newman que escribió en el viaje que hizo a Sicilia donde tuvo una enfermedad grave con peligro de su vida, pide a Dios ayuda, fuerza y luz: “A través de las tinieblas que me rodean condúceme Tu, siempre más adelante” .
No hemos entrado a la aldea de Emaús, por eso no puedo menos que mencionarla, porque es un lugar muy importante al tratar de la fe en Jesús resucitado y de los dos discípulos que se encuentran con Él. Pienso que este viaje a Tierra Santa ha sido para todos como la lectura del quinto evangelio, por lo menos otro evangelio; nos ha ayudado a encontrar la figura histórica de Jesús, que vivió en una tierra y fue como los demás hombres. Sus contemporáneos fueron sometidos como nosotros, a la prueba de la fe. Muchos creyeron otros permanecieron en la incredulidad.
Todos hemos tenido gratas vivencias del peregrinaje; la mano del Señor nos ha guiado por un nuevo camino. Me ha dado mucha paz en el espíritu, no sé como explicarlo. El se sometió a la debilidad humana, a la impotencia del hombre. En una palabra, me ha ayudado a identificarme más con la voluntad de Dios, a ser manso y humilde de corazón, a ser comprensivo, a saber sufrir en silencio ante las dificultades y las incomprensiones que conlleva la vida.

8) 29-11-1993. Viernes

Acabo el cuaderno. El ángel del Señor he hecho que se deslizará mi pluma sobre el papel para poder plasmar mis vivencias inspiradas por el Espíritu para narrar lo que he visto en el País de Jesús. Jafa es una ciudad portuaria de la época romana. Aquí vino Pedro a casa de un tal Simón el Curtidor; hemos visto esta casa con su nombre en la puerta, claro está, reconstruida. Pedro tuvo una visión. Aquí resucitó a una mujer, llamada Gacela, que era muy caritativa (Ac 9,36-43). Hay ruinas antiguas del puerto de mar, de fenicios, griegos, macabeos y romanos.
Hemos celebrado la Eucaristía en los franciscanos de Jafa, allí he comprado ocho libros: tres los he regalado, trataban sobre el evangelio de Jesús, uno a Virgilio, otro a María Gloria y otro a Feli. Todos se han puesto muy contentos. En la Misa he leído la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles, el episodio de Pedro y de Cornelio (Ac 10, 1-33). Es maravilloso, lo he leído como nunca lo había hecho. ¡Bendito se el Señor por la gran misericordia que ha mostrado conmigo!
Ahora vamos a Tel Aviv, según la etimología significa “Colina de Primavera”, hemos visitado durante un rato la ciudad, a las catorce horas hemos ido al hotel a comer. Después nos hemos dirigido hacia el aeropuerto con unas tres horas de antelación, puesto que el embarque se hace largo por la revisión y preguntas que hacen.
Tel Aviv es una ciudad moderna, construida durante el siglo XX, con edificios modernos, de tipo funcional, no se ven construcciones artísticas, posee un conjunto abigarrado de gentes que viven a la europea, es una ciudad occidental, secularizada, sin grandes pretensiones religiosas; sus habitantes piensan más en la cultura del cine, del teatro, los conciertos de la sinfónica ciudad cosmopolita donde conviven árabes, judíos y cristianos. En esta ciudad se encuentran las embajadas, es donde se realiza todo el papeleo oficial; el gobierno de Israel declaró capital Jerusalén, pero las naciones no la han reconocido. Jerusalén es una ciudad santa para muchos millones de personas y deben tener acceso a ella muchos credos religiosos. Tel Aviv es  para la burocracia.
Ya se termina nuestro viaje, estamos en el aeropuerto Ben Gurion, nombre del primer presidente de Israel el 1948, cuando se les dio esta tierra a los judíos.
Durante el viaje iba vestido con un pantalón negro, un jersey de cuello alto y una gabardina negra. No sé qué impresión debo hacer, pero de todo el grupo me han llamado a declarar en el aeropuerto, me han hecho preguntas como éstas:
¿Cuánta gente compone el grupo?   Respondo: veinticinco personas.
¿Alguien se ha separado del grupo durante días enteros?   No.
¿Alguien, al hotel les ha llevado regalos que ustedes han comprado en las tiendas?   No, todo lo llevábamos nosotros.
¿En qué hoteles se han hospedado?  En Jerusalén, en el hotel Jerusalem; en Tiberias, en el Jordan River; en Tell Aviv, en el Avia.
¿A qué hora han cargado ustedes las maletas?  A las ocho de la mañana, cuando nos hemos levantado.
¿Han quedado en algún momento abandonadas las maletas?  No.
¿Cómo se llama la agencia que les ha preparado el viaje? Central de peregrinaciones.
Cuando les he mostrado mi pasaporte, la traductora que parece una judía venida de Argentina le comenta al policía, este señor es Padre. En una segunda ronda de consultas me han vuelto a llamar otra vez para declarar y además he tenido que abrir mis maletas para cerciorarse de lo que había dentro. No me han hecho advertencia alguna.
Hasta cierto punto es molesto, pero entiendo que es necesario. Cuando la traductora ha visto la máquina de afeitar, pensaba que la había comprado aquí y le ha llamado la atención, pero al decirle que es con la que me afeito cada día, ha callado y ya me han dicho que cerrara todo.
Hemos facturado los paquetes para el avión, nos han dado los billetes y hemos sido acompañados hasta el último momento por la guía Raquel y por la señorita María Jesús, que trabaja en la agencia Medina Tours y el último día había venido a comer con nosotros, quizás para tomar algún contacto y ver la posibilidad de organizar algún viaje.
El día 28 por la noche, después de la cena en el hotel Avia, tuvimos que someternos a un acto de protocolo, después de un cambio de impresiones nos dieron un diploma que acredita el viaje como peregrinos, está firmado por el ministro de turismo de Israel.
Ya hemos subido al avión de Iberia, un bimotor con unos ciento treinta pasajeros a bordo. Nos hemos instalado en nuestros asientos, los sacerdotes, el matrimonio y las dos jóvenes de Barcelona; Feli colabora con los franciscanos en Semana Santa; María Gloria hace algún reportaje para Cataluña Cristiana, me dijo que había de enviar una crónica a radio Vaticana sobre nuestro viaje. Las dos hablan el castellano y el catalán. Éramos los tres únicos de aquí de Cataluña, el resto de otras provincias españolas y el matrimonio de Murcia.
Alguien me ha dicho cuando despega el Avión: Recemos un Padrenuestro. Se han puesto los motores a toda velocidad, el capitán ha dicho: “Vamos a despegar, buen viaje”. El avión toma altura, nos hemos ceñido bien los cinturones de seguridad.
Hemos conversado largamente. Vienen con nosotros el grupo de sacerdotes de Barcelona, que ya los encontramos durante el recorrido por Tierra Santa. Llegamos al aeropuerto de Barcelona, nos ha costado unas cuatro horas y media, nos despedimos y cada uno va a su casa. Los otros van rumbo a Madrid. Mi cuñado Amado Abella Ambrós estaba esperándome en la puerta tercera del aeropuerto y yo he salido por la segunda. Pronto nos hemos encontrado.

