11.Jabón,
aceite, agua e incienso o la señora que llevaba tacones en petra o la mirra del
camino. Jordania febrero 2014
Jamás pensé que las cartas que mando a los grupos que
han peregrinado con nosotros pudiesen ser impresas por una sola persona y
encima guardadas; sin embargo, Carmen lo hace:
-Doy gracias a Dios de que lo que escribo salpique el
corazón de alguien.
-Doy gracias a Carmen por hacerme llegar con su gesto,
la caricia para seguir escribiendo, seguir amando lo que hago y seguir buscando
palabras escondidas que nos puedan hacer recordar y pensar a todos.
Esta ha sido hoy mi mirra, esta y la que me ha dado a
oler Alfonso en la ciudad de Petra para disimular el olor de burros y camellos
a última hora de la tarde.
Petra permanece escondida, no se deja ver con
facilidad de lejos, sus secretos siguen guardados para aquellos que no han
sabido nunca mirar a través de las piedras, igual que escondida sigue la
amistad para aquellos que no saben sentir lo que ven, oír lo que no se dice y
amar lo que no se comprende.
Con la música de Indiana Jones, los ojos cerrados, las
manos confiadas de los unos sobre los otros, hemos llegado a Petra; la única
ciudad del mundo de la que nunca terminamos de irnos, la ciudad donde las
piedras se besan, donde las cuestas parecen llanura. Petra la única ciudad
donde nunca se termina de llegar, pues siempre tiene un secreto para la próxima
vez:
Piedras, niños, tumbas, camellos, agua, desfiladeros,
teatros, monasterios, burros, secretos, arena, colores, tesoros encontrados y
tesoros escondidos, ciudad de misterios, cuentos, leyendas y verdades. Ciudad incluso de mujeres que suben en
tacones a lo más alto, ya le he dicho que me voy a comprar unos iguales que los
suyos, a ver si yo puedo.
Cuatro elementos han compuesto el regalo que nuestro
guía Nisar nos ha hecho:
Un jabón, Un frasquito de aceite, otro de agua del
Jordán y uno de incienso, y cada uno lleva su mensaje:
Mientras, el sol se pone en Petra, como si se tratase
de una noche de fuegos artificiales, pareciese que las piedras se negasen a
oscurecerse y quisieran brillar para que al beduino le de tiempo de llegar
hasta donde guarecerse. No creo que haya otro lugar en el mundo donde le dé
tanta pena al sol marcharse.
El jabón lava nuestras manchas, como lo hace el
perdón, el perdón de Dios y el perdón de los amigos. ¡Necesitamos más jabones
en el mundo!…
El aceite aliña nuestras ensaladas, como hace el amor
con nuestra vida, que no nos falte quien aliñe cada día nuestra vida.
El agua nos quita la sed y nos bautiza. Que
encontremos libros, películas, música, oraciones y viajes que nos quiten la sed
de nuestra inteligencia. Que siempre encontremos la mano de quienes cada día
nos siguen bautizando, nos siguen llevando hasta Dios.
Y el incienso, nuestras ganas de alabar a los hermanos
para potenciar aún más sus cualidades, de alabar a Dios, nuestro verdadero Dios
y no esos diosecillos que nos inventamos a nuestra medida, a veces vestidos de
dinero, de placer, de conveniencia, de apetencia, de honores… que son los
falsos refugios de nuestra vida.
Estamos aprendiendo mucho los unos de los otros…
Estamos aprendiendo a amarnos como amaron los nabateos su ciudad, para dejarse
las manos y la vida entre tanta piedra esculpida.
Estamos aprendiendo a interrogarnos, estamos
aprendiendo a reconocernos en la oscuridad.
¡Feliz día! ¡Feliz peregrinación!
Petra: no dejes pasar a aquellos que solo saben mirar
al suelo, no dejes que nadie pueda fotografiar tus miles de millones de colores
y de secretos, déjame acurrucarme un ratito más, déjame ir a ti una vez más y
que te presente a nuevos hombres y mujeres capaces de asombrarse ante ti y
darte aún más color y más secretos.
Gracias Carmen por ser la gran mujer que eres.