Por Emilio Pinto
No hay ningún día sin Cruz, pero ninguna Cruz debería de
llevarse sin alegría. La
diferencia entre una Cruz y un madero muerto es que de una Cruz siempre brota fruto.
Entendiendo como alegría la emoción que se produce de un estado interior:
fresco y luminoso cuando nos ponemos, o ponemos nuestra Cruz a disposición de
los demás.
Hace pocos días visitaba la colina de las Cruces a unos 13 Kms de Siauliai (Lituania) y de allí he conseguido enmarcar la Cuaresma de este año 2014:
1º-Las primeras Cruces se siembran allí en el siglo XIV
levantadas como un símbolo antizarista. Es cierto, Jesús de Nazaret, siempre ha
estado en contra de cualquier opresión incluso de las opresiones semi ocultas
de nuestros tiempos: Cada vez que se le obliga a un periodista a decir algo o a
no decir nada, cada vez que se le obliga a un trabajador a vender las nuevas o
las viejas preferentes, cada vez que a un padre se le deniega la posibilidad de
ver a sus hijos por estar separado, cada vez que se echa de la Iglesia de este
siglo a un laico, a una monja, a un sacerdote, o a un Papa por sus ideas, sin
tener en cuenta su fe, cada vez que se mata a un ser humano por ser cristiano
en Nigeria, en Corea, en donde sea, cada vez que se usa el templo como mercadeo,
cada vez que nos callamos…cada vez, ante las muchas veces que olvidamos que
somos hermanos.
Desde el siglo XIV y hoy, hay más de doscientas mil cruces
en ese monte y más de doscientas mil razones para poner una nueva cruz. Ese es
el primer paso de la cuaresma saber lo que ocurre en el mundo e incluso lo
hipócrita del mundo cuando por un lado se grita las Bienaventuranzas y por el otro
se quiere ser un nuevo Zar.
2º-En la época soviética las Cruces simbolizaban la
resistencia Lituana. Se ponían Cruces ante los arrestos, cruces por los más de
cien mil muertos y deportados a Siberia y se volvía a arrestar a quien osaba
poner otra cruz. En la primavera de 1961 , el gobierno decidió terminar con la
colina de las Cruces de una vez por todas. Pasaron bulldozers por encima y las
destruyeron…pero no ayudó: nuevas cruces aparecían durante la noche, al
principio pequeñas, pero más tarde mayores y mayores aún.
Estalló una verdadera guerra de Cruces y continuaron los
intentos de devastar la colina. Los bulldozer siguieron interviniendo durante
diez años. Hubo incluso un proyecto de anegar el lugar. Todo fue en vano, noche
tras noche volvían las cruces. La Cruz siempre vuelve, no hay ser humano al que
no le llegue alguna Cruz, estamos hechos de Palo Santo incluso los más ateos del
mundo. Tal vez lo llamen de otra manera: revolución, enfermedad, desconfianza,
degradación, indignación… da igual el nombre cada mañana al levantarnos alguien
ha vuelto a sembrar nuestra propia colina de cruces. ¿Es la solución
derribarlas a golpe de escavadora? Supongo que algunas si, yo he aprendido que
aunque la cruz sea grande, de madera, de metal, de soledad, de inmensa
tristeza, o del material que sea, conviene integrarla, conviene dejarla en el
lugar donde se ha plantado o donde ha nacido: si la arranco siempre sabré que
estuvo allí, si la miro demasiado me dolerá más, si solo dejo una, me
construirá como un mártir sin serlo.
En esta cuaresma, cuando ya tengo la experiencia de saber
que la cruz no es bella sino dolorosa y horrorosa solo puedo seguir el ejemplo
de Jesucristo: dejarlas donde están, dejarme crucificar pero con alegría, con
motivo, sin falsas pretensiones de nada y con la esperanza de que le pueda
servir a alguien. Dios no quiere nuestro sufrimiento, no es un Dios cruel, Dios
quiere que sepamos integrar las Cruces como parte de un camino que nos libera a
todos.
