No hay ningún día sin Cruz, pero ninguna Cruz debería de
llevarse sin alegría.La
diferencia entre una Cruz y un madero muerto es que de una Cruz siempre brota fruto.
Entendiendo como alegría la emoción que se produce de un estado interior:
fresco y luminoso cuando nos ponemos, o ponemos nuestra Cruz a disposición de
los demás.
Hace pocos días visitaba la colina de las Cruces a unos 13
Kms de Siauliai (Lituania) y de allí he conseguido enmarcar la Cuaresma de este
año 2014:
1º-Las primeras Cruces se siembran allí en el siglo XIV
levantadas como un símbolo antizarista. Es cierto, Jesús de Nazaret, siempre ha
estado en contra de cualquier opresión incluso de las opresiones semi ocultas
de nuestros tiempos: Cada vez que se le obliga a un periodista a decir algo o a
no decir nada, cada vez que se le obliga a un trabajador a vender las nuevas o
las viejas preferentes, cada vez que a un padre se le deniega la posibilidad de
ver a sus hijos por estar separado, cada vez que se echa de la Iglesia de este
siglo a un laico, a una monja, a un sacerdote, o a un Papa por sus ideas, sin
tener en cuenta su fe, cada vez que se mata a un ser humano por ser cristiano
en Nigeria, en Corea, en donde sea, cada vez que se usa el templo como mercadeo,
cada vez que nos callamos…cada vez, ante las muchas veces que olvidamos que
somos hermanos.
Desde el siglo XIV y hoy, hay más de doscientas mil cruces
en ese monte y más de doscientas mil razones para poner una nueva cruz. Ese es
el primer paso de la cuaresma saber lo que ocurre en el mundo e incluso lo
hipócrita del mundo cuando por un lado se grita las Bienaventuranzas y por el otro
se quiere ser un nuevo Zar.
2º-En la época soviética las Cruces simbolizaban la
resistencia Lituana. Se ponían Cruces ante los arrestos, cruces por los más de
cien mil muertos y deportados a Siberia y se volvía a arrestar a quien osaba
poner otra cruