jueves, 27 de febrero de 2014

Jabón, aceite, agua e incienso o la señora que llevaba tacones en Petra o la mirra del camino


11.Jabón, aceite, agua e incienso o la señora que llevaba tacones en petra o la mirra del camino. Jordania febrero 2014

Jamás pensé que las cartas que mando a los grupos que han peregrinado con nosotros pudiesen ser impresas por una sola persona y encima guardadas; sin embargo, Carmen lo hace:
-Doy gracias a Dios de que lo que escribo salpique el corazón de alguien.
-Doy gracias a Carmen por hacerme llegar con su gesto, la caricia para seguir escribiendo, seguir amando lo que hago y seguir buscando palabras escondidas que nos puedan hacer recordar y pensar a todos.
Esta ha sido hoy mi mirra, esta y la que me ha dado a oler Alfonso en la ciudad de Petra para disimular el olor de burros y camellos a última hora de la tarde.
Petra permanece escondida, no se deja ver con facilidad de lejos, sus secretos siguen guardados para aquellos que no han sabido nunca mirar a través de las piedras, igual que escondida sigue la amistad para aquellos que no saben sentir lo que ven, oír lo que no se dice y amar lo que no se comprende.
Con la música de Indiana Jones, los ojos cerrados, las manos confiadas de los unos sobre los otros, hemos llegado a Petra; la única ciudad del mundo de la que nunca terminamos de irnos, la ciudad donde las piedras se besan, donde las cuestas parecen llanura. Petra la única ciudad donde nunca se termina de llegar, pues siempre tiene un secreto para la próxima vez:
Piedras, niños, tumbas, camellos, agua, desfiladeros, teatros, monasterios, burros, secretos, arena, colores, tesoros encontrados y tesoros escondidos, ciudad de misterios, cuentos, leyendas y verdades.  Ciudad incluso de mujeres que suben en tacones a lo más alto, ya le he dicho que me voy a comprar unos iguales que los suyos, a ver si yo puedo.
Cuatro elementos han compuesto el regalo que nuestro guía Nisar nos ha hecho:
Un jabón, Un frasquito de aceite, otro de agua del Jordán y uno de incienso, y cada uno lleva su mensaje:
Mientras, el sol se pone en Petra, como si se tratase de una noche de fuegos artificiales, pareciese que las piedras se negasen a oscurecerse y quisieran brillar para que al beduino le de tiempo de llegar hasta donde guarecerse. No creo que haya otro lugar en el mundo donde le dé tanta pena al sol marcharse.
El jabón lava nuestras manchas, como lo hace el perdón, el perdón de Dios y el perdón de los amigos. ¡Necesitamos más jabones en el mundo!…
El aceite aliña nuestras ensaladas, como hace el amor con nuestra vida, que no nos falte quien aliñe cada día nuestra vida.
El agua nos quita la sed y nos bautiza. Que encontremos libros, películas, música, oraciones y viajes que nos quiten la sed de nuestra inteligencia. Que siempre encontremos la mano de quienes cada día nos siguen bautizando, nos siguen llevando hasta Dios.
Y el incienso, nuestras ganas de alabar a los hermanos para potenciar aún más sus cualidades, de alabar a Dios, nuestro verdadero Dios y no esos diosecillos que nos inventamos a nuestra medida, a veces vestidos de dinero, de placer, de conveniencia, de apetencia, de honores… que son los falsos refugios de nuestra vida.
Estamos aprendiendo mucho los unos de los otros… Estamos aprendiendo a amarnos como amaron los nabateos su ciudad, para dejarse las manos y la vida entre tanta piedra esculpida.
Estamos aprendiendo a interrogarnos, estamos aprendiendo a reconocernos en la oscuridad.
¡Feliz día! ¡Feliz peregrinación!
Petra: no dejes pasar a aquellos que solo saben mirar al suelo, no dejes que nadie pueda fotografiar tus miles de millones de colores y de secretos, déjame acurrucarme un ratito más, déjame ir a ti una vez más y que te presente a nuevos hombres y mujeres capaces de asombrarse ante ti y darte aún más color y más secretos.
Gracias Carmen por ser la gran mujer que eres.


martes, 25 de febrero de 2014

El origen de la Kufiya o pañuelo palestino. Por Emilio Pinto Febrero 2014


El origen de la Kufiya o pañuelo palestino. Por Emilio Pinto Febrero 2014



Había una vez un hombre palestino que fue encarcelado por el estado de Israel. Hay veces que las cárceles  encarcelan a la gente que no puede vivir en comunidad y otras , las menos, en las que los hombres son encarcelados por el daño que harían al gobierno desde su libertad. Nuestro palestino no había nunca matado, ni robado, ni incitado a otros a matar a nadie fuese judío, cristiano o americano. Nuestro Palestino fue encarcelado por prevención, esa palabra asquerosa que significa que sin hacer nada, sin ser nadie, sin pregunta ni respuesta, te llevan al “paredón” de la vida.
Y nuestro Palestino, que no tiene nombre, como las grandes personas que olvidamos para no actuar con lo que nos enseñaron, fue encarcelado por 20 años, años que se fueron alargando sin juicio y sin revisión de condena, algunos hablan de que pudo morir en la misma celda.
Una celda sin nada más que un ventanuco cerrado desde el que sólo se podían ver, muy a lo lejos, unos alambres de espinos.
Nuestro Palestino entró en la cárcel con una Kufiya roja que el tiempo se encargó en convertirla en negra y como poco a poco se le iba borrando su dibujo, nuestro Palestino decidió  que con una piedra afilada ir quitando el color negro de donde podía y dibujar lo único que tenía en su retina: una alambrada de espinos.
Cuando murió sus pertenecías, es decir su Kufiya o Hatta, fueron entregadas a sus hijos, y su hijo decidió llevar el pañuelo como lo que era: “el pañuelo del palestino que fue encarcelado por no hacer nada”, por no ser, como una reivindicación a todos los invisibles encarcelados injustamente.
No se trata de buscar ningún culpable, la mayoría de las veces los culpables son los sistemas que hemos inventado entre todos. Se trata de no usar las cosas sin saber que significan o usarlas por modas o lo que es peor, usarlas porque me combina bien con lo que llevo puesto.
Cada vez que te pongas un Pañuelo Palestino busca al hombre encarcelado injustamente, los Palestinos lo llevan para recordar que hay todavía un alambre de espinos que quitar y otro hombre encarcelado injustamente.
Confió en que algún día, aunque no cambie de color, ni de forma, lo lleven para recordar un pasado muy lejano.
Por cierto que nadie sabe el nombre del Palestino que con un pañuelo mugriento supo pintar espinos en sus picos.

lunes, 24 de febrero de 2014

La historia de Umm Ali

La historia del Umm Ali ( la madre de Ali ) o haz con lo que tengas el mejor postre por Emilio Pinto

Umm Ali es un dulce típico de Jordania, Egipto y algún otro país árabe. Es mi dulce favorito de todos los que he probado en mi vida; por lo bien que sabe, por lo sencillo que es y por la gran lección que significa:

Hace muchos, muchos años  era costumbre que un día al año se llevaran a la mezquita los mejores y más ricos postres para celebrar la fiesta . Las mujeres se afanaban en comprar buenos ingredientes y preparar  tartas exquisitas 

En casa, una pobre mujer, conocida como Umm Ali, lloraba desconsolada pues no podía llevar nada, lloraba y lloraba hasta que se quedó dormida  y en el sueño vio como unos ángeles llevaban hasta el cielo un poco de barro, entones Umm Alí les preguntó;
"¿Dónde lleváis ese barro?"
"Se lo llevamos a Dios"
"¿Y qué va hacer Dios con ese barro?"
"Pues hombres , Dios con el barro hace hombres ."

Entonces Umm Ali se despertó y comprendió que si Dios con barro hacía hombres, ella algún dulce podría preparar con lo que tenía.
Encontró pan y leche de la única cabra que tenía y lo puso a cocer, le añadió azúcar, unos pistachos y unas pasas que tenía guardados en casa para las noches que no había nada para cenar, espolvoreó canela y lo metió todo al horno donde hacia el pan.
Umm Ali no podía ir a la mezquita,de pensar que todos se reirían de su postre, mandó a su hijo ,él fue a la mezquita contento pero muy colorado, su madre le había contagiado el miedo. El miedo tiene la fea costumbre de contagiarse. Cuando la gente empezó a probar el postre de Umm Ali, todo el mundo exclamaba en Árabe "¡el postre de Umm Ali es el mejor"  el postre de la madre de Ali es el más rico de todos, y hasta hoy ese postre se sirve en las mejores mesas y más grandes fiestas 
Haz con lo que tengas el mejor postre de todos. Se puede. Tú puedes.