Cuaderno de Tierra Santa
Mn. Antonio Bordás
Belmonte. Presbítero, Dr en Teología
Plaza Iglesia,
3.
43 860 L’Ametlla de Mar. (Tarragona).
Índice Prólogo. 1) 22-01-1993. Viernes p.
2) 23-01-1993. Sábado, p.
3) 24-01-1993. Domingo, p.
4) 25-01-1993. Lunes, p. 5) 26-01-1993. Martes, p. 6) 27-01-1993. Miércoles, p. 7) 28-01-1993. Jueves, p. 8) 29-11-1993.
Viernes, p. 9) Conclusión
del viaje. 4-02-1993. Xerta
Prólogo
Ofrezco a mis
lectores el viaje que realicé a Tierra Santa durante el mes de Enero del año
1993, regía las parroquias de Xerta y Paüls, daba clases de religión en las
escuelas de los dos pueblos y a los nocturnos del IES Ebre, de Tortosa. Me
dieron unos días de permiso. Voy a
narrar mi experiencia de la peregrinación, no aporto nada nuevo, en cualquier
Guía lo hallaréis mejor, pero vale aquello que se ha vivido y más cuando se
trata de la fe cristiana, simplemente aporta mi punto de vista de creyente.
1) 22-01-1993. Viernes
Tres son los lugares que históricamente ha
tenido la cristiandad de peregrinación: La ciudad de Roma, donde se encuentra
la cátedra de San Pedro y su trofeo, el pescador de Galilea, elegido por Jesús
como cabeza de su Iglesia, porque un día le confirió el primado cuando le dijo:
“Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Allí estuve
becado durante el curso 1984-85 como estudiante en la Universidad Gregoriana y
alumno del Colegió Español. Visité la basílica del Vaticano y bajé a su tumba,
catorce metros abajo del altar de la Confesión acompañado del Padre Facio.
El segundo
lugar es el sepulcro del apóstol
Santiago a la ciudad de Compostela, en Galicia, lugar de peregrinación de toda
Europa y ahora del mundo entero, he ido varias veces, con ello pretendía un
acercamiento a la tradición apostólica, e insertarme en el centro religioso de
Santiago. Una misma fe en Cristo unió a los europeos, aunque la divisiones
están todavía latentes. Cuando la fecha del 25 de Julio, Santiago el Mayor cae
en domingo, entonces es Año Santo Compostelano. Hay muchas rutas de Santiago,
la de la Plata, la de Roncesvalles y la del Ebro.
El tercer camino, y
es el que ahora voy a desarrollar es el de Tierra Santa, que ha recibido muchos
nombres, como Canaan, Palestina, Tierra Prometida, Judea, Israel. La ciudad
santa por excelencia es Jerusalén, corazón de Palestina, país donde nació,
vivió, murió y resucitó Jesús. Allí predicó su Buena Nueva a los hombres.
Jerusalén es ciudad
Santa de los cristianos, judíos y musulmanes. Los cristianos siempre tuvieron
el deseo de acercarse al país donde vivió Jesús; en las épocas de las cruzadas,
fueron a rescatar el Santo Sepulcro del poder de los infieles, donde estuvieron
cien años.
Por eso
acercándonos al tiempo de la Biblia decimos que tenía un templo maravilloso,
construido por Salomón, después destruido por el ejército de Nabucodonosor, rey
Babilonia y reconstruido a la vuelta del destierro; más tarde Herodes el
Grande, lo engrandeció y lo embelleció, pero en la época de los romanos, con la
sublevación de los judíos, el año 70 de nuestra era, lo destruyeron junto con
la ciudad y se llevaron cautivos a sus habitantes. A partir de entonces comenzó
una etapa nueva, la diáspora.
Palestina es el
país de Jesús, Él lo recorrió a pie, con sus caminos llenos de polvo, entró en
sus pueblos y ciudades, predicó en la Galilea de los gentiles, Samaria la
cismática y Judea de grandes convencimientos religiosos.
Palestina es el
centro de mira de todo el mundo cristiano, siempre recibimos información de
este pequeño país por todo lo que significa para un creyente cristiano, ya
desde los primeros tiempos del cristianismo. Allí existen muchos ejemplos de
seguidores de Jesús des del siglo primero, como después veremos y a partir de
la paz constantiniana, fue un lugar donde floreció la fe y de lo cual tenemos
preciosos y elocuentes testimonios. Santa Elena, la madre del emperador
Constantino, por su fe cristiana, puso los ojos en esta tierra y quiso venir por aquí, mandó construir
la basílica de la Natividad de Belén, que todavía se puede admirar.
Podemos recordar
entre otros, el largo viaje que realizó la peregrina Egeria, si venía de
Galicia o de las Galias, no lo sabemos de cierto, sea lo que fuera, el hecho es
que nos va narrando todo lo que vio en su largo viaje, también nos describe la
liturgia de Jerusalén y de su ferviente comunidad, de cómo celebraban los
cristianos la liturgia durante la Semana Santa en la basílica de la Anástasis o
Resurrección, en el siglo IV.
También san
Francisco de Asís quiso visitar Tierra Santa, para identificarse con Jesús en
su humanidad. San Ignacio de Loyola, el peregrino, visitó estos lugares, se
preguntaba: “¿Qué voy a hacer por Cristo?. El beato Carlos de Foucauld vivió un
tiempo una vida escondida, de servicio mientras descubría el camino de su
vocación, en Nazaret trabajó al servicio de una comunidad de clarisas en su
huerto.
Podemos acercarnos
a las catequesis bautismales que pronunció para los cristianos el obispo Cirilo
de Jerusalén, que hoy día se leen con gusto al explicar el mensaje cristiano en
los siglos VI y V, prueba que había muchos cristianos.
Yo como un
peregrino más, me uno al grupo, somos veinticuatro sacerdotes, un matrimonio y
dos jóvenes, que vamos al país de Jesús, donde vivió, murió y resucitó, el que
es el salvador de los hombres. Soy sacerdote de Jesucristo y quiero tener un
recuerdo imborrable de este país, de esta tierra bendita, santificada por la
presencial del salvador, aunque la violencia está presente. Me acerco al quinto
Evangelio.
El Hijo de Dios se
hizo hombre en un país sencillo y humilde, dentro de un pueblo, que desde
antiguo Dios fue preparando y cuando lo creyó conveniente envió a su Hijo al
para ser uno de nosotros y darnos ejemplo de vida, aunque El nos da mucho más.
Hace unos días
terminé de leer un libro que escribió un compañero sacerdote, Antonio Castillo
Velilla (+) titulado Viaje a Tierra Santa y entre frase y frase jocosa
explica su fe en Jesús de Nazaret, con la gente de la parroquia de San Agustín,
de Alfara de Carles.
Esta mañana, a las
11’15 horas del 22 de Enero de 1993 he subido al avión de Iberia, que nos
conduce a Tel-Aviv y he llegado a las 3’30 de la tarde. Cuando he entrado en el
aparato, enseguida me han saludado efusivamente el resto de grupo que venía
desde Madrid, he visto un grupo alegre y contento, me ha invitado a compartir
el viaje. De repente el avión acelera los motores, se pone en marcha y con una
fuerza insospechada empieza a rodar y rápidamente despega, toma altura, le
cuesta un buen rato llegar al nivel en el que vamos a navegar. Unos cuantos
signos de las azafatas nos advierten de algo que no entendemos demasiado y
pronto nos ofrecen la comida. Todo el mundo está en silencio, nos hacen algunas
advertencias y vamos tomando confianza en la travesía.
Es una experiencia maravillosa
sobrevolar el mar Mediterráneo, en línea recta, de Barcelona a Tel-Aviv, a unos
diez mil metros de altura y a una velocidad de ochocientos kilómetros por hora.
He contemplado la isla de Sicilia, la isla de Rodas, las costas de Italia y
Grecia. En algunos momentos una inmensa masa de algodón cubría el Mediterráneo.
El avión ya no es ninguna novedad, todo el mundo de una manera u otra ha subido
y ha viajado en él.
Cuando estábamos
cerca de Israel el cielo se ha nublado, la costa de Egipto e Israel aparece
ante nuestra mirada y el avión comienza a perder altura y la navegación se ha
hecho más lenta; el aeropuerto de Ben Gurión estaba preparado para recibirnos.
Un judío venido de
Argentina nos esperaba en el aeropuerto y al subir al autobús, aparece la guía
de nuestra peregrinación, es Raquel. Ella nos acompañará, ahora nos da las
primeras instrucciones, en este bonito viaje para desplazarnos de un lugar a
otro.
Comienza nuestra
peregrinación. Tengo esperanza que todo va a ir muy bien. Tenemos algunos
folletos que nos servirán de guía en el viaje. Pero lo más importante es
descubrir con más profundidad quien es Jesús de Nazaret, de quien nos han
hablado tantas veces, que hemos leído su evangelio y en quien creemos como a
Hijo de Dios hecho hombre por nosotros. El es mi Señor.
Otra vez le voy a
hacer la pregunta: Cristo, ¿tú quien eres? El me responderá de nuevo: “Yo
soy el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Raquel, nuestra
guía, es una mujer judía creyente, conoce la Biblia, en los recorridos lleva en
sus manos una edición de la Biblia de Jerusalén, que cita con
gusto, principalmente el Antiguo Testamento y hace referencias constantes al
pueblo de Israel y al nuevo estado de Israel, si bien es laico.
Esta primera noche,
a la hora de la cena, en el Hotel Jerusalén Gate, nos hemos presentado los
veinte y cuatro peregrinos, respondiendo a estas preguntas: ¿Quiénes somos?
Nombre y naturaleza. ¿Qué hacemos? Y ¿A qué venimos a Tierra Santa?
A continuación el
Sr. Virgilio Valbuena, organizador del grupo, ha pedido tres voluntarios para
la dirección espiritual del grupo, que conlleva preparar la liturgia, la Santa
Misa y ambientar los lugares que visitaremos al día siguiente. Se han
presentado los siguientes voluntarios: Serafín, Antonio y Antonio Bordás. Nos
hemos pasado una hora antes de ir a dormir buscando textos, preparando cantos y
oraciones.
Pero voy a relatar
lo que hemos hecho durante la tarde: un grupo de cinco sacerdotes hemos salido
a pasear, a dar una vuela por los alrededores del hotel, hemos charlado y también
hemos pedido información a unos peatones por el paradero de una sinagoga; pero
nadie nos daba explicación; al cabo de un rato, en un semáforo, hemos
preguntado a un conductor y nos ha indicado que hay una a unos dos cientos
metros.
La primera dificultad
que tenemos es acercarnos al alefato hebreo, puesto que no recordamos nada de
cuando lo estudiamos en el Seminario, solamente hice un curso; pero también hay
rótulos en inglés.
Ya era de noche,
hemos encontrado la sinagoga, muy bien iluminada, en la planta baja hemos oído
hablar con fuerte voz; unos hombres entonaban cantos religiosos, se oída ruido
de platos, un grupo de judíos estaba celebrando la cena del viernes por la
noche, porque desde el momento en que aparece en el firmamento la primera estrella
ya se debe guardar el reposo sabático. Todos los judíos, tanto pequeños como
mayores llevan puesta la kepá o solideo diríamos nosotros sujetado con una
pequeña pinza al cabello. La mayoría de los judíos hablan el inglés y el hebreo
por ser la lengua del estado de Israel. En el primer piso de la sinagoga se
sitúan los hombres, allí había sillas, bancos y multitud de libros, la Biblia
en hebreo puesta en el atril. Esto significa la veneración y acceso de todo el
mundo al libro Santo por excelencia.
Hemos saludado a un
joven de unos veinte años, nos hemos dado a conocer como sacerdotes católicos y
se nos ha permitido el acceso a la sinagoga; pero nos ha dicho que debemos
ponernos el solideo, pero no hacía reparo. No nos lo hemos puesto y hemos
salido enseguida. En cuanto a las mujeres están en un lugar a parte de los
hombres, se reúnen en el piso superior del edificio.
Nos ha gustado este
ambiente y recordamos el tiempo de Jesús, cuando celebraba con los judíos de su
tiempo el reposo sabático; hemos pensado en la fiesta de Pascua en que se comía
el cordero pascual. Jesús cumplía el reposo mandado por la Ley de Moisés; pero
no fue esclavo del descanso. Nos han dicho que durante el sábado no se puede
cocinar, si no es lo imprescindible, no se pueden limpiar los platos, no se
pueden encender los cigarrillos.
En verdad, la parte
judía de Jerusalén se halla paralizada, no hay movimiento, no hay actividades.
Hoy, en el restaurante no me han querido servir un café por ser día de reposo
sabático. Jesús no aceptaba esa intransigencia y quería orientar de una manera
nueva la religión de sus padres que había vivido siempre. Decía: “No es el
hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre”.
Jesús se disgustaba
mucho cuando los fariseos le acusaban de curar en día de sábado; el mismo jefe
de la sinagoga siguiendo el precepto judío decía a la gente: “No vengáis en
sábado a curaros, venid otro día de la semana, porque hay que guardar el reposo
del sábado”. Pero Jesús veía
que el hombre, imagen de Dios, era más importante que el sábado, por eso curar
a un hombre era bueno. Los fariseos daban de beber a sus bueyes y asnos en día
de sábado y también si se les caía un animal en un pozo en día de sábado lo
sacaban; más importante era curar a una persona.
2) 23-01-1993. Sábado
Hemos pasado el
primer día de peregrinación a Tierra Santa, desde el aeropuerto de Tel Aviv
hemos ido a Jerusalén. Hoy es sábado, día de descanso para los judío; en cambio
para los árabes es el viernes; para los cristiano es el domingo, día de la
resurrección del Señor, el primer día de la semana; el domingo significa día
del Señor.
El teléfono de la
habitación suena a las siete de la mañana, nos levantamos y nos duchamos
enseguida. Mi compañero y yo hemos tenido tiempo de rezar los maitines y laudes
en la habitación para estar a las siete y cuarenta y cinto minutos en el
comedor del hotel que hay un autoservicio, presentan variedad de comidas,
algunas raras, predominaban las verduras, huevos, queso, pan, leche fría,
mantequilla, pero no carne.
Ayer por la noche
nos dieron carne para cenar y después alguien pidió un café con leche y nos
dijeron que no estaba permitido en el hotel. Ya me imaginaba la razón y fue
también la guía quien nos lo confirmó, la Biblia dice: “no asarás el cabrito
con la leche de su madre”; no se puede mezclar leche con carne, es
un tema de salud.
A las ocho nos
viene a buscar el autobús con Raquel, salimos de la ciudad y nos dirigimos
hacía el Monte de los Olivos, lugar donde Jesús iba con sus discípulos a rezar,
con cierta frecuencia. Hemos paseado por aquella zona acompañados de Raquel,
que nos va explicando la historia de Israel y de la ciudad de Jerusalén, ciudad
santa para tres religiones: judíos, cristianos y musulmanes. Aquí vino Abraham
y se establecieron sus descendientes. Nos habla del rey David y de Salomón.
David no pudo construir un templo para Dios, porque era hombre de espada y
sangre; pero los construyó su hijo Salomón, hijo de Betsabé.
Salomón construyó
el hermoso templo, y en él puso el arca de la alianza, símbolo de la presencia
de Dios en medio de su pueblo. Nos ha hablado de la destrucción de Jerusalén
por Nabucodonosor, rey de
Babilonia, del destierro de los judíos hasta el año 536 a.C. También de la
reconstrucción del templo y de la lectura de los libros de la ley en la época
del sacerdote Esdras en presencia de todo el pueblo.
Desde el mirador,
lugar estratégico, subiendo por unas escaleras, hemos visto la ciudad de
Jerusalén, con sus hermosas construcciones de piedra, en la montaña se
encuentra la universidad hebrea. Estamos en el monte Escopus, son las ocho y
media de la mañana.
La Jerusalén
antigua debía ofrecer un panorama muy diferentes de la ciudad actual; hay los
barrios: judío, árabe, cristiano, musulmán con la gran mezquita de Omar. Las
actuales murallas son obra de Saladino, gran constructor, como Herodes.
Jerusalén, ciudad
santa, patria de profetas, testigos de la alianza entre Dios y su pueblo
creyente, que oraba, pero dice Jesús que lo hacía más con los labios que con el
corazón.
Dios dijo por boca
del profeta: ”Cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina recoge
a sus polluelos bajo sus alas y tú no has querido”. Jerusalén no supo
descubrir el tiempo de Dios, la salvación anunciada, estuvo más atenta a la
interpretación literal de la ley, que a descubrir el momento en que hablaría el
Hijo de Dios.
Esta imagen de la
gallina que cobija a sus polluelos bajo sus alas, representa a la Iglesia,
iniciada por Jesús, que hunde sus raíces en el antiguo pueblo de Dios. La
Iglesia tiene una misión diferente del Israel antiguo, tiene que saber
descubrir mediante los tiempos nuevos la dimensión salvadora universal de Dios
sobre la humanidad.
Hemos visto toda la
extensión del Huerto de los Olivos, hemos contemplado aquellos olivos
milenarios, sus troncos retorcidos, anchos, contorsionados por el tiempo;
olivos que han sido cultivados por generaciones de agricultores. Es un fruto
mediterráneo.
Hemos llegado todo
el grupo, recorriendo la montaña, a la pequeña capilla con una cúpula en
restauración, es el lugar donde se venera la ascensión del Señor. Hemos tocado
la piedra que pisó Jesús antes de subirse a los cielos por su propio
poder. Jesús se reunió y fue
hablando con el grupo de apóstoles y discípulos, quizás eran unas ciento veinte
personas. Jesús se fue elevando al cielo y desapareció de su vista; aquel
encuentro fue diferentes de los otros. El tuvo la iniciativa, se presentó sin
avisar, era la última aparición. En la puerta de la capilla hemos leído el
texto de Marcos 16, 15 y hemos
orado. Después hemos leído una poesía de Fray Luis de León:
“¿Y
dejas, Pastor Santo,
tu
grey en este valle hondo, oscuro,
en
soledad y llanto:
y tú
rompiendo el puro
aire,
te vas al inmortal seguro?”.
Jesús se eleva a la vista de todos, ellos se
quedan mirando embelesados al cielo. Los ángeles son quienes dan la respuesta: “Varones
de Galilea, ¿qué hacéis aquí mirando al cielo? Este Jesús vendrá de la misma
manera que le habéis visto subir”.
Ellos se marcharon
contentos, recordaban con alegría el mensaje que habían recibido del Maestro: “Id
y haced discípulos a todas las gentes”. Al final hemos entonado el cántico:
“Anunciaremos tu reino, Señor, tu reino”. Jesús nos ha encomendado el
anuncio del reino a todos los hombres. El reino que empieza ahora y durará
siempre.
Nos hemos desplazado
por el Huerto de los Olivos hacia el convento de carmelitas, en cuya pared se
hallan los textos del Padrenuestro en multitud de idiomas: Castellano antiguo y
moderno, en valenciano, en catalán, en vascuence y en gallego.
He entonado el
Padrenuestro de Espinosa, todos nos hemos dado las manos en señal de paz y
amistad. La oración de Jesús es como la shemá para Israel del Deuteronomio:
“Escucha Israel el Señor es nuestro Dios, uno es el Señor”. La oración la
debemos tener en el corazón y en los labios. Orar siempre y en todo momento,
por nosotros, por nuestros familiares y amigos y por quienes queremos hacer
apostolado, que lleguen a Dios, que se conviertan de sus pecados.
Todos juntos, en
grupo, junto a mis feligreses, pido al Señor: “Enséñanos a orar”. Hemos
salido de una basílica inacabada y por una impresionante cuesta hemos ido
bajando hacia otra basílica, donde el Señor oró y lloró por Jerusalén. Jesús en
este lugar sencillo y bonito, en el que hay algunos mosaicos y un cuadro, que
por una ventana mira a la ciudad de Jerusalén, recordamos su incredulidad.
Jesús dice:
“Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son
enviados ... días vendrán en que te rodearán de trincheras, matarán a tus
hijos, y no quedará piedad sobre piedra”. Aquí está el anuncio de Jesús, que
sus discípulos recordarían hacia el año 70 d. C.
Hemos meditado el
texto de Mt 23, 17 y Lc 19, 41-44 y nos hemos dirigido hacia la iglesia
ortodoxa de la “Dormición de la Virgen María” o también llamada “Tumba de la
Virgen”. En el fondo, allí en la roca, existe un sepulcro excavado, tapado con
un cristal donde han tirado muchos billetes. Toda la iglesia está llena de
lámparas, un monje ortodoxo, sentado, vende
Fresco de la Capilla de los
Ángeles.
óleo santo y algunos
objetos por unos dólares. Después hemos entrado en una cueva donde aparece la
figura del Señor en un cuadro y allí hemos rezado un Padrenuestro y el Ángelus.
Son cerca de las
once y vamos presurosos a celebrar la Misa con otro grupo de sacerdotes. El
lugar es la hermosa basílica de Getsemaní, rodeada de columnas, que cuidan los
franciscanos. Hemos concelebrado seis sacerdotes. Todos hemos estado con mucha
devoción durante una hora, hasta las doce de mediodía, en que se ha cerrado la
basílica. Hemos cantado con devoción y al terminar hemos tocado la roca en que
oró Jesús, cuando se alejó de sus discípulos como un tiro de piedra. Jesús oró
hasta sudar gotas de sangre. Si recordamos la escena, Judas se acercó con la
guardia de los sumos sacerdotes y con un beso traidor lo entregó.
Al salir ofrecían bolsas de rosarios, he
comprado doce rosarios, por mil pesetas, y nos hemos dirigido en autocar al
Kibut, una organización comunitaria, allí hemos comido, pero como es sábado no
se puede accionar la cafetera y hemos tomado café hervido.
(Estampa del Nacimiento de Jesús, comprada en
Belén de la Iglesia de los Angeles).
Por la tarde nos
hemos dirigido hacia Belén, por el camino de Efratá. La ciudad se llama “Tierra
del pan”, y se halla dentro de los territorios ocupados, es cristiana y
musulmana.
Dice el profeta:
“Y tú Belén Efrata, no eres de ningún modo la más pequeña entre las ciudades de
Judá, porque de ti nacerá el Mesías que pastoreará a mi pueblo Israel”.
Aunque sea invierno, son muchos los
peregrinos que acuden a Belén a visitar la gruta donde nació Jesús, por nuestra
salvación. Hay una iglesia bizantina y una iglesia católica, custodiada por los
franciscanos. Todos los del grupo hemos bajado a la cueva, donde dice la
tradición que nació Jesús; una estrella y un altar nos esperan. Jesús nació en
este lugar, para que yo le adore, para que le ofrezca mi amor.
Belén vive
principalmente de los recuerdos que vende a los turistas extranjeros. Durante
los dos horas que hemos permanecido en la ciudad han llegado varios cientos de
personas de lugares diferentes, principalmente europeos, Belén forma parte de
los territorios ocupados en la guerra de los siete días; en todos estos campos
ha tenido lugar la entifada o rebelión de los árabes contra los judíos.
La basílica de
Belén, que se entra por una pequeña puerta de un metro de altura, todo el mundo
tiene que agacharse, es bonita, tiene dos filas de columnas, una parte del piso
está descubierta, allí se puede ver un mosaico de la época bizantina.
Hemos entonado con
devoción el “Adeste fideles”, “Fieles acercaos, triunfantes y alegres”. Hemos
llegado a Belén, pueblo donde nació Jesús, así estaba anunciado por los
profetas; nació en una cueva y fueron a visitarle los pastores de los aledaños.
El nacimiento de Jesús es narrado por san Lucas con una sencillez y un frescor
que emociona. Aquí nació Jesús. “Hic natus est Iesus de Maria Virgine”.
Aunque durante los primeros siglos la fe
cristiana fue perseguida, tuvo que vivir en ciertas épocas oculta ante el poder
romano, las familias cristianas fueron transmitiendo cuidadosamente los lugares
que Jesús habitó y señalan puntos culminantes de la vida de Jesús. En la
basílica hay esculpida la imagen de tres señores con vestidos persas, y cuando
entraron los soldados persas en Palestina y destruyeron todo lo que encontraron
al paso, respetaron dicha basílica porque los personajes iban vestidos según su
estilo.
La cueva de Belén
posee muchos rincones y en ellos se puede celebrar la Misa; nos hemos sentado,
en el lugar donde vivió san Jerónimo cuando tradujo la Biblia del griego y
hebreo al latín, la Vulgata, él venía de Roma a trabajar sobre la palabra de
Dios.
El evangelio de
Mateo, al hablar de la genealogía de Jesús, cuando llega a José dice: “El
esposo de Maria, de la que nació Jesús el llamado Cristo”. El evangelio de Lucas, que es el
que hemos leído en la cueva, habla del nacimiento de Jesús; José y María venían
de Nazaret y se dirigían a Belén, porque José era del linaje de David, había
sido promulgada una orden del emperador romano Tiberio que mandaba a cada uno
empadronarse en el lugar de procedencia. El cabeza de familia era José y fueron
a Belén. Pero cuando llegaron allí no encontraron alojamiento, y María que
estaba embarazada, dio a luz a Jesús, en una cueva.
Los ángeles de Dios
anuncian el nacimiento; los pastores fueron los primeros en acoger la noticia,
representan al Israel sencillo y humilde que recibe al Mesías. Los ángeles
anuncian la paz a los hombres porque ha nacido Jesús. Se realiza una comunión
entre el cielo y la tierra.
Prefiero meditar en silencio el misterio de la encarnación del Hijo de
Dios; muchos somos los que hemos creído y creerán en su nombre, dentro y fuera
de la Iglesia. Los magos, como
forasteros, con vestiduras persas, se acercan a adorar, vienen de lejos. Ellos
representan a los gentiles en el testimonio de su fe y de su amor al Señor.
Nos preguntamos:
¿Quién predicó el evangelio en las tierras de Arabia y de Mesopotamia? Aquí se
encuentra la cuna de la civilización escrita, de aquí procede el padre de los
creyentes, Abraham, que por inspiración divina y emprende el camino hacia un
país lejano. También los magos debían recibir una inspiración divina, después
de dos mil años de la salida de Abraham.
Cada día celebramos
en nuestra parroquias la Navidad y en muchas de ellas se escenifica el pesebre.
Cada año se celebra la liturgia de navidad el 25 de diciembre, en la “Misa del
gallo”, se sale de madrugada de la iglesia, es cuando en los pueblos comenzaban
a cantar los gallos en los corrales que anunciaban el despertar del día.
El día de Navidad
cantamos villancicos, en medio del pueblo, de manera viva. Aunque nuestra
Navidad de pueblos y ciudades va tomando un nuevo aire, en parte religiosa y en
parte de regalos, de fe y de secularización, la fiesta marca el ritmo del año.
La Navidad está tan arraigada en
la familia y en la Iglesia que es imposible sacarla de nuestra cultura. Me
pregunto: ¿Qué puedo hacer yo en la Navidad? Debo reconocer que Dios mismo se ha hecho hombre para
salvarme de mi pecado y elevarme a la dignidad de hijo de Dios.
En la sencillez y
en la insignificancia humana, Dios se hace hombre; pero Dios se hace hombre
dentro de un pueblo religioso, que muchas veces se debatió entre la fidelidad y
la infidelidad; pero al final, ¡Oh paradoja! Triunfó la voluntad de Dios en el
mundo.
Continuo el tema,
aunque no sea totalmente el mismo; nos dirigimos hacia Jerusalén y vamos a
visitar el Knéset (parlamento) donde se reúnen los representantes del Estado de Israel. El tema de las
diferencias entre todos los habitantes de Palestina es tan importante como
insoluble. Jerusalén, tres veces santa; aquí también reina la intolerancia y el
fanatismo religioso. ¿Quién podrá sembrar y cosechar la paz?
Hoy hemos ido a
comer al restaurante de un kibut; nos han dado buena comida, pero nos hemos
tenido que servir nosotros. Los kibuts van perdiendo su fuerza, las gentes
prefieren trabajar y luego vivir su vida, no moverse dentro de una vida
comunitaria.
3)
24-01-1993. Domingo
Tierra Santa es
impresionante para un católico; aquí nació Jesús y la Iglesia de los apóstoles
el día de Pentecostés; aquí los primeros judíos comenzaron a vivir como
cristianos; aquí resucitó el Hijo de Dios, que murió en la cruz por nuestros
pecados.
Aquí constatamos
que las explicaciones bíblicas tienen una referencia histórica y geográfica;
aquí vivieron y murieron unas personas que han dejado sus huellas en el paso
del tiempo, que vivieron como creyentes. No podemos dudar de las bases
históricas de todos estos relatos, como lo hizo la teología liberal europea.
El pueblo de
Israel, su historia, los patriarcas, los profetas, Jesús y los apóstoles, los
evangelios, los primeros cristianos no son invenciones de unos falsarios, al
contrario todos estos personajes históricos nos remiten al pensamiento de Dios
y a la historia de la salvación, a la intervención divina en la vida humana.
Hemos llegado a la
aldea de Betania, sentimos una atracción especial por el lugar de Marta, María
y Lázaro, la familia que gozó de la amistad y de la compañía de Jesús; que con
ellos, se sentía en su casa, cuando iba a Jerusalén seguro que se dirigiría
hacia allí.
En Betania se
encuentra la iglesia dedicada a los tres hermanos y el sepulcro de Lázaro, que
es una llamada a la resurrección. La vida de María es una escucha atenta del
Maestro y la de Marta un trabajo en su servicio. La iglesia, que cuidan los
franciscanos, me ha impresionado por su limpieza y por los mosaicos tan
preciosos que hay en la parte alta de las paredes. Primero Jesús, Marta y
Maria. Segundo el encuentro y el diálogo con las hermanas. Tercero la
resurrección de Lázaro. Cuarto, una comida de Jesús con esta familia.
Hemos leído el
capítulo 11 de san Juan que relata la escena de Lázaro. Había en las paredes
textos en latín, que voy a traducir: “Le dijo Jesús: Yo soy la
resurrección y la vida”. También: “María ha escogido la mejor
parte”.
Contemplo a las dos hermanas de diferente
carácter y temperamento; se tendrían unos pequeños celos; pero los encuentros
con Jesús debían ser de una riqueza impresionante, movidos por un amor profundo
y total hacia el Maestro. Seguro que aquellas dos hermanas amaban sincera y
tiernamente a Jesús, que era su amor y su Señor, que lo darían todo por
Él. Este lugar se reservó como el
encuentro. Los bizantinos construyeron una basílica, están aquí los restos:
mosaicos, columnas, arcos. Luego los cruzados pasaron por aquí. Los
franciscanos tienen capillas para que los visitantes puedan celebrar la Misa,
contemplar y orar.
Jesús dice en el
lugar del sepulcro de Lázaro: “Padre, para que crean que tú me has
enviado”. Después clamó Jesús con fuerte voz: “Lázaro, sal
fuera”.
Pablo VI fue el primer papa que visitó este
lugar. Yo humildemente voy a confesar mi fe en Cristo que ha muerto y ha
resucitado: “Creo que tu eres la resurrección y la vida. Aumenta mi fe y
quiero ser apóstol de tu resurrección, quiero encontrarme contigo, igual como
tus tres amigos”.
El texto de Lázaro lo leemos muchas veces,
principalmente en los entierros, para meditar en la esperanza de la
resurrección; que debe ser completado con la resurrección de Jesús. Lázaro
volvió a la vida de este mundo; en cambio Cristo recibió un cuerpo resucitado,
que ya no podía morir; superaba la caducidad para vivir con el Padre.
Marta y María han
representado dos actitudes: la vida activa y la vida contemplativa. El seguidor
de Cristo debe orar y trabajar. La
santificación en el trabajo diario necesita oración; quien hace apostolado debe
orar para sacar fruto.
Des de Betania nos
hemos desplazado hacia el centro de la ciudad de Jerusalén, de hermosas
construcciones de piedra blanca porque es la que conforma mejor con el lugar
histórico. Hemos paseado por el exterior de la muralla de grandes bloques de
piedra, del año 1532, época de Solimán y hemos entrado por la puerta de las
basuras.
El año 1967, en la
guerra de los siete días se entró en la ciudad. Nos hemos acercado a una parte
de las excavaciones donde aparecen los antiguos muros, de la época de Salomón,
de la reconstrucción y de la época de Jesús, donde estaban los cambistas del
templo, porque en esta parte se encontraron multitud de monedas donde se
compraba y vendía para los sacrificios. Se detectan los diversos estratos de
civilizaciones que han pasado por la ciudad santa. Arriba en el monte, que se
llamó Moria, Abraham fue a ofrecer a su hijo Isaac, como se lo había mandado
Dios; pero al ir a matarlo un ángel le dijo que Dios había visto su fidelidad,
que no hiciese mal alguno a su hijo.
Arriba estuvo el
templo de Salomón, ahora están las dos mezquitas actuales, que los cruzados
convirtieron en iglesias. La mayor se llama de Omar y la redonda se llama
Laksa. Al subir a la gran explanada del antiguo templo, a la zona de las
mezquitas, que es territorio árabe, tenemos que pasar un control de guardias;
aquí no tiene dominio el Estado de Israel. Ahora como creyente y como persona
que rezo con los salmos puedo entonar: “Qué alegría cuando me dijeron
vamos a la casa del Señor, ya están pisando nuestros pies tus umbrales
Jerusalén”.
Jerusalén es el centro del mundo creyente en
el único Dios, lugar de encuentro de las grandes religiones monoteístas. Aquí
vamos a adorar a Dios. Dentro de las mezquitas, con los pies descalzos, he
rezado el Padrenuestro en cada una; he invocado el nombre de Dios. Recordaba
las palabras que desde la zarza Dios dijo a Moisés: “Descálzate, porque
la tierra que pisas es sagrada”.
Jerusalén es de los grandes lugares de
peregrinación; aquí Dios prepara un gran banquete para todos los pueblos de la
tierra, Dios mismo invita gratuitamente a participar de su sabiduría, porque es
sabio quien cree en Dios y vive al estilo de Jesús, para que la humanidad sea
fiel al mandato del Padre y que nos amemos mutuamente.
Los judíos tenían
obligación de subir tres veces al año al templo de Jerusalén para orar, por
pascua, por Pentecostés y la fiesta de los tabernáculos, oraban a Dios,
ofrecían sacrificios y escuchaban a los maestros de la Ley. Jesús a los doce
años subió por la fiesta de Pascua al templo de Jerusalén, iba con sus padres,
los niños tenían la obligación a partir de los doce años, podían participar en
la enseñanza, preguntaban y discutir con los maestros. Ante Jesús todos
quedaron admirados por su sabiduría.
El evangelio nos
ofrece aquella escena de la presentación de Jesús al templo a los cuarenta días
de nacer, llena de alegría, fue recibido con sus padres por los dos ancianos
venerables: Simeón y Ana, que esperaban la consolación de Israel; como nosotros
esperamos ser consolados en nuestras adversidades y que se cumplan todas
nuestras esperanzas. Dios se acerca al hombre, cuando en verdad éste le está
esperando..
En cuanto a los
musulmanes, llaman a la oración cinco veces al día desde los minarets de las
mezquitas y gritan con fuerza: “Sólo Dios es grande”. Pero este Dios ama
apasionadamente al hombre y quiere que los hombres se amen mutuamente.
El judío ora tres
veces al día. El católico reza tres veces al día, por la mañana, al mediodía y
por la noche; también celebra la eucaristía o cena del Señor, el memorial de
sacrificio de la cruz. La liturgia de las horas se reza cinco veces al día.
Los árabes se
colocan un velo sobre la cabeza que se llama Kefia y un cinto que lo sostiene
que se llama Askal.
Los judíos para un
tipo de oraciones se colocan el talín – el manto- sobre las espaldas y la
cabeza del que cuelgan unas filacterias. También se atan una cajita a la frente
y la colocan a las jambas de la puerta en la que está escrita la schemá: “Escucha
Israel”.
Creo que tenemos
que aprender de los árabes el sentido profundo de la oración a Dios, del trato
diario y continuo con Él. Los judíos siguen sus tradiciones, los más ortodoxos,
son fieles a la Ley de Dios, manifestada en más de doscientos preceptos y la
explicación de la Ley, contenida en el Tamuld.
Cristo llegó al
espíritu, descubrió el amor a todo ser humano, en él se encuentra la prueba de
nuestra verdadera religión: “Si decimos que amamos a Dios a quien no vemos y
no amamos a nuestro prójimo a quien vemos, mentimos y la verdad de Dios no está
en nosotros”.
Hemos oído desde la explanada de las
mezquites, el volteo de campanas de las basílicas cristianas en domingo, día de
descanso, día de la resurrección del Señor. Nos hemos sentido identificados.
Nosotros volvemos a salir des del monte Sión por la puerta custodiada por los
soldados y nos dirigimos al muro de las lamentaciones. Todo el piso es de
piedra labrada. El muro está construido con piedras enormes, las de la base son
ciclópeas, hay un lugar para los hombres y otro para las mujeres.
Los judíos van a
rezar ante el muro, vestidos de negro, con un sombreros y antes de entrar se
lavan las manos en una fuente.
Nosotros nos hemos
puestos la Kipá y nos hemos acercado, allí los hombres rezaban con todo el
cuerpo, con un libro en las manos y dando inclinaciones de cabeza, moviendo el
tronco, los brazos y las piernas. Toda la persona, cuerpo y espíritu está en
oración. Después hemos entrado en la sinagoga que hay a la izquierda y allí
hemos visto cantidad de libros de oraciones y la Biblia, muchos hombres
rezaban, algunos más ancianos tomaban café y té. Un judío alto nos ha ofrecido
cambiar dólares por chekels.
Entre las grietas
del muro de las lamentaciones hemos visto como los judíos tiraban pequeños
papelitos o los metían con los dedos, son sus oraciones. La visita al muro es
una de las cosas más típicas de la Jerusalén judía; el año 70, los judíos
fueron deportados a Roma. Siempre la diáspora judía ha sido numerosa, y ha
abierto horizontes a este pueblo peregrino. Ahora posee una tierra, llena de
conflictos, para seguir sus tradiciones y costumbres. Después nos hemos
marchado. Todo este conjunto está limpio, casas construidas con piedras bien
labradas, está bien conservado.
Hemos ido a comer
al restaurante Cleopatra, y continuamos la visita, vamos hacia un pueblecito,
que hoy es un barrio de Jerusalén, Ein-Karem, según nos ha llegado por
tradición, es la patria de Zacarías e Isabel. Al llegar hemos visto la fuente
de María, allí se nos ha explicado que unas religiosas atienden a personas
deficientes mentales.
Subimos una larga
escalinata y arriba se encuentra la basílica que recuerda la visitación de
María a Isabel, hemos contemplado unas pinturas preciosas. La escena nos la
recrea el evangelio cuando Isabel alaba la fe de María: “Bienaventurada tú
que has creído”.
Maria responde con
el canto del Magníficat: “Mi alma proclama la grandeza del Señor y mi
espíritu se alegra en Dios mi salvador, porque ha mirada la humillación de su
esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones...” que lo
hallamos escrito en las paredes en diversos idiomas. Los franciscanos cuidan
del lugar, y reciben a los visitantes. Hemos leído todo el grupo el texto de
Lucas. María tuvo que venir desde Nazaret a Belén a visitar a su prima Isabel,
después del anuncio del ángel.
A continuación nos
dirigimos a otra iglesia que se halla en el interior del pueblo, dedicada a san
Juan Bautista. Nos hemos sentado en la cripta y hemos leído el Benedictus, la
oración de Zacarías que habla de Juan al precursor del Mesías: “Bendito sea
el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David su siervo ... y a ti
te llamarán profeta del Altísimo porque irás delante del Señor a anunciar sus
caminos ...” Lo hemos rezado todos juntos y hemos encontrado un nuevo
sentido, estamos en el mismo lugar donde se pronunció. Hemos orado y meditado
todo el grupo.
María se dirige a
la montaña de Judea a visitar a su prima Isabel. Las dos madres, Isabel y
María, se encuentran y el Espíritu Santo obra en ellas el misterio preparado
desde los siglos. Juan el Bautista resumirá la esperanza profética, que habla
del futuro Mesías.
Por la tarde hemos
ido a celebrar la Misa en el Santo Sepulcro. En todo el entorno hay varios
edificios; en el monte Calvario están los cristianos coptos. Cuando llegamos
hacía las cinco y media de la tarde, los franciscanos están celebrando la
exposición con el Santísimo sacramento.
Los cruzados que
llegaron a Tierra Santa en la Edad
Medía, venían con la intención de rescatar el Santo Sepulcro a los
sarracenos. Este lugar de tanta tradición es visitado por nosotros. La roca del
Calvario es un promontorio, vemos el hoyo de la roca donde clavaban las cruces
de los condenados a muerte. Al lado está el Sepulcro, excavado en una roca.
Aquí fue enterrado Jesús y resucitó. La resurrección es el fundamento de
nuestra fe. Cristo no sufrió la corrupción y pasó a la eternidad.
Dos grupos de
sacerdotes hemos concelebrado la Misa. El sacerdote que presidía estaba
emocionado, era un canónigo de Sigüenza-Guadalajara, nos ha predicado un
fervorín, y nos ha dicho que debemos ser unos cristianos alegres de la
resurrección.
Ha sido todo un día
completo; la visita de estos lugares
está lleno de grandes emociones para quien ha estudiado la Biblia.
Cenamos en el hotel y a continuación nos hemos reunido, se ha tratado el tema
de la Iglesia católica a la ciudad de Jerusalén.
4) 25-01-1993. Lunes
Comienza el día
cuarto de la peregrinación. Nos hemos levantado y hemos rezado, a continuación
vamos a desayunar, podemos escoger la comida. Tengo un poco de sueño, puesto
que por la noche hago toda la redacción de la jornada.
Nos hemos
trasladado a la puerta de san Esteban y hemos visitado la iglesia de santa Ana,
construida por los cruzados. Ésta es la única que se conserva de esta época, de
la Edad Media, es de piedra, de estilo románico. Posee una sonoridad admirable,
cuando se habla se oye de todas partes. Hemos rezado y terminamos con un canto
a la Virgen. San Joaquín y santa Ana, según la tradición son los padres de
María.
Los cruzados
realizaron un esfuerzo admirable, representando al mundo cristiano, en
construcciones y en mantener los Lugares Santos, pero la falta de medios hizo
fracasar aquella empresa admirable. Estamos en Jerusalén.
A continuación
hemos ido a visitar un pequeño torrente, que es donde los arqueólogos han
ubicado el lugar donde se encontraba la piscina de Betesda o probática, con sus
cinco pórticos, que era el lugar donde esperaban los enfermos al Ángel de Dios,
que bajaba, removía las aguas y el primero que entraba quedaba curado.
En el siglo XI,
cuando la crítica liberal empezó a dudar de los hechos históricos de la Biblia
se comenzaron a hacer las excavaciones arqueológicas para poder comprobar con
las manos y los ojos aquello que se leía. Los resultado fueron sorprendentes,
porque aparecían los lugares que narran los evangelios. En las excavaciones se
había llegado al nivel que recorrió Jesús con sus discípulos.
Hemos leído el
texto de Juan 5, 1 ss y hemos entonado dos cánticos: “El Señor es mi fuerza”
y “Salve Madre”. Todo este recorrido lo hacemos por la parte antigua
Jerusalén con calles estrechas, los negocios, que hoy están cerrados porque
hacen huelga por la muerte de una joven en una manifestación. El barrio es
árabe; comenzamos a rezar el Vía crucis, con las mismas estaciones que marcaron
los cruzados en la Edad Media.
Este Via Crucis que
recorremos es singular, lo hacemos por la Vida Dolorosa en medio de bullicio de
la gente que va a su trabajo, a sus negocios, a comprar una barra de pan, un
plato de comida a la tienda. Pero hoy hemos tenido suerte, todavía se puede
pasar bien y hay más tranquilidad.
Hemos seguido cada
estación sin tomar la cruz de madera, hemos preferido seguir con el libro de
peregrinación, donde hay un texto de Via Crucis. Hemos rezado también
improvisando algunas oraciones. La primera estación la ha leído Gloria de
Barcelona, la segunda Heliodoro de Segovia, la tercera la ha dirigido un
servidor. Después de rezarla he añadido un pequeño comentario a la primera
caída de Jesús.
Al terminar, hemos
llegado a la capilla de los monjes etíopes, con sus iconos, arriba al edificio
poseen unas pequeñas habitaciones y abajo, en la capilla, hay unos asientos,
allí rezan y guardan el lugar; recuerdan a la reina de Saba que fue a visitar
al rey Salomón y quedó prendada de sus sabiduría. Esta allí a la puerta un
monje viejecito, le hemos dado cinco dólares y se ha puesto muy contento. En
su capilla no estaba el Santísimo.
Después hemos
pasado a la basílica del Santo Sepulcro, hemos subido a la parte alta. En este
lugar se recuerda la crucifixión del Señor. Jesús fue clavado en la cruz junto
a dos ladrones y suspendido sobre la tierra. Está el agujero de la roca donde permaneció clavada la cruz.
¿Jesús era consciente, me pregunto yo, del profundo drama que se estaba
realizando? Pienso que sí. El sabía que con su muerte en la cruz cumplía la
voluntad del Padre y salvaba a los hombres. Este es el gran tema de la
conciencia que tenía Jesús sobre su misión. El, consciente de este hecho porque
el Padre le iba desvelando el misterio de su vida; profundizaba cada vez más en
el sentido de su misión, que ahora ya llegaba al final y se confiaba a la
voluntad del Padre.
Jesús como hombre
fue madurando en crecimiento corporal, en sabiduría sobre el mundo y los
hechos, en su vocación como Hijo de Dios. Es la vocación de Jesús que se
desvela con unas exigencias sorprendentes. Jesús hombre e Hijo de Dios, igual
al Padre, con una sabiduría infinita, eterno, porque en El fueron creadas todas
las cosas.
Jesús, el Hombre
Dios, tuvo una vocación singular, única como ningún hombre podía tener, por eso
su impulso y su deseo de llevarla a término fue irrevocable, y en cierta manera
fue incomprensible para aquellos que vivieron con Él y le trataron; incluso
algunos intentaban apartarle de este camino, cosa que Él siempre rechazó como
tentación del demonio. Jesús no podía sino cumplir en su vida terrena la misión
que el Padre le había encomendado, aunque sabía que aquel camino, por la
malicia de los hombres, le conduciría a la muerte, en el patíbulo de la cruz.
Frente a Jesús apareció la incredulidad, muchos de su pueblo le rechazaron a un
nivel casi infinito.
En este momento se
enfrentan la bondad de Dios y la maldad de los hombres, fruto del pecado, que
siempre tiende a rechazar a Dios.
Hemos vuelto a venerar
el Santo Sepulcro, nos hemos inclinado con profunda reverencia y hemos meditado
el misterio del amor infinito de Dios, hemos rezado la oración dominical. Junto
a él, hay cavado a la roca otro sepulcro y nos hemos dirigido a mirarlo, aunque
se halle bastante sucio. Existe una gran diferencia de creyentes de Jesucristo,
se palpa aquí esta diferencia. La manera de cantar de los cristianos coptos,
sus iconos; vemos a un monje en un pequeño cuarto, enciende unas velas, se
pueden comprar y él da una vela y una estampa.
A continuación nos
hemos fotografiado todo el grupo y hemos comprado unos objetos religiosos en la
tienda del fotógrafo. Nos ha dicho que nos hacía un descuento del 20 % por ser
nuestro grupo. En realidad hay una variedad tan grande de precios que uno no
sabe a qué atenerse. Por ejemplo, unas pequeñas cruces de madera están al
precio de seis dólares; en la iglesia de la visitación a tres, en el convento
de los franciscanos a un dólar y medio.
Todo el grupo hemos
ido a comer al hotel Holyland, y en el jardín hemos visto una maqueta preciosa
de la Jerusalén del tiempo del rey Herodes, construida con piedra. Nos hemos
encontrado con un grupo de sacerdotes de la diócesis de Barcelona, que
celebraba los veinticinco años de sacerdocio, dirigía la peregrinación el
profesor de Sagrada Escritura Jorge Sánchez Bosch, iba con ellos el obispo
jubilado Daumal. Les he saludado y he compartido algunas experiencias del viaje
con ellos.
A continuación
hemos ido a visitar la iglesia del Galicantu, del canto del gallo, que recuerda
las negaciones de Pedro; frente a nosotros, desde una mezquita, el muacín
entona la oración de la tarde. Nosotros, mientras tanto, frente a Jerusalén,
por un camino empedrado, de la época de Jesús hemos recordado las afirmaciones
de Pedro de no negar a su Maestro por ningún motivo del mundo. Este camino que
va del Huerto de los Olivos hacia el centro de la ciudad, los arqueólogos
afirman que es de la época de Jesús. Dentro de la Iglesia del Galicantu, muy
bonita, construida por los franceses, nos recuerda las palabras que Jesús dijo
a Pedro: “Antes que el gallo cante me habrás negado tres veces”. Pedro
afirmaba que no le negaría; pero cuando llegó el momento de la prueba, sucumbió
antes las palabras de una criada.
El gallo cantó como
siempre de madrugada. Pedro recordó las palabras de Jesús y lloró amargamente.
Lo recuerdan los cuatro evangelistas. Ésta fue la debilidad de Pedro.
Jesús había dicho
antes: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Había
mostrado una gran confianza en su persona. Más tarde Jesús vio en cierta manera
frustrada su esperanza, le vio en aquella situación embarazosa, le había
negado; pero no había desconfiado del perdón. Jesús después de resucitar
preguntó a Pedro por tres veces: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Pedro
a la tercera vez, confundido y avergonzado respondió: “Señor, tú lo sabes
todo, tú sabes que te amo”.
Este amor era suficiente y Jesús ya no quiso
insistir más, estaba convencido que Pedro, cuando llegase el momento daría la
vida. Le amaría con toda el alma y sería el fundamento de la Iglesia: “Tú,
una vez convertido, fortalece la fe de tus hermanos”.
Te pido, Señor, que me des una gran fe, un
gran amor a ti, que si tal vez me aparto por un momento, haz que reciba la
fuerza necesaria para recuperarme. Quiero ser tu apóstol y anunciar el
evangelio por todo el mundo.
La Virgen nos
acompaña en nuestra peregrinación por Tierra Santa, ahora estamos en la
basílica de la Dormición de María, edificio de una perfección sin igual. Yo
hubiese querido quedarme por un momento en aquella cripta rezando. Algo me ha
ayudado en la devoción a la Virgen, arriba en la iglesia un grupo de visitantes
estaba sentado y una mujer cantaba el Ave María de Gounot. Nosotros hemos
cantado a María. Recuerdo las palabras del Papa: “María, transcurrido el
curso de su vida terrestre, fue llevada por los ángeles al cielo”. María es
nuestra Madre, es nuestra reina, ella acompaña a su Hijo y nos acompaña a
nosotros. La imagen de la Virgen dormida se halla en el centro de la cripta, es
una talla yacente de singular belleza. Más adelante, está el Cenáculo, donde
Jesús comió la última cena con sus discípulos, no es el mismo edificio, sino en
el mismo punto, cerca de una gran basílica de piedra. Este edificio con arcos,
fue construido por los cruzados, ahora está al mando de un musulmán y él nos
abre la puerta.
El edificio está en
mal estado de conservación, las pareces sucias, los arcos se conservan bien,
los musulmanes lo convirtieron en mezquita, tiene un punto orientado hacia la Meca,
como lugar de oración. Es una lástima que no se pueda orar o celebrar la Misa
en este lugar. Debajo de esta sala se encuentra la tumba del rey David.
Jesús cuando mandó
preparar la cena y dio una contraseña a sus discípulos: “Id a la ciudad y
encontraréis a un hombre que lleva un cántaro de agua, seguidle y en la casa
donde entre les preguntaréis: ¿Dónde está la sala en la que el Maestro va a
celebrar la cena?”. Todo sucedió
como había dicho. Jesús, sentado a la mesa con sus discípulos les dijo: “Ardientemente
he deseado comer el cordero pascual con vosotros antes de padecer”. Jesús
durante la cena siguió el ritual judío, pero llega un momento en que toma el
pan y dice: “Tomad y comed, porque esto es mi cuerpo”. A
continuación toma una copa llena de vino y les dice: “Tomad y bebed,
porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna ”.
Jesús en aquella cena explica todo el amor
de su corazón hacia sus discípulos. Pero está triste, va a ser entregado. Lava
los pies de sus discípulos para mostrarles cómo deben servirse mutuamente. Él
les ha dado ejemplo. Inmediatamente nos dirigimos hacia la capilla que poseen
los franciscanos, allí cerca y celebramos la Misa. Todos nos encontramos
bastante cansados por toda la actividad del día, andar de un lugar para otro,
escuchar charlas, hacer reflexiones, cantar. Pero vale la pena todo lo que
podemos contemplar. Es una gracia de Dios ir a Tierra Santa y visitar los
lugares que pisó Jesús.
Jesús, Sumo y
eterno sacerdote, danos fidelidad. Tú nos has hecho sacerdotes para Dios.
Queremos servir a los hombres, queremos amar a todos. Danos fuerza para
anunciar el evangelio al mundo entero. Todo tu pueblo santo participa de tu
sacerdocio, en cualquier lugar donde viva un cristiano, se hace presente a Cristo.
Cuando salimos de
la iglesia un viejecito árabe, nos esperaba a la puerta con su vestidura
blanca, el turbante i un asnillo. Le pregunto a un compañero: “¿Qué hace este
anciano? Me responde: “Está esperando que alguien le pida subir al
borriquillo para cobrar un dólar”.
Lo más importante para nosotros durante este día ha sido la visita al
Cenáculo. Lo había visto en fotografías, pero ahora me he hecho cargo del
lugar, de todo lo que significa para un sacerdote católico el sitio donde Jesús
dijo: “Haced esto en memoria mía”. Jesús comió el cordero
pascual, quizás fue en jueves, y al cabo de unas horas sería el cordero
inmolado por la salvación de los hombres, sufriría injusta condena de los
judíos y el poder romano lo ejecutaría en una cruz.
Durante la Misa
hemos leído la lectura del Antiguo Testamento referente al sacrificio del
cordero pascual, que fue una señal de libertad para el pueblo hebreo que vivía
esclavo en el país de Egipto
Después, como
segunda lectura hemos leído la carta a los Corintios que recoge la tradición de
la cena del Señor, Jesús la noche en que fue entregado instituyó la Eucaristía.
El evangelio ha tratado sobre el lavatorio de los pies a los apóstoles.
Estas tres lecturas
son profundamente representativas de la última cena de Jesús y su significado
inherente de amor y de servio mutuo de los cristianos. Meditamos en la cena, la
presencia de Jesús en la Eucaristía entre nosotros, en ella, Jesús anticipa el
sacrificio de su vida, el cuerpo es entregado y la sangre es derramada.
Hemos llegado al
final de la tarde al hotel Gate, ha sido un día de intensa actividad, después
de cenar, el director de la Casa de Santiago de Jerusalén, que queda ubicada en
el barrio de Betania, nos ha hablado de los objetivos que persigue: la
formación de sacerdotes y seglares en conocimientos bíblicos, obtenidos en el
mismo país donde vivió Jesús.
El sacerdote
Francisco de Lucas, director de la Casa de Santiago, nos ha hablado de la
penuria económica en que se encuentra y de la necesidad que vengan alumnos a estudiar. Quizás para estos estudios tan
especializados no haya muchas personas, de esto tendrá la última palabra la
Conferencia Episcopal Española, para los sacerdotes que deban perfeccionarse en
los estudios. Llevo un cansancio inmenso, doy gracias a Jesucristo que ha
querido que este año viniera a su país, ahora estoy agotado y voy a dormir,
porque mañana debemos ir al mar Muerto y haremos el recorrido por el interior
de Palestina, siguiendo el curso del río Jordán, hasta llegar a Galilea.
En resumen debo
decir que algo me ha impresionado más de Jerusalén, su altura, rodeada de
montañas, con abundantes rocas. Las construcciones de piedra blanca, con muchos
edificios familiares. Hemos visto los judíos ortodoxos con sus vestidos negros,
traje, gabardina y su sombrero negro, su austeridad en el porte exterior.
Entramos en una sinagoga en viertes, por la noche, ya día de reposo para el
sábado.
Otro aspecto es la
amalgama de credos, religiones que conviven en la ciudad, judíos, mahometanos,
los cristianos, católicos, ortodoxos, coptos, etíopes, monofisitas, algún
protestante, que hemos notado muy poco su presencia Estos días rezamos por la
unidad. Los ortodoxos no han querido participar en la ciudad de Jerusalén.
5)
26-01-1993. Martes
El quinto día de
nuestra visita por Tierra Santa va a gozar de un ambiente y un panorama de
diferente color, vamos a Jericó. Nos hemos levantado a las seis y media de la
mañana, hemos preparado las maletas porque debemos desalojar pronto el hotel.
Mi compañero Mn. Sebastián y yo cada día nos damos una ducha de agua caliente,
primero se levanta él y cuando ya se ha aseado me levanto yo. El se va a dormir
a las diez y yo de las once y media a las doce. Porque escribo lentamente mi
diario de viaje; le pregunté si le molestaba la luz encendida, pero me dijo que de ninguna manera. Este
momento de final del día es cuando hago una reflexión de toda la jornada y me
encuentro conmigo mismo. Este viaje para mí es como una recapitulación de mi
vida, actualizo existencia cristiana y sacerdotal, dedicado al estudio y al
apostolado.
Muchas veces los
profetas del Antiguo Testamento iban a Jerusalén. Jesús subía y bajaba.
Recuerdo estos momentos de su vida que fueron cruciales, sobre todo cuando
realizó la entrada triunfal a la ciudad santa desde le Huerto de los Olivos,
aclamado por sus discípulos y la gente sencilla; todos tiraban sus vestidos al
suelo por donde tenía que pasar y agitaban sus manos con ramos de olivo.
Jerusalén fue fiel
a la letra de la Ley, pero no al espíritu que la mantenía, porque mataba a los
profetas y apedreaba a los enviados de Dios. La parábola de los viñadores
homicidas es la concretización del drama humano que vivió este pueblo elegido.
Jesús bajaba de Jerusalén a Jericó y al entrar en la ciudad vio a un ciego
llamado Bartimeo.
Nosotros en nuestra
bajada, entre valles y montañas, vemos a unos extraños grupos de personas con
una vida singular, son los beduinos del desierto de Judea. Viven agrupados en
familias. Un hombre se casa con una mujer o con varias, según le interesa,
porque las necesita para cuidar toda su hacienda. Ellas cocinan, cuidan el
ganado, le dan hijos; el hombre se cuida de comerciar el ganado para poder
vivir.
Los beduinos llevan
una vida trashumante, han de ir en busca de pastos para su ganado. Ahora, como
ha llovido en las montañas, todo refleja un suave verdor, ya tienen para comer
las ovejas y las cabras. Los beduinos viven haimas, tiendas, allí tienen los
animales encerrados durante la noche.
Las tiendas las montan y desmontan cuando les conviene. En cuanto a las
mujeres o la mujer, si le han sido infieles, puede decirles el marido tres
palabras: vete, vete, vete. Ella debe volver a su familia. Los casamientos se
suelen arreglar entre familias. Abraham aceptó a su primera esposa Sara. Mas
tarde tuvo un hijo de la esclava Agar, Ismael, a los dos los expulsó de casa y
tuvieron que marcharse camino del desierto. Moisés despidió a sus mujer, no
sabemos por qué.
Los beduinos poseen
una cultura de sus antepasados que se transmite oralmente junto al fuego, viene
de generaciones. Ahora bien, tienen una cultura de pastores que no se han
asentado en un lugar determinado; una cultura antigua. Entre las tiendas, los
beduinos tienen un depósito de agua para dar de beber al ganado.
Hemos rezado la
oración presidida por el grupo que le tocaba hoy; el responsable es Jorge
Oliva. Durante la bajada hemos meditado la parábola del buen samaritano: “Un
hombre bajaba de Jerusalén a Jericó”. Esta parábola nos hace tomar
conciencia de una realidad, los viajes que se realizaban en aquellos tiempos,
eran peligrosos, por los bandidos que asaltaban a los viajeros.
Esta parábola la
pronunció Jesús para enseñarnos cómo debemos ayudar a cualquier hombre por el
hecho de ser un ser humano y Dios está contento de este amor. El prójimo era
aquel que usó misericordia. Un desprendimiento tan grande solamente lo podía
proponer Jesús, que lo vivió y lo enseñó de manera admirable. Cuando se medita
la parábola del buen samaritano y se conoce la situación de las montañas, las
pendientes y los valles, la tierra árida, se da cuenta de la dificultad del
caminante y de su soledad.
Cuando hemos
llegado al desierto de Judea, nos hemos dado cuenta de la fertilidad del lugar,
es posible subsistir, incluso poseer comodidades. Esta tierra con poca agua produce
verduras, frutas y dátiles, hay zonas de inmensas palmera de dátiles. Juan el
Bautista se alimentaba de langostas y miel silvestre. La miel sería el dátil.
El desierto ofrece soledad, trabajo, comunión para quienes viven en él, cultivo
de la espiritualidad.
Por aquí hay algún
Kibutz, un grupo pequeño, ofrece todo tipo de trabajo, totalmente socializado y
representa el primer periodo de asentamiento y conquista de la tierra.
Nos hemos acercado
al mar Muerto, al mar de la sal a casi cuatrocientos metros bajo el nivel del
mar Mediterráneo, con un calor ya casi de verano y estamos en pleno invierno.
Unos cuantos sacerdotes del grupo se han descalzado y se han bañado los pies.
El resto hemos palpado el agua que nos ha dejado unos dedos pastosos, como de aceite.
El agua del mar
Muerto tiene una densidad del 36 % de sal, se puede explotar para sacarle
minerales. El lago tiene 74 km de largo por 40 de ancho y en lo más hondo una
profundidad de 40 m. El agua es tan densa que no puede haber vida. Por el
extremo sur es donde se encontraban las ciudades bíblicas de Sodoma y Gomorra,
allí se nos dice que la mujer de Lot, al mirar hacia atrás por el incendio se
convirtió en estatua de sal.
Las precipitaciones
durante el año suelen ser de 70 mm. Aquí en este conocido desierto se
establecieron los famosos esenios, los primeros monjes del judaísmo. Ellos
mismos no se llamaban esenios, eran del siglo II a C; no los nombra la Biblia.
Jesús no debía tener trato con ellos. Formaban un grupo más, junto a los
fariseos, los saduceos, los zelotes. Los esenios eran muy religiosos, pensaban
que los Macabeos con sus guerras civiles eran demasiado laicos y se habían
separado de la Ley y los profetas, por eso se retiran a un monasterio para
orar, trabajar y mantener la esperanza del Mesías.
El monasterio de la
comunidad del Qumrán fue destruido por los romanos y saqueado. Se han
encontrado en los territorios colindantes sepulcros con cadáveres de mujeres y
niños, cosa que hacía pensar que había familias. Frente al monasterio están las
famosas cuevas del Qumrán, donde escondieron los rollos en pergamino, los
envolvieron en lino y bien guardados los depositaron en unas jarras de tiesto.
Aquí los encontraron los beduinos y fueron a venderlos a los anticuarios, que
primero creyeron eran falsos.
Un monje oriental
se enteró del hecho y junto a un profesor de la universidad hebrea de Jerusalén
pidieron los manuscritos para analizarlos con el carbono catorce y resultó que
eran de dos siglos anteriores a Cristo y de un siglo posterior a Cristo. Quienes
los copiaron eran escribas de oficio.
Se encontraron profecías del Antiguo Testamento, el libro de Isaías a
partir del capítulo 53, también Habacuc y otros. Los esenios coincidían con la Biblia actual.
El año 1950
salieron a subasta dichos manuscritos del mar Muerto y un arqueólogo israelí,
residente en Estados Unidos telefoneó al gobierno de Israel para que los
comprara como un tesoro. En estos manuscritos se hallaban escritas las leyes de
la comunidad, las leyes del templo y los fragmentos de la Biblia. Los miembros
de la comunidad se consideraban los hijos de la luz, los de fuera hijos de las
tinieblas. Las narraciones que se dicen de la secta solamente hablan de los
hombres, del resto del grupo no se sabe nada. Flavio Josefo les llama esenios. El
nombre de Qumran se lo dieron los beduinos.
Esta comunidad
esperaba al Mesías, había que prepararse para ello, se necesitaba purificación
exterior mediante abluciones. Desnudos bajaban a una piscina, micle, y se
sumergían totalmente rezando unas oraciones, se bajaba por siete escaleras que
era un número perfecto. Estaban bien organizados, había pastores, agricultores,
escritores, compraban y vendían. Había habitaciones, sala de reunión para los
dirigentes de la secta, tenían cisternas para guardar el agua, el refectorio,
la refitolería. Cuando se destruyó tenían mucha bajilla, platos etc. Que fueron
encontrados en las excavaciones de este siglo XX.
El desierto ofrece
seguridad, por ejemplo el rey David se refugió en el desierto cuando huía de
Saúl. En este desierto hay tigres y ganado de cabras. Existen serpientes.
Muchos animales tienen aquí vida. Los siete frutos bíblicos más importantes
son: el trigo, la uva, el dátil, la granada, el olivo, el higo y la cebada.
Jericó está situada
a unos 250 metros debajo bajo el nivel del mar, es un terreno muy fértil, es el
llamado oasis de Jericó. Por aquí cerca se encuentra el manantial del profeta
Eliseo. La mayoría de la población es árabe. Crecen los plátanos y muchas
hortalizas; estos árabes se han acomodado bien al nuevo trabajo del campo que
les es más rentable al organizarlo los israelíes en un cultivo moderno. Hemos
recordado la escena de los ciegos de Jericó. Jesús debía llegar muy contento a
esta bella tierra que mana lecha y miel; tierra fértil porque hay fuentes y
además todo el año hace calor, por esta razón la tierra puede rendir al máximo.
Recuerdo aquella frase del ciego que siempre impresiona cuando se lee el
evangelio: “Jesús, Hijo de David, ten compasión de mi”. Jesús lo llama. La gente le dice que Jesús
quiere hablar con él. Jesús le pregunta: “¿Qué quiere que te haga?”. Responde
el ciego: “Señor, que vea”. Jesús muy contento le curó y comenzó
a seguirle.
Hemos visitado una
muralla prehistórica de Jericó, una ciudad de 8.000 años a.C. De las murallas
del tiempo de Josué no se han encontrado restos. Quizás no había tales
murallas. De hecho el pueblo de Israel no estaba capacitado para entablar
grandes batallas contra sus enemigos. El asentamiento en la tierra fue lento y
difícil; los mismos hebreos se dividieron y no entraron todos de una vez,
algunas tribus lo hicieron por su cuenta y se establecieron en los lugares más
inaccesibles para no ser molestados, los terrenos más fértiles eran posesión de
los naturales del país. Por lo tanto la conquista de la tierra fue muy larga y
penosa, en principio no accesible a ellos, por eso las murallas eran la
dificultad de los habitantes que eran más fuertes que ellos.
Al salir de Jericó
hemos leído la lectura del publicano Zaqueo (Lc 19,1-10; Mc 10,46-52). Un hombre
rico, cobrador de impuestos, que al pasar Jesús por allí se subió a un
sicómoro, un árbol de la familia de los ficus, higos. Al ser una zona rica, él
se había enriquecido con el tanto por ciento que le quedaba de los impuestos.
Zaqueo se convirtió a Jesús y dijo: “Señor, doy la mitad de mis bienes a
los pobres, y si a alguien he defraudado en algo le devuelvo el cuádruplo”. Jesús
le respondió: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa también él era hijo de Abraham”.
Por el camino hemos visto el monte de la
Cuarentena, en la roca existe un monasterio de padres ortodoxos, allí se
recuerdan las tentaciones de Jesús en el desierto, arriba en el monte vemos una
muralla, y en la mitad, el monasterio excavado en la roca. Parece un nido de
águilas. Justo más adelante hemos
pasado cerca de Siquem, Nablus, patria de la mujer samaritana, que se encontró
con Jesús, que le reveló su identidad, cuando le dice: “El Mesías soy yo,
el que habla contigo”.
Aquella mujer samaritana que encontró a
Jesús sentado en el brocal del pozo y le pidió agua para beber y ella recibió
el agua de la vida. La mujer dialoga con Jesús, recibe el perdón de los pecados
y la gracia de la conversión, al mismo tiempo el encuentro con el Mesías
esperado. La mujer fue al pueblo y contó todo lo que le había sucedido,
entonces todos fueron a ver a Jesús y muchos samaritanos creyeron. Ellos
dijeron a la mujer: “Ya no creemos por lo que nos has dicho, sino que
nosotros mismo lo hemos visto y oído”.
Pasamos junto a los montes de Gelboé, donde
murió Saül. El rey David maldijo estos montes. Más adelante hemos pasado junto
a Naïm y nos han recordado la escena evangélica del hijo difunto de la viuda,
que Jesús resucitó movido a compasión.
Estamos
contemplando unos montes y unos valles hermosos; las tierra está bien
trabajada, corresponde a la Baja Galilea, aquí los pueblos viven en sistema
cooperativista. Hemos almorzado en el hotel Perfatto y hemos descansado unos
momentos, a continuación nos hemos dirigido al monte Tabor, lugar que custodian los franciscanos; este
monte es hermoso y sencillo, sale en el libro de los jueces, Dévora, juez.
Desde él se divisa el mar de Galilea, los territorios anexionados de El
Golán, donde hay asentamientos
judíos.
Este monte fue
lugar de culto cananeo, aquí tuvo lugar la transfiguración de Jesús, con sus
tres discípulos: Pedro, Santiago y Juan. Aunque directamente no lo dice el
evangelio, lo suponemos. En el siglo IV, los bizantinos construyeron una
iglesia, los cruzados construyeron las murallas y al cabo de cien años Saladino,
año 1187 venció a los cruzados. En la Iglesia, muy hermosa, hay tres capillas
que representan las tres tiendas, una para Moisés, una para Elías, otra en el
centro para Jesús; en la de Jesús aparecen cuatro figuras: el nacimiento, la
resurrección, la eucaristía y el símbolo del cordero. Hemos celebrado la Misa
con profunda devoción. Hemos encontrado un cristiano coreano arrodillado en un
banco, que rezaba el rosario a la Virgen María. Ha venido a comulgar, porque
nos ha dicho que es católico; nos ha dicho que hace siete años que da la vuelta
al mundo en bicicleta para difundir al paz. Nos ha entonado en su lengua
materna un canto a la Virgen María, con abundancia de gestos y expresiones, muy
sentido. Nos ha gustado a todos.
Nos dirigimos hacia
un hotel de la ciudad de Tiberíades, construido junto al lago de Genesaret, y
desde nuestra habitación doble, que comparto con Mn. Sebastián, sacerdote de
Valencia, vemos la dimensión del lago. Es precioso. Toda esta parte también es
un lugar de recreo para el turismo con amarres para las embarcaciones; todavía
hay pescadores en este pequeño mar, muy abundante en pescado.
Después de cenar
hemos ido a dar un paseo junto al lago, delante de los restaurantes situados en
la primer línea de mar. Las calles están bien iluminadas, pero en este tiempo
hay poco turismo. El lago nos sugiere los lugares del evangelio donde Jesús
enseñaba, reunía a la gente, se desplazaba de un lugar a otro, iba con los
discípulos a pescar.
Tiberíades posee
muchos restaurantes y bares, ahora están vacíos, algún propietario nos invita a
entrar, pero ya hemos cenado en el hotel. Paseamos un buen rato, pero nos
cansamos y volvemos al Jordar River Hotel. Subimos a la habitación, rezamos la
oración de vísperas. Mn. Sebastián se va a dormir y yo me quedo escribiendo
todo el rato que haga falta, hasta terminar mis notas, que me hacen revivir
todo el día transcurrido en el Valle del Jordán, el río bíblico por excelencia,
donde han tenido lugar tantos episodios, como el del profeta Elías y Eliseo; o
cuando fue bautizado Jesús por Juan el Bautista.
Jesús realizó la
mayor parte de su actividad en Galilea, aquellas ciudades del entorno las
recorrió centenares de veces, las multitudes le seguían entusiasmadas; fue de
gran fecundidad apostólica, allí llamó a sus discípulos. Un día repleto de
lecciones y experiencias. Todo el grupo de sacerdotes va muy contento, hay
alegría y buen humor. Es una experiencia religiosa de primera categoría. Estoy
cansado, son las doce de la noche u mañana a las seis y media me levanto.
6)
27-01-1993. Miércoles
Es el día sexto de
nuestro viaje. Cada día por la mañana me he dado una ducha de agua y durante el
día me encuentro mejor. He pedido al Señor que nos guíe a todos por el entorno
del mar de Galilea. El desayuno en el hotel ha sido abundante en frutas,
pescado, dátiles y un café. Rápidamente hemos subido a una embarcación de
recreo, allí nos encontramos con un grupo cristiano que viene de Hong Kong, son
jóvenes. He hablado con algunos de ellos y nos dicen que son protestantes y van
a visitar los santos lugares, van acompañados de su pastor.
Todos hemos hecho
la oración, y los jóvenes se han unido a nosotros. Hemos leído cómo Jesús
recorrió la orilla del lago y empezó a llamar a sus discípulos, a Pedro, a
Andrés, a Santiago y a Juan, les dijo: “Venid conmigo”. Ellos
dejándolo todo le siguieron; dejaron el trabajo, la casa, la familia y las
amistades.
Después hemos
entonado el canto “Pescador de hombres”: “Tú has venido a la orilla nos has
buscado ni a sabios ni a ricos, tan solo quieres que yo te siga”. En medio
del mar de Galilea, nos hemos reafirmado en el seguimiento de Jesús. El mar
estaba tranquilo. Algún pescador con su barquichuela lanzaba las redes al lago.
Estamos a 209 metros bajo el nivel del mar; la temperatura es agradable, parece
primavera.
El lago tiene 21
kilómetros de largo por 12 de ancho y cincuenta metros de profundidad en lo más
hondo. No nos podemos bañar en el lago, apenas hay playa porque al entrar en el
agua cubre enseguida. La ciudad está al lado del mar, se ven las montañas. El
sol se refleja limpio sobre el agua, los prados de verdor adornan la ladera de
la montaña, que se contempla desde el lago, todo ofrece un bello paisaje.
Por la orilla del
lago estaba la ciudad de Magdala, patria de María, que se encontró con el
Maestro y quiso seguirle y lo vio resucitado. Los diálogos de Jesús con María
Magdalena debían ser sencillos, interesantes, cautivados por el amor,
comprometido hasta el final. ¿De qué manera la Magdalena amó al Maestro y se
comprometió con El?
Hemos bajado a la
otra orilla del lago, donde hay un Kibutz; allí se encuentra la iglesia del
Primado, llamada también Mesa de Cristo, que es una pequeña capilla, en el
presbiterio hay una roca, que da al lago, allí hay unos escalones, hoy no están
accesibles puesto que lo impide una reja. Allí estuvo Jesús de pie, después de
resucitado. Jesús se apareció a los apóstoles de madrugado, no habían pescado
nada durante toda la noche.
Las gaviotas
revolotean por el agua, quizás se lancen a la búsqueda de un pez, o lo han
tirado los pescadores desde la barca, nos han seguido durante la travesía. Hace
unos años se encontró una barca de madera que era de la época de Jesús, según
nos explicó la guía Raquel.
La mesa de Cristo
recuerda el lugar donde había preparado él mismo un pez asado para sus
discípulos. Jesús ha visto que sus discípulos aquella noche no han pescado nada
y les dice que lancen la red al agua hacia el lado derecho de la barca, recogen
153 peces grandes; la barca casi se hundía y la red no se rompió. Ahora Jesús
quiere que Pedro haga una confesión de fe por tres veces. La roca recuerda ese
hecho y Jesús le encargó apacentar su Iglesia, por eso se llama la roca de
Pedro.
El pescado propio
del mar de Galilea se llama Chilapia, que es parecido a la carpa. Este pescado,
según nos ha explicado la guía, siempre lleva la boca abierta, porque lleva los
huevecillos de los peces que han de nacer, y si no los lleva se coloca una
piedrecita; por eso Jesús dice a Pedro que lance el anzuelo y que al primer pez
que pesque le abra la boca y coja la moneda que lleva, no va desencaminado. Era
un hecho natural la boca abierta, pero un milagro que llevara el estáter para
pagar el impuesto del templo.
En ésta zona de
fértiles tierras se cultiva el mango, el plátano, el naranjo, el kiwi. Es una
tierra exuberante, pequeña, pero muy productiva. Las rocas son basálticas. Todo
son montañas redondeadas.
Ahora estamos
subiendo a la montaña de las Bienaventuranzas. Es un lugar que desde arriba,
tiene forma de teatro romano y cuando uno habla, lo oyen todos los que se
encuentran abajo. Al lado se hallan las ciudades de Corazín y Betsaida, junto
con Cafarnaum, que fueron escenario de trabajo apostólico de Jesús; pero
también se disgustó con ellas, porque no creyeron en Él. Jesús pronunció
palabras de repulsa.
Arriba en el monte,
los franciscanos cuidan de la iglesia de las Bienaventuranzas. Es bonita,
dedicada a la Carta Magna del cristianismo. Las ocho bienaventuranzas estás
escritas dando la vuelta al cimborrio de la iglesia, en latín. Nos hemos
revestido de los ornamentos sacerdotales, las monjas franciscanas nos han
preparado todo, y nos hemos
dirigido a un pequeño altar al aire libre, con unos asientos, un pequeño
cubierto de paja sostenido por unas rejas metálicas. Allí en plena naturaleza
hemos celebrado la Misa. Hemos leído al profeta Sofonías 2,3.12-13 y Mt 5,1-12.
Las
Bienaventuranzas nos ofrecen una nueva orientación para la vida del hombre, es
otra manera de concebir la historia, las relaciones humanas, es pensar que
existe otra vida donde hay amor y generosidad. Jesús al predicar las
Bienaventuranzas sembró en el campo del mundo una semilla nueva, que pronto
comenzó a fructificar, más tarde adquirió tal grado de compromiso que muchos
hombres y mujeres empeñaron su vida que la dieron por esta fe en Jesús. Jesús
ha cambiado la vida de un sin fin de hombres y mujeres, que han sabido amar a
los demás y perdonar, incluso a sus enemigos.
La Eucaristía que
hemos celebrado en la montaña de las Bienaventuranzas ha sido participada intensamente
con oraciones y comentarios. El beato Carlos de Foucauld quiso imitar a Jesús,
pobre y humilde en su mismo país. Vivió un tiempo en Nazaret al servicio de las
clarisas, trabajaba su huerto, oraba en una humildad profunda; quería ser
tenido en nada, estudiaba con el deseo de ser mejor discípulo de Cristo.
Hemos rezado, hemos
celebrado la Misa y hemos comulgado y en este contexto nos hemos dirigido hacia
la iglesia de la Multiplicación de los panes, que está custodiada por los
benedictinos, como la iglesia de la Dormición de la Virgen. Aquí encontramos la
roca, donde Jesús puso los cinco panes de cebada y los dos peces y los
multiplicó.
La gente seguía a
Jesús, iba caminando junto a El, no se cansaba, le seguía muy contenta de
escucharle; Jesús pensaba que eran como ovejas sin pastor. La gente se olvidó
de traer la comida. No sabemos nada más, Jesús obra el milagro (Mt 14,11),
quizás marcharon a sus casas de noche; pero no importa tanto en el relato como
el hecho que una gran comunidad recibe el pan de Jesús. Todo este relato está
contextualizado dentro de la Misa. Los mosaicos de esta iglesia fueron
trabajados por artistas egipcios, en ellos hay aves, peces. Los panes dan lugar
a una catequesis sobre la Eucaristía. Santa Elena quiso construir una basílica.
Después nos dirigimos a Cafarnaum la raíz de esta palabra es, far, que
significa aldea y Naüm, que es un nombre propio.
Por aquí pasaba la
“Via Maris”, los habitantes de Cafarnaum cobraban peaje a los viajeros, que
iban y venían de Egipto a Mesopotamia y viceversa.
En la sinagoga de
Cafarnaum, Jesús comienza su vida pública, allí presenta el programa de su
misión. Jesús tomó el rollo o libro de la Ley, leyó un fragmento del profeta
Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mi, porque me ha enviado a anunciar
a los pobres la salvación, a dar la visión a los ciegos, a los enfermos la
salud ...” Jesús dice delante de todos: “Hoy se cumple lo que acabáis de
oír”.
Jesús en Cafarnaum realiza muchos signos,
cura a la suegra de Pedro que estaba en cama con fiebre, y empezó a servirles y
resucita a la hija de Jairo. La gente de Cafarnaum debía ser muy liberal,
estaba acostumbrada al ir y venir de gentes de todas partes, era aduanera;
muchos no quisieron hacer caso de su mensaje.
Jesús por otra
parte experimentó el desánimo, pronuncia maldiciones sobre Corozain y Betsaida;
dice de Cafarnaum: “Quisiste levantarte hasta el cielo, hasta el abismo
serás precipitada”. Aquí había una sinagoga del el siglo I después de
Cristo, se construyó una más moderna en el siglo IV. La distribución de la
sinagoga era la siguiente: en el centro de colocaban los hombres, en los
laterales las mujeres. Aparece el nombre de Zebedeo, señal que existía en la
época de Jesús; en el evangelio se habla de los hijos del Zebedeo.
Aquí nos encontramos
a 209 metros bajo el nivel del mar, y en este tiempo de invierto hace un clima
templado, incluso tenemos calor. Después de la destrucción del templo de
Jerusalén el año 70 por las legiones romanas, muchos judíos vinieron a Galilea
y se establecieron aquí, otros fueron a Egipto y a África. En la parte alta de
Galilea hubo refugio seguro para los judíos; pero después fueron perseguidos en
las montañas y muchos precipitados desde arriba por los romanos.
Jerusalén siempre
miró con un cierto desprecio a los galileos, los consideraba impuros y de
inferior categoría; de la Galilea surgieron elementos revolucionarios.
En Cafarnaum, Jesús
pronuncia el discurso del pan de vida, después de la multiplicación de los
panes. Él les dijo: “Yo soy el pan de vida”. Jesús, en san Juan,
pronuncia un largo discurso, afirma que es su Padre quien les da el verdadero
pan del cielo. Cuando Jesús dice que le deben comer, viene el momento de la
decisión, pensaban que le debían comer y se convertirían en antropófagos. Ante
el momento de la prueba, Jesús dice a los apóstoles: “¿También vosotros
queréis marcharos?”. Pedro tiene en este momento la palabra y responde en
nombre de todo el grupo, dice: “¿A quien iremos, si sólo tú tienes
palabras de vida eterna?”. Decidieron seguirle.
Aquí a orillas del lago de Galilea se fraguó
la vocación de los apóstoles. Recordemos que le siguió Mateo, cobrador de
impuestos y Judas.
Palestina recibe
cada año un millón doscientos mil turistas; es un país pequeño, tiene 21.000
km2, la extensión de dos provincias españolas. Su suelo fértil está aprovechado
al máximo; hay zonas de regadío, modernos cultivos, máquinas, se ha realizado
un trabajo pionero en el campo, que se ha vuelto fértil, no llega a cien años
se conquistaron las marismas, hoy convertidas en fértiles huertas. Esta es la
Galilea, llamada por los profetas, de los gentiles. Aquí vinieron los primeros
judíos a comprar tierras, a trabajarlas y se hicieron fuertes y el 1949 se les
concedió un Estado. Por aquí trabajó y estubo Ben-Gurión, el primer presidente
de Israel.
Frente a nosotros
se hallan los territorios del Golán, en las montañas, que fueron anexionados en
la guerra de los seis días, aquí hay asentamientos judíos, han construido sus
casas, trabajan las tierras. Hemos ido a comer a un restaurante árabe, a
orillas del lago de Galilea. Hemos tenido para menú una ensalada, un pescado
grande y a algunos nos ha salido una moneda dentro del pescado, un agorot,
recordando la moneda de san Pedro. La comida ha sido frugal, el restaurante
árabe no estaba demasiado limpio, pero todo ha ido bien. Por la tarde hemos
vuelto al hotel, pero primero nos hemos dirigido hacia el Jordán, para recordar
el bautismo de Jesús, aunque no fue en este mismo lugar.
Algunos hemos
comprado unas botellitas y las hemos llenado de agua para llevarla a nuestro
país. Algunos nos hemos descalzado y hemos paseado por el lecho del Jordán, y a
continuación con los pies mojados nos hemos calzado. El agua es símbolo de
purificación, empleada por la religión judía y por los cristianos en el
bautismo.
Cuando hemos
llegado a Galilea en una tienda de recuerdos, que tiene un salón de cine, nos
han proyectado un audiovisual con 27 cámaras, era precioso, pero muy
ideologizado y con una visión teocrática de la tierra y del gobierno de Israel.
Sobre Jesús, ha
dicho que es creído en muchas naciones, pero no ha comentado el motivo de su
culto, de por qué se cree en Él. Parece que Jesús no es demasiado aceptado por
los judíos, los antiguos contribuyeron a su muerte y también a su anuncio. La
guía hablando en confidencia me ha dicho que es incompatible ser judío y ser
cristiano. Ella percibe la novedad que sembró Jesús; creer en Jesús llevaría a
la raza judía a difuminarse por el mundo y perdería su identidad.
7)
28-01-1993. Jueves
Hemos llegado al
séptimo día de la peregrinación, estamos en Galilea, desde la terraza de mi
habitación contemplo las aguas tranquilas de este hermoso lago. Pero de golpe
se presentan una tormenta con olas gigantes que suele ser peligroso para los
pescadores.
Jesús se embarca
con sus discípulos en el mar de Galilea, y todos van a pescar; la gente se ha
quedado en la otra orilla embelesada oyendo su palabra. Los apóstoles van a
tirar la red al agua como otras veces. Jesús está cansado de su actividad y se
ha recostado en la popa de la barca, allí está más tranquilo en su sueño. Los
apóstoles se han asustado mientras Jesús duerme. De pronto gritan: “¡Señor!
¡Sálvanos, que perecemos!” Jesús se despierta y responde : “Hombres de
poca fe, por qué habéis dudado”.
Jesús se levanta e increpa al viento y al
mar, que le obedecen. Al momento vino una gran bonanza. La gente que observó la
sucedido, quedó impresionada y se preguntaba: “¿Quién es este que hasta el
viento y el mar le obedecen?”. Jesús mediante estos pequeños milagros adoctrina
a sus discípulos, tiende lazos de comunicación con ellos, para transmitirles su
mensaje y fortalecerles en la fe. Jesús venía de Dios y hablaba de Dios, éste
era el tema principal de su ministerio.
Los milagros de
Jesús están en el centro de su mensaje, como lo está el reino de Dios. Jesús
enseña con palabras y con obras; por eso meditando sus milagros nos instruye.
Quiere todo lo bueno para el hombre y lo principal es gozar de la amistad
divina.
Las ciudades que
están junto al lago rechazaron a Jesús, tal como en Nazaret, su pueblo; un día
lo expresó con estas palabras: “Ningún profeta es apreciado en su pueblo”.
Pero la figura de Jesús, aparece majestuosa, limpia, no se deja manipular, ahí
está, es necesario observarla, nadie la puede ocultar. Jesús supera el tiempo,
el espacio, las culturas y la razas, es rechazado y vuelve a resurgir a pesar
de las incomprensiones de los hombres. Aquí encontramos el misterio de su
persona. El Cristo que vivió en Palestina, el que murió y resucitó, y en el que
creemos es el Hijo de Dios.
De Tiberias salimos
hacia Caná de Galilea, lugar donde
Jesús fue con su madre y algunos de sus discípulos a una boda, en la que
se acabó el vino. Hemos llegado a la pequeña iglesia donde se piensa que estaba
ubicada la casa de los novios. ¡Ya ha pasado tanto tiempo¡ El evangelista san
Juan situó al principio de su evangelio la boda, con muchos significados. Aquí
han renovado las promesas matrimoniales Eloy Ortiz e Isabel Oliva Martínez, de
Murcia, es el matrimonio que viene con nosotros. En la tienda de enfrente,
preparan una estampa con la renovación del matrimonio cristiano.
Muchos cristianos
de los alrededores de Caná vienen aquí a celebrar su boda, también hay esta
costumbre americana de inundar de arroz a los esposos. Un sacerdote de nuestro
grupo que ha leído el texto evangélico de la boda y ha hablado sobre la
familia.
El cuadro que hay
en el altar mayor representa la escena de las bodas de Caná: todos los
invitados, María, Jesús y sus
discípulos. Cristo participó en esta boda y convirtió el agua en vino. Libró de
un apuro a los novios, pero Jesús se creará un precedente importante, la gente
le pedirá más milagros. Todos quedaron pasmados, pero los discípulos creyeron
en Jesús. Este fue el primer signo que realizó. La hizo al tercer día, era la
fiesta del vino nuevo, de la resurrección. Jesús hace señales para que
creyeran.
Jesús muestra la
alegría de la familia, la bendice y está a su lado. Este texto lo hemos leído
muchas veces los sacerdotes cuando celebramos el sacramento del matrimonio.
Resulta curioso que Caná reciba el mismo nombre que en tiempos de Jesús. A los
novios se les terminó el vino, porque quizás allí no había viñas. El vino que
ofrecen en la actualidad para vender a los turistas recuerda el episodio. Allí
se conservan tinajas muy antiguas de barro cocido que servían para las
purificaciones de los judíos.
Hay una cripta de
estilo bizantino, esto significa que los cristianos tuvieron sumo interés por
localizar y conservar los lugares importantes del evangelio y destinarlos al
culto. Geográficamente e históricamente se ha localizado todo aquello que tiene
interés para el Nuevo Testamento. La fe en Jesús hizo cambiar una parte de la
historia de los hombres.
Aquí he pedido a
Dios por las familias de las parroquias donde trabajo, para que el Señor las
bendiga, las dos iglesias dedicadas a María, ella que es intercesora de la
familia. Ahora nos dirigimos por estas fértiles tierras de la llanura de
Yezrael hacía Nazaret, población de 70.000 h. Aquí hay cristianos coptos, armenios,
ortodoxos, es un lugar bíblico por excelencia, es la aldea donde Jesús vivió la
mayor parte de su vida. Nazaret no es citado en lugar alguno del Antiguo
Testamento, debía ser insignificante por su dimensión, por sus pocos habitantes
y por su extrema pobreza. Aquí vive la Sagrada Familia desde su vuelta de
Egipto, por la muerte del rey Herodes el Grande. Cuando se dijo que Jesús era
de Nazaret, alguien respondió: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?”. En
esta ciudad los salesianos poseen un colegio de enseñanza.
En Nazaret está la
basílica de la Anunciación de María, que es de una hermosura y magnificencia
que a todos nos ha dejado asombrados. Está al cuidado de los padres
franciscanos. Hemos hablado con el hermano Rafael, español, andaluz, nos ha facilitado
más información de qué hacen los franciscanos en Tierra Santa. Existen
franciscanos de 80 nacionalidades y están repartidos por Israel, Líbano,
Egipto, Jordania, Siria.
En la casa de
Maria, hemos concelebrado la Misa, es el centro de la basílica de la
Anunciación; hemos entonado algunos cánticos a la Virgen, ha durado una hora de
11 a 12 de la mañana. A continuación hemos iniciado la visita turística. La
parte superior de la basílica es inmensa, aquí se celebran Misas
multitudinarias. Por las paredes laterales hay multitud de invocaciones a la
Virgen con diversas imágenes. Entre todas, hemos visto una imagen de la Virgen
china; la Virgen de Guadalupe y Montserrat, con esta inscripción: “Amb
vostre nom comença nostra història i és Montserrat el nostre Sinaí”.
Esta basílica es una inmensa mole de
hormigón, la cúpula tiene forma de flor de lirio, que significa la pureza. Esta
basílica la mandó construir el padre Bagatti. Situada sobre la colina donde
estaban las cuarenta y cinco cuevas que eran refugio de los habitantes de
Nazaret, así podemos considerar que los primeros habitantes eran trogloditas.
La casa de María y de José estaban en la cueva. La cueva tenía una entrada y
venían las habitaciones a continuación, que eran para comer y dormir.
Colocan una media
de siete habitantes por cueva, quizás el pueblo tendría de 250 a 300
habitantes. Pero hemos de pensar que la mortalidad era muy importantes y habría
poca gente, no creo que el promedio de habitantes de cada casa fuera siete,
sino mejor cuatro, entonces tendría Nazaret poco más de 100 habitantes. También la pobreza era extrema y los
medios de subsistencia escasos para una comunidad humana.
En la casa de la
Sagrada Familia, abajo hay un baptisterio que se desciende por siete escaleras,
aquí parece que se bautizaron los primeros cristianos. Debajo de la cripta de
esta capilla de san José, está la cueva tiene once metros de largo por siete de
ancho, aquí hacían sus reuniones los judeocristianos, los que primero abrazaron
la fe en Jesús.
En Nazaret los primeros
cristianos señalaron los lugares donde vivió Jesús, así se transmitió por
tradición. Las excavaciones han dado testimonio de ellos. El diácono, mártir en
Panfilia, del que se han encontrado recuerdos en Nazaret. Dice de si mismo:
“Somos de Nazaret, parientes de Jesús, en quien creemos y damos culto”.
Existe aquí un pequeño museo que da fe de
las excavaciones; se han encontrado cerámicas de hace dos mil años a. C. Los
bizantinos al siglo IV construyeron una basílica. Los cruzados construyeron una
catedral. Cuando vinieron los mamelucos lo arrasaron todo. La basílica actual
es del arquitecto Antonio Mussio del año 1969. Existe una tradición ininterrumpida de la casa de la Sagrada
Familia y de la casa de María. Esta basílica está dedicada a la Anunciación,
porque tuvo lugar en Nazaret la venida del arcángel Gabriel para comunicar la buena nueva. María aceptó
la maternidad divina, Dios se hace
hombre y entra a formar parte de la historia.
Hemos rezado la
oración del “Ángelus”. El hermano Rafael nos ha dado una explicación elocuente
de este lugar santo. El mosaico que hay en el fondo del presbiterio representa
a toda la humanidad que se acerca a Cristo resucitado.
La casa de José fue
un lugar de culto muy primitivo para los cristianos. Nos preguntamos, ¿Qué
impresión tendrían aquellos familiares de Jesús, aquellos contemporáneos suyos
cuando se le comenzó a dar culto?
Una aldea, desconocida, sencilla, ignorada, perdida en la montaña, tuvo
la dicha de albergar en su término al Hijo de Dios hecho hombre; nos parece
sencillamente un cuento de hadas.
Jesús no se hizo
hombre ni en Jerusalén, centro religioso judío, ni en Atenas, ciudad de sabios,
ni en Roma, centro de la política occidental. A partir de Jesús, Nazaret es el
lugar más conocido para los cristianos, el lugar donde se halla la vida
escondida de Jesús. Aquí sufrió la incomprensión, un día estuvieron a punto de
despeñarle, pero desapareció de sus manos; aquí no quiso hacer milagros por
falta de fe. Los nazarenos no creyeron, sus familiares decían que había perdido
el juicio.
En Nazaret existe
la Fuente de María. Aquí se venden entre otros objetos a los turistas, imágenes
de la Sagrada Familia, por ser el lugar donde vivió y cumplió la voluntad del
Padre, donde Jesús trabajó y fue madurando como hombre, como dice Lucas: Jesús
crecía en edad, en sabiduría y en gracia delante de Dios y de los hombres.
En esta aldea, con
sus 45 casas excavadas en la roca, resguardadas de los vientos y de las bajas
temperaturas, trabajó la familia más conocida del mundo, llamada Sagrada.
Tenemos en las parroquias una veneración especial por ella, porque las visitan
las capillas domiciliarias, que se la muestra como ejemplo de virtudes. ¿Quién
descubrió nada particular en esta Familia? Nadie notó nada, la santidad está en la vida.
Aquí Jesús,
aprendió de José y María el amor al trabajo, a hacer puertas, mesas, arados, azadas. María se desplazaría
a la fuente a llenar el cántaro de agua, es la fuente de María. A partir de
esta aldea insignificante surgió un gran cambio para la humanidad, mas de dos
mil millones de personas en el mundo creen en Jesucristo. Una renovación ha
surgido de aquí; el evangelio se ha predicado a los hombres. Jesús vino a
transformar a los hombres desde dentro.
En Nazaret, Carlos
de Foucauld vivió una vida semejante a la de Jesús, en la humildad, la oración,
el trabajo y el silencio. Santa Teresa de Jesús fue muy devota de san José
porque fue el servidor fiel de la Sagrada Familia. José hace la voluntad de
Dios.
Cuando llegó el
tiempo señalado por Dios, la Virgen concibe a Jesús y a partir de este momento
empieza la colaboración de José en todo el proceso del nacimiento, la acogida,
las dificultades y las luces de Dios para cumplir la misión.
Jesús sale de su
pueblo natal, Nazaret y va a bautizarse al río Jordán de manos de Juan el
Bautista; entonces comienza a anunciar el evangelio, continúa el Antiguo
Testamento, llevándolo a su plenitud. De junto al lago de Galilea llama a sus
discípulos, que le seguirán con suma fidelidad. Cuando los habitantes de Nazaret
vean a Jesús rodeado de discípulos quedarán impresionados. Jesús con poca cosa
hizo mucho; el Espíritu le acompañaba en toda su obra de evangelización,
después continuará la Iglesia.
Desde aquí vamos a
comer a Jaifa, ciudad industrial, de unos 250.000 habitantes, en un restaurante
de judíos procedentes de Rusia. Es un menú sencillo y frugal. A continuación
nos dirigimos al convento de los padres Carmelitas, en el Monte Carmelo, allí
se encuentra la cueva del Padre Elías Tesbita, dentro se halla su imagen, está
orando a Dios, fue el único profeta fiel al único Dios, pero tiene que escapar
de la persecución real. Es símbolo del hombre anacoreta que está a solas con
Dios. Dios le habla desde un airecillo suave que pasa por delante de la cueva.
También hace que su oración ardiente consuma la ofrenda por el fuego.
Inspirada en esta
montaña del Carmelo comenzó la orden del Carmen, recordaba al profeta Elías y
dedicada a la Virgen del Carmen. En este lugar estuvieron los cruzados y al ser
invadido el país, la orden pasó a España. Dos grandes carmelitas españoles
están aquí, Santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz; la primera escribió
sobre la llegada del alma al Castillo Interior o el libro de las moradas; el
segundo escribió y dibujó la Subida al Monte Carmelo. ¡Con que maestría
describen el camino para llegar a Dios! Otro gran devoto y propagador de la
orden del Carmen es san Simón Stok.
En la cúpula de la
Iglesia hay unas pinturas que representan la escena de la Sagrada Familia.
También más atrás está escrito el nombre de una joven judía, canonizada por la
Iglesia, carmelita, santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, que murió
en el campo de concentración de Auswitch.
Dejamos este
precioso lugar después de comprar algunos regalos y vamos camino de Cesarea
Marítima. Esta ciudad fue construida por Herodes, aquí tenía su palacio a
orillas del mar, está el teatro romano, reconstruido, de la misma época. Era
una ciudad de estilo romano. Tiene todavía el acueducto romano que conducía el
agua a la ciudad. Pedro estuvo en la casa del centurión romano Cornelio (Ac 10,
1ss).
Pablo pasó por
Cesarea y se hospedó en casa del diácono Felipe (Ac 21, 7-9), tenía cuatro
hijas, era un predicador ambulante. En esta ciudad, Agabo pronunció una
profecía sobre lo que le había de suceder a Pablo. Este profeta cogió la faja
de Pablo y con ella se ató las manos y los pies y dijo: “Al dueño de esta
faja le atarán así los judíos en Jerusalén y lo entregarán a los paganos”
(Ac 21, 11).
Herodes el Grande construyó la ciudad de
Cesarea, su muerte coincidió con el nacimiento de Jesús, más o menos. Más
tarde, los mamelucos, que eran los sarracenos venidos de Egipto vencieron a los
cruzados y la destruyeron. Una parte de la ciudad ha sido reconstruida en la
época moderna, con las casas de piedra y al estilo antiguo. Aquí vive gente
adinerada, las tiendas están cuidadas, con productos de calidad, no se hacen
rebajas como en otras partes. Se hace vida más bien por la tarde y noche. Hemos
visto una fortaleza de la época de los cruzados, con fosos para llenarlos de
agua. Los cruzados quisieron construir una catedral que no la terminaron. Los nativos trabajaban
junto a los cruzados, cuando vinieron los mamelucos, como no se acomodaron a
estas tierras, no fueron apoyados por los nativos. Durante el siglo XIX
estuvieron los bosnios.
Cuando subimos al
autobús para desplazarnos hacia Jafa, he iniciado la oración y el canto,
después he leído para todo el grupo aquella oración del cardenal Newman que
escribió en el viaje que hizo a Sicilia donde tuvo una enfermedad grave con
peligro de su vida, pide a Dios ayuda, fuerza y luz: “A través de las
tinieblas que me rodean condúceme Tu, siempre más adelante” .
No hemos entrado a la aldea de Emaús, por
eso no puedo menos que mencionarla, porque es un lugar muy importante al tratar
de la fe en Jesús resucitado y de los dos discípulos que se encuentran con Él.
Pienso que este viaje a Tierra Santa ha sido para todos como la lectura del
quinto evangelio, por lo menos otro evangelio; nos ha ayudado a encontrar la figura
histórica de Jesús, que vivió en una tierra y fue como los demás hombres. Sus
contemporáneos fueron sometidos como nosotros, a la prueba de la fe. Muchos
creyeron otros permanecieron en la incredulidad.
Todos hemos tenido
gratas vivencias del peregrinaje; la mano del Señor nos ha guiado por un nuevo
camino. Me ha dado mucha paz en el espíritu, no sé como explicarlo. El se
sometió a la debilidad humana, a la impotencia del hombre. En una palabra, me
ha ayudado a identificarme más con la voluntad de Dios, a ser manso y humilde
de corazón, a ser comprensivo, a saber sufrir en silencio ante las dificultades
y las incomprensiones que conlleva la vida.
8) 29-11-1993. Viernes
Acabo el cuaderno.