3º-Todo el mundo lleva su Cruz hasta esta colina: Unos
quieren con ella seguir revindicando, otros vienen con ella para pedir por
algún ser querido, otros para recordar el fallecimiento de algún familiar, otros
la dejan como quien enciende una vela. En realidad no hay sitio en el mundo
donde podamos aparcar nuestras propias cruces, ellas viajan con nosotros, se
trasladan de casa con nosotros, hay algunas incluso que crecen con nuestras
lágrimas. Pero son precisamente nuestras cruces las que nos pueden hacer mejor
personas, no digo que no duela, como cuando a los bebés les salen los dientes, así o más duelen
nuestras cruces cuando nacen, sin embargo sin dientes no se puede vivir.
Nuestras cruces no son un sufrimiento en vano cuando las
llenamos de sentido. Es más las cruces de aquí, serán escalones en la
eternidad. ¡Qué le digan esto a quienes han perdido lo más querido a manos de
los más crueles! Pues sí, duele y duele mucho pero su ejemplo y ahora su
presencia nos puede ayudar a ser mejores personas. Por esa razón cuando un
padre perdía a su hijo en una manifestación contra los soviéticos no tenía
ningún miedo en ir a sembrar otra cruz.
4º- Clava en el suelo tus cruces pero no lo hagas jamás en
tu corazón y mucho menos en el corazón de los demás. El 7 de septiembre de 1993 Juan Pablo II visitó la Colina
de las Cruces. Allí se encontró con una cruz erigida en 1981, después del
atentado a su vida con una inscripción donde se leía “Cristo ten piedad del
Papa, Lituania te lo suplica de rodillas”
A su regreso decía en la Audiencia
General del 15 de septiembre
“El itinerario de mi visita me condujo a las principales
ciudades de Lituania (Vilna y Kaunas), Letonia (Riga) y Estonia (Tallin). Fue
una peregrinación a los lugares en los que, de modo especial, se manifestaron
la fe, la esperanza y el amor del pueblo de Dios, sobre todo durante las
recientes experiencias dolorosas. Entre esos lugares destaca el que se halla
situado en las cercanías de la ciudad de Siauliai: es conocido como la colina
de las Cruces. Se trata de un pequeño altozano adonde, ya desde el siglo
pasado, y sobre todo durante los últimos tiempos los lituanos llevaban el
testimonio de sus múltiples sufrimientos (deportaciones, encarcelamientos,
persecuciones) bajo forma de grandes o pequeños crucifijos. De este modo, en
torno a la cruz de Cristo ha ido creciendo un bosque de cruces humanas, que ha
cubierto la colina….El encuentro en la colina de las Cruces fue una experiencia
conmovedora. Ese lugar nos recuerda que continuamente el hombre «completa [...]
lo que falta a las tribulaciones de Cristo», según las palabras de san Pablo
(Col 1, 24).
Después de esa visita, a todos nosotros nos parecía más
clara la verdad que expresó el concilio Vaticano II, a saber, que el hombre no
puede comprenderse profundamente a sí mismo sin Cristo y sin su cruz (cf. Gaudium
et spes, 22). A este respecto, la colina de las Cruces es un testimonio
elocuente y una advertencia. La elocuencia de ese santuario es universal: es
una palabra escrita en la historia de la Europa del siglo XX”
Juan Pablo II me busca también en esta Cuaresma, él supo
donde plantar el dolor de su atentado y lo plantó en el perdón. ¿Cómo se puede
sin el perdón bajar esta colina? No puedo plantar todas las cruces del mundo en
mi corazón, tal cosa me destruiría, me levantaría llorando y me acostaría
llorando. No puedo, tampoco, plantar mis cruces en los que más me quieren, si
lo hiciera, les destruiría a ellos. Llevo mis cruces a la Colina de las cruces
y al llegar allí, un silencio se apodera de mi, pedir por todas las cruces aquí
sembradas me parece algo absurdo, desconozco sus motivos y lo que hago es rezar
por la cruz de uno de los hermanos que nos acompaña en esta peregrinación. Otro
siembra una cruz en nombre todos los
peregrinos, otro nos ha construido una cruz con palillos para cada uno, desde la iglesia donde
celebramos la misa nos pide que nos la acerquemos a los ojos, desde tan cerca
parece que la única Cruz que existe en el mundo es la de cada uno, según nos la
vamos separando aparecen las cruces de la colina. El retablo de esta Iglesia es
un trozo de cristal que enseña la cara norte de la colina.
Ningún día sin cruz, pero ninguna cruz sin alegria.
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