MI EXPERIENCIA DE MI PEREGRINACIÓN A TIERRA SANTA 1 con “Ain Karen”
Se hizo realidad –un sueño-, ir a Tierra Santa, estar en la Tierra de Jesús, esto era impensable, era el mejor regalo.
La acogida de los organizadores ya creó un ambiente de amistad en el grupo. Todos distintos, muy distintos, situaciones personales distintas, trabajos distintos, edades distintas, pero la verdad es que empastamos como grupo.
Llegamos a Tiberiades y allí vimos por primera vez el lago…, frente a un hotel, en el que se respiraba las costumbres judías. Un hotel cómodo, allí todo se cuidaba hasta los más pequeños detalles para que todos estuviésemos bien y con deseos de volver de nuevo.
Fueron muchas las experiencias, quizás la que más me impactó fue la vista del lago Tiberiades, mirar al fondo y ver la mismas montañas que vio Jesús, cuando pescaba con los apóstoles en su barca, o estar en medio del lago en la barca, orando en silencio, reviviendo la experiencia de un Jesús que nos dice una vez más: “no tengáis miedo”
También recuerdo las reuniones del grupo, por la noche, en la que compartíamos nuestras experiencias del día. Así íbamos creando un grupo que compartía sencillamente su fe y la alegría de vivir juntos, la misma experiencia.
La convivencia con nuestro guía, judío, fue una experiencia preciosa, un hombre que conocía perfectamente la historia actual de esa tierra, respetuoso con todo y positivo en su manera de ver la vida. Su manera de estar era muy agradable, nos ayudó a crear lazos de amistad.
Por fin llegamos a la vista panorámica de Jerusalén. La muralla se extendía ante nosotros y en ella se encerraba toda la historia del final de la vida de Jesús. Vivimos una profunda emoción que de nuevo pudimos compartir entre todos.
La organización de la peregrinación era muy bonita. En el libro del peregrino seguíamos día a día nuestra marcha. Al ser tan distintos, pudimos, las religiosas, renovar los votos en la capilla de la Anunciación, la pareja que venía con nosotros renovaron su compromiso en las Bodas de Caná y todos renovamos nuestro Bautismo en el Río Jordán.
También llegamos al Mar Muerto, allí nos bañamos en aquel agua densa que nos mantenía flotando. La visita a los hallazgos de Qumrám, fue preciosa.
El Cenáculo, la Hora de oración en el Huerto de los Olivos, La Vía Dolorosa.
El Muro del Llanto. La visita a los mercados en la muralla de Jerusalén.
Las salidas por la noche, las compras cómo no y la admiración de todo lo que era una cultura distinta, era otro de los aspectos que nos ayudó.
La visita al museo del Holocausto, no dejó de ser algo que nos hizo pensar, la violencia hace que el hombre deje de ser –humano-, claramente, se reflejaba en lo que íbamos viendo, la pregunta era siempre la misma ¿cómo es posible?¿por qué?
Por fin llegó el momento de volver. Si tuviese que decir en tres palabras qué fue para mí esta peregrinación, diría: una experiencia de FE, AMISTAD SENCILLA y de ESPERANZA.
GRACIAS a Emilio Pinto, a su hijo Rodrigo y a todo el grupo. Fue una experiencia preciosa.
Un gran abrazo
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