9) Conclusión del viaje. 4-02-1993


Voy a hacer un análisis del viaje, que abarca seis aspectos.
1. El medio de transporte desde la salida de Xerta, donde vivo, hasta Israel ha sido en coche, en tren y en avión. Era ésta la primera vez que volaba a diez mil metros de altura en un bimotor; la impresión que hace el despegue del avión es como la de una inmensa fuerza que te lanza hacia arriba, con un rugir de los motores a plena rendimiento. La subida y el ponerse en ruta en el aire es lo que más impresiona.
El desplazamiento por los lugares Santos ha sido en autocar, para los veinticinco peregrinos; hemos visitado los lugares que recorrió Jesús. Recuerdo el viaje que realizó Egeria hacia el siglo IV, que duró tres años; nosotros lo hemos hecho en pocos días. Ella iba en una caravana y al llegar a los lugares bíblicos se apeaba, leía los textos y rezaba a Dios. Gracias, Señor, por estos medios de transporte, que hemos inventado los hombres. Desde Xerta a Tortosa me llevó con mi coche Francisco Cabanes.  Cuando llegué a Barcelona, busqué el billete del avión y primero me entretuvieron unos minutos por los gastos del aeropuerto, y a los once y cuarto de la mañana me encontré con el grupo, que venía de Madrid. No ha habido retraso, todo iba como esperábamos.  Durante las visitas en autobús por Tierra Santa, nadie se acercó a nosotros para robarnos, a veces nos pedían niños algo en perfecto castellano. Toda la gente que visitaba los Santos Lugares se la veía con mucha seriedad y una gran cualidad humana. La puntualidad siempre ha sido muy buena. En cada iglesia que visitábamos el grupo dejaba un dólar. Durante la visita se tuvo que introducir algún cambio en la línea pedagógica y doctrinal.

2. La preparación técnica del viaje ha sido buena en todo su conjunto. Hubiera sido mejor empezar la visitar por Belén, ir a Nazaret, recorrer los lugares del Lago de Genesaret donde Jesús predicó, llamó a los discípulos, bajar por el Jordán, visitar algunos lugares de Samaria, ir a Jericó, el mar Muerto y subir a Jerusalén a celebrar la plenitud del misterio de Jesús. Quizás este era el sentido teológico.
Todos los miembros del grupo, como la mayoría somos sacerdotes, hemos estudiado la Sagrada Escritura, hemos leído el evangelio y nos hemos situado en todos los lugares visitados. La guía Raquel ha sido una excelente acompañante. Una mujer judía, nacida en Argentina, creyente, aunque practica poco, pero aprecia y vive la historia de Israel. Me confesó que era imposible ser buen judío y al mismo tiempo ser cristiano. La fe en Dios, va unida a la raza judía y a la tierra. Pero yo le he dicho que el ser cristiano tiene una visión universal, puede entrar en la Iglesia, cualquier persona de otra cultura.

3. La preparación cristiana del viaje es importante; no es un viaje turístico, sino una peregrinación al País de Jesús, que es hombre y al mismo tiempo Hijo de Dios. No vamos a visitar una historia ya pasada como podemos pensar en un emperador romano. Estamos en un personaje de plena actualidad, que es viviente. Jesús, que murió y resucitó, que enseñó el amor, el perdón que abrió la fe en Dios a un universalismo. Tierra Santa es recordar la humillación del Hijo de Dios, para acercarse a los hombre.
Dios se preparó un pueblo para que le sirviera en la santidad. Escogió a hombres y mujeres santos, como Noé que caminaba con Dios, Abraham que mantuvo la fe en el Dios único. Dios acompaña a las doce tribus de Israel, las conduce a Egipto y desde allí a la Tierra Prometida camino del desierto, con una providencia especial. Dios hace la alianza en el Sinaí, por medio de Moisés y le revela los mandamientos. Desde Palestina se anunció el evangelio a todo el mundo, fueron los judíos quienes emprendieron la gran tarea y ha llegado hasta nosotros, con la donación total de su vida por esta causa.

4. La ciudad de Jerusalén está abierta a otras culturas; los franciscanos hacen una gran labor en Tierra Santa. El peregrino se da cuenta que Tierra Santa es una pieza codiciada por los judíos, los musulmanes y los cristianos de varias confesiones. Allí cada uno disputa un palmo de tierra. En un mismo lugar se celebran varias ceremonias al mismo tiempo. Un monje está en un rincón, les das un dólar y te da una estampa, una vela o un botellín de óleo. Tierra Santa tiene su misterio, es el lugar escogido por Dios para revelarse. Vivieron los grandes patriarcas: Abraham, Isaac y Jacob. Las doce tribus. Los reyes, David, Salomón; hablaron los grandes profetas, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel Elías, Eliseo, Amós, Oseas.
Tierra Santa es la tierra que pisó Jesús, el Maestro de los hombres, el Hijo de Dios, santificada con su presencia, con su trabajo, adornada con sus enseñanzas,  que acabó con una injusta muerte, en la cruz. Pero la gloria de Cristo es haber resucitado. Desde esta tierra tiene que irradiar la paz a la humanidad, porque el Hijo de Dios llevó la salvación a todos los pueblos. Jesús, antes como ahora, es signo de contradicción, bandera discutida para todos los pueblos. Pero Él siempre aparece majestuoso. He vivido durantes estos días una inmensa paz, Cristo me ha llenado y ahora vuelvo a anunciar su Buena Nueva y vivir las bienaventuranzas.
He visto la variedad de creyentes en Cristo, los grupos que tienen su parcela en Tierra Santa, los monjes ortodoxos, los etíopes, sus liturgias, su manera de vestir, los iconos que adornan sus iglesias.
Des de aquí surgió el cristianismo. En la antigüedad cristiana había cinco patriarcados: Jerusalén, Alejandría, Antioquia, Constantinopla y Roma; el que tenia el primado principal era el de Roma, donde murió Pedro. La Virgen Egeria cuando nos habla de Jerusalén y de su liturgia ensalza la solemnidad y dice que una mayoría era cristiana en el siglo IV. Cuando el Viernes Santo leían la pasión todos se lamentaban.
Los judíos son la raíz de la Iglesia, en sus libros sagrados, nosotros los cristianos hemos encontrado la tradición, de aquí la necesidad de leerlos y estudiarlos.
También debemos tener en cuenta que en el mundo judío existe mucha gente que prescinde de la tradición, que ha abandonado su fe y ha caído en el ateismo. Creo que a mucha gente cada vez le es más difícil compaginar el mundo moderno con su fe en el único Dios. Los católicos y en general los cristianos nos encontramos con el fenómeno de la secularización. Es un reto de los tiempos modernos para la fe cristiana; por eso la enseñanza de la fe es una exigencia constante, pero nos viene la pregunta: ¿Habrán suficientes personas para transmitir la fe?

5. El comercio religioso es otro aspecto a considerar. Hemos de afirmar que a todos nos gusta llevarnos un recuerdo del País de Jesús. Aquí está la raíz del comercio. Belén vive en gran parte del turismo religioso. El comercio religioso lo fomentamos los turistas que queremos comprar objetos. Yo compré una figura del niño Jesús de Belén de madera de olivo, y una imagen de la Sagrada en Nazaret, también cruces de madera y rosarios. Una misma cosa vale diferente, se introduce el regateo.
Hicimos el juego del amigo invisible, a mi me tocó Don Serafín, un sacerdote de Madrid, que vive cerca del aeropuerto, le regalé unos rosarios.  Al gobierno israelí le interesa este turismo religioso de calidad porque le proporciona muchos ingresos y en consecuencia lugares de trabajo: Hoteles, comercios bares, tiendas y la mano de obra. Pero el motivo del viaje a Tierra Santa es religioso, conocer los lugares de Jesús, su predicación, sus milagros, los primeros discípulos y el misterio de pasión muerte y resurrección.

6. La comida que nos han dado ha sido abundante en verdura, casi siempre cruda y muy variada. En algunos lugares hay buena agricultura, como en el oasis de Jericó, donde en pleno invierno se cosechan verduras al aire libre; también en las llanuras de Galilea. La carne ha sido muy escasa, a no ser algo de pavo y pollo. En algún momento nos sacaron carne de ternera, pero poca cantidad. También nos daban mucho arroz. En cuanto al cerdo ni nombrarlo, está prohibido. Recordemos la visión de Pedro: “No llames a nada impuro, todo lo creado por Dios es bueno”. Así Pedro se abre al universalismo de la fe, que bastante le costó; pero tuvo que acostumbrarse por las circunstancias que le rodearon. Me leí los libros que compré sobre la Biblia y me interesaron. También compré una Guía de Tierra Santa de Florentino Díez, 1990, editorial Verbo Divino. Gracias a Central de Peregrinaciones por facilitarnos un precioso viaje.

(Fotografía del grupo con el que fui a Tierra Santa, 1993 en el Santo Sepulcro).

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