El ángel del Señor he hecho que se deslizará mi pluma sobre el papel para poder
plasmar mis vivencias inspiradas por el Espíritu para narrar lo que he visto en
el País de Jesús. Jafa es una ciudad portuaria de la época romana. Aquí vino
Pedro a casa de un tal Simón el Curtidor; hemos visto esta casa con su nombre en
la puerta, claro está, reconstruida. Pedro tuvo una visión. Aquí resucitó a una
mujer, llamada Gacela, que era muy caritativa (Ac 9,36-43). Hay ruinas antiguas
del puerto de mar, de fenicios, griegos, macabeos y romanos.
Hemos celebrado la
Eucaristía en los franciscanos de Jafa, allí he comprado ocho libros: tres los
he regalado, trataban sobre el evangelio de Jesús, uno a Virgilio, otro a María
Gloria y otro a Feli. Todos se han puesto muy contentos. En la Misa he leído la
primera lectura de los Hechos de los Apóstoles, el episodio de Pedro y de
Cornelio (Ac 10, 1-33). Es maravilloso, lo he leído como nunca lo había hecho.
¡Bendito se el Señor por la gran misericordia que ha mostrado conmigo!
Ahora vamos a Tel
Aviv, según la etimología significa “Colina de Primavera”, hemos visitado
durante un rato la ciudad, a las catorce horas hemos ido al hotel a comer.
Después nos hemos dirigido hacia el aeropuerto con unas tres horas de
antelación, puesto que el embarque se hace largo por la revisión y preguntas
que hacen.
Tel Aviv es una
ciudad moderna, construida durante el siglo XX, con edificios modernos, de tipo
funcional, no se ven construcciones artísticas, posee un conjunto abigarrado de
gentes que viven a la europea, es una ciudad occidental, secularizada, sin grandes
pretensiones religiosas; sus habitantes piensan más en la cultura del cine, del
teatro, los conciertos de la sinfónica ciudad cosmopolita donde conviven
árabes, judíos y cristianos. En esta ciudad se encuentran las embajadas, es
donde se realiza todo el papeleo oficial; el gobierno de Israel declaró capital
Jerusalén, pero las naciones no la han reconocido. Jerusalén es una ciudad
santa para muchos millones de personas y deben tener acceso a ella muchos
credos religiosos. Tel Aviv es
para la burocracia.
Ya se termina
nuestro viaje, estamos en el aeropuerto Ben Gurion, nombre del primer
presidente de Israel el 1948, cuando se les dio esta tierra a los judíos.
Durante el viaje
iba vestido con un pantalón negro, un jersey de cuello alto y una gabardina
negra. No sé qué impresión debo hacer, pero de todo el grupo me han llamado a
declarar en el aeropuerto, me han hecho preguntas como éstas:
¿Cuánta gente
compone el grupo? Respondo:
veinticinco personas.
¿Alguien se ha
separado del grupo durante días enteros? No.
¿Alguien, al hotel
les ha llevado regalos que ustedes han comprado en las tiendas? No, todo lo llevábamos nosotros.
¿En qué hoteles se
han hospedado? En Jerusalén, en el
hotel Jerusalem; en Tiberias, en el Jordan River; en Tell Aviv, en el Avia.
¿A qué hora han
cargado ustedes las maletas? A las
ocho de la mañana, cuando nos hemos levantado.
¿Han quedado en
algún momento abandonadas las maletas?
No.
¿Cómo se llama la
agencia que les ha preparado el viaje? Central de peregrinaciones.
Cuando les he
mostrado mi pasaporte, la traductora que parece una judía venida de Argentina
le comenta al policía, este señor es Padre. En una segunda ronda de consultas
me han vuelto a llamar otra vez para declarar y además he tenido que abrir mis
maletas para cerciorarse de lo que había dentro. No me han hecho advertencia
alguna.
Hasta cierto punto
es molesto, pero entiendo que es necesario. Cuando la traductora ha visto la
máquina de afeitar, pensaba que la había comprado aquí y le ha llamado la
atención, pero al decirle que es con la que me afeito cada día, ha callado y ya
me han dicho que cerrara todo.
Hemos facturado los
paquetes para el avión, nos han dado los billetes y hemos sido acompañados
hasta el último momento por la guía Raquel y por la señorita María Jesús, que
trabaja en la agencia Medina Tours y el último día había venido a comer con
nosotros, quizás para tomar algún contacto y ver la posibilidad de organizar
algún viaje.
El día 28 por la
noche, después de la cena en el hotel Avia, tuvimos que someternos a un acto de
protocolo, después de un cambio de impresiones nos dieron un diploma que
acredita el viaje como peregrinos, está firmado por el ministro de turismo de
Israel.
Ya hemos subido al
avión de Iberia, un bimotor con unos ciento treinta pasajeros a bordo. Nos
hemos instalado en nuestros asientos, los sacerdotes, el matrimonio y las dos
jóvenes de Barcelona; Feli colabora con los franciscanos en Semana Santa; María
Gloria hace algún reportaje para Cataluña Cristiana, me dijo que había de enviar
una crónica a radio Vaticana sobre nuestro viaje. Las dos hablan el castellano
y el catalán. Éramos los tres únicos de aquí de Cataluña, el resto de otras
provincias españolas y el matrimonio de Murcia.
Alguien me ha dicho
cuando despega el Avión: Recemos un Padrenuestro. Se han puesto los motores a
toda velocidad, el capitán ha dicho: “Vamos a despegar, buen viaje”. El
avión toma altura, nos hemos ceñido bien los cinturones de seguridad.
Hemos conversado largamente. Vienen con
nosotros el grupo de sacerdotes de Barcelona, que ya los encontramos durante el
recorrido por Tierra Santa. Llegamos al aeropuerto de Barcelona, nos ha costado
unas cuatro horas y media, nos despedimos y cada uno va a su casa. Los otros
van rumbo a Madrid. Mi cuñado Amado Abella Ambrós estaba esperándome en la
puerta tercera del aeropuerto y yo he salido por la segunda. Pronto nos hemos
encontrado.
9) Conclusión del viaje. 4-02-1993
Voy a hacer un
análisis del viaje, que abarca seis aspectos.
1. El medio de
transporte desde la salida de Xerta, donde vivo, hasta Israel ha sido en coche,
en tren y en avión. Era ésta la primera vez que volaba a diez mil metros de
altura en un bimotor; la impresión que hace el despegue del avión es como la de
una inmensa fuerza que te lanza hacia arriba, con un rugir de los motores a
plena rendimiento. La subida y el ponerse en ruta en el aire es lo que más
impresiona.
El desplazamiento
por los lugares Santos ha sido en autocar, para los veinticinco peregrinos;
hemos visitado los lugares que recorrió Jesús. Recuerdo el viaje que realizó
Egeria hacia el siglo IV, que duró tres años; nosotros lo hemos hecho en pocos
días. Ella iba en una caravana y al llegar a los lugares bíblicos se apeaba,
leía los textos y rezaba a Dios. Gracias, Señor, por estos medios de
transporte, que hemos inventado los hombres. Desde Xerta a Tortosa me llevó con
mi coche Francisco Cabanes. Cuando
llegué a Barcelona, busqué el billete del avión y primero me entretuvieron unos
minutos por los gastos del aeropuerto, y a los once y cuarto de la mañana me
encontré con el grupo, que venía de Madrid. No ha habido retraso, todo iba como
esperábamos. Durante las visitas
en autobús por Tierra Santa, nadie se acercó a nosotros para robarnos, a veces
nos pedían niños algo en perfecto castellano. Toda la gente que visitaba los
Santos Lugares se la veía con mucha seriedad y una gran cualidad humana. La
puntualidad siempre ha sido muy buena. En cada iglesia que visitábamos el grupo
dejaba un dólar. Durante la visita se tuvo que introducir algún cambio en la
línea pedagógica y doctrinal.
2. La preparación
técnica del viaje ha sido buena en todo su conjunto. Hubiera sido mejor empezar
la visitar por Belén, ir a Nazaret, recorrer los lugares del Lago de Genesaret
donde Jesús predicó, llamó a los discípulos, bajar por el Jordán, visitar
algunos lugares de Samaria, ir a Jericó, el mar Muerto y subir a Jerusalén a
celebrar la plenitud del misterio de Jesús. Quizás este era el sentido
teológico.
Todos los miembros
del grupo, como la mayoría somos sacerdotes, hemos estudiado la Sagrada
Escritura, hemos leído el evangelio y nos hemos situado en todos los lugares
visitados. La guía Raquel ha sido una excelente acompañante. Una mujer judía,
nacida en Argentina, creyente, aunque practica poco, pero aprecia y vive la
historia de Israel. Me confesó que era imposible ser buen judío y al mismo
tiempo ser cristiano. La fe en Dios, va unida a la raza judía y a la tierra.
Pero yo le he dicho que el ser cristiano tiene una visión universal, puede
entrar en la Iglesia, cualquier persona de otra cultura.
3. La preparación
cristiana del viaje es importante; no es un viaje turístico, sino una
peregrinación al País de Jesús, que es hombre y al mismo tiempo Hijo de Dios.
No vamos a visitar una historia ya pasada como podemos pensar en un emperador
romano. Estamos en un personaje de plena actualidad, que es viviente. Jesús,
que murió y resucitó, que enseñó el amor, el perdón que abrió la fe en Dios a
un universalismo. Tierra Santa es recordar la humillación del Hijo de Dios, para
acercarse a los hombre.
Dios se preparó un
pueblo para que le sirviera en la santidad. Escogió a hombres y mujeres santos,
como Noé que caminaba con Dios, Abraham que mantuvo la fe en el Dios único.
Dios acompaña a las doce tribus de Israel, las conduce a Egipto y desde allí a
la Tierra Prometida camino del desierto, con una providencia especial. Dios
hace la alianza en el Sinaí, por medio de Moisés y le revela los mandamientos.
Desde Palestina se anunció el evangelio a todo el mundo, fueron los judíos quienes
emprendieron la gran tarea y ha llegado hasta nosotros, con la donación total
de su vida por esta causa.
4. La ciudad de
Jerusalén está abierta a otras culturas; los franciscanos hacen una gran labor
en Tierra Santa. El peregrino se da cuenta que Tierra Santa es una pieza
codiciada por los judíos, los musulmanes y los cristianos de varias
confesiones. Allí cada uno disputa un palmo de tierra. En un mismo lugar se
celebran varias ceremonias al mismo tiempo. Un monje está en un rincón, les das
un dólar y te da una estampa, una vela o un botellín de óleo. Tierra Santa
tiene su misterio, es el lugar escogido por Dios para revelarse. Vivieron los
grandes patriarcas: Abraham, Isaac y Jacob. Las doce tribus. Los reyes, David,
Salomón; hablaron los grandes profetas, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel
Elías, Eliseo, Amós, Oseas.
Tierra Santa es la
tierra que pisó Jesús, el Maestro de los hombres, el Hijo de Dios, santificada
con su presencia, con su trabajo, adornada con sus enseñanzas, que acabó con una injusta muerte, en la
cruz. Pero la gloria de Cristo es haber resucitado. Desde esta tierra tiene que
irradiar la paz a la humanidad, porque el Hijo de Dios llevó la salvación a
todos los pueblos. Jesús, antes como ahora, es signo de contradicción, bandera
discutida para todos los pueblos. Pero Él siempre aparece majestuoso. He vivido
durantes estos días una inmensa paz, Cristo me ha llenado y ahora vuelvo a
anunciar su Buena Nueva y vivir las bienaventuranzas.
He visto la
variedad de creyentes en Cristo, los grupos que tienen su parcela en Tierra
Santa, los monjes ortodoxos, los etíopes, sus liturgias, su manera de vestir,
los iconos que adornan sus iglesias.
Des de aquí surgió
el cristianismo. En la antigüedad cristiana había cinco patriarcados:
Jerusalén, Alejandría, Antioquia, Constantinopla y Roma; el que tenia el
primado principal era el de Roma, donde murió Pedro. La Virgen Egeria cuando
nos habla de Jerusalén y de su liturgia ensalza la solemnidad y dice que una
mayoría era cristiana en el siglo IV. Cuando el Viernes Santo leían la pasión
todos se lamentaban.
Los judíos son la
raíz de la Iglesia, en sus libros sagrados, nosotros los cristianos hemos
encontrado la tradición, de aquí la necesidad de leerlos y estudiarlos.
También debemos
tener en cuenta que en el mundo judío existe mucha gente que prescinde de la
tradición, que ha abandonado su fe y ha caído en el ateismo. Creo que a mucha
gente cada vez le es más difícil compaginar el mundo moderno con su fe en el
único Dios. Los católicos y en general los cristianos nos encontramos con el
fenómeno de la secularización. Es un reto de los tiempos modernos para la fe
cristiana; por eso la enseñanza de la fe es una exigencia constante, pero nos
viene la pregunta: ¿Habrán suficientes personas para transmitir la fe?
5. El comercio
religioso es otro aspecto a considerar. Hemos de afirmar que a todos nos gusta
llevarnos un recuerdo del País de Jesús. Aquí está la raíz del comercio. Belén
vive en gran parte del turismo religioso. El comercio religioso lo fomentamos
los turistas que queremos comprar objetos. Yo compré una figura del niño Jesús
de Belén de madera de olivo, y una imagen de la Sagrada en Nazaret, también
cruces de madera y rosarios. Una misma cosa vale diferente, se introduce el
regateo.
Hicimos el
juego del amigo invisible, a mi me tocó Don Serafín, un sacerdote de Madrid,
que vive cerca del aeropuerto, le regalé unos rosarios. Al gobierno israelí le interesa este
turismo religioso de calidad porque le proporciona muchos ingresos y en
consecuencia lugares de trabajo: Hoteles, comercios bares, tiendas y la mano de
obra. Pero el motivo del viaje a Tierra Santa es religioso, conocer los lugares
de Jesús, su predicación, sus milagros, los primeros discípulos y el misterio
de pasión muerte y resurrección.
6. La comida que
nos han dado ha sido abundante en verdura, casi siempre cruda y muy variada. En
algunos lugares hay buena agricultura, como en el oasis de Jericó, donde en
pleno invierno se cosechan verduras al aire libre; también en las llanuras de
Galilea. La carne ha sido muy escasa, a no ser algo de pavo y pollo. En algún
momento nos sacaron carne de ternera, pero poca cantidad. También nos daban
mucho arroz. En cuanto al cerdo ni nombrarlo, está prohibido. Recordemos la
visión de Pedro: “No llames a nada impuro, todo lo creado por Dios es
bueno”. Así Pedro se abre al universalismo de la fe, que bastante le costó;
pero tuvo que acostumbrarse por las circunstancias que le rodearon. Me leí los
libros que compré sobre la Biblia y me interesaron. También compré una Guía de
Tierra Santa de Florentino Díez, 1990, editorial Verbo Divino. Gracias a
Central de Peregrinaciones por facilitarnos un precioso viaje.
(Fotografía del grupo con el que fui a Tierra Santa, 1993 en el Santo
Sepulcro).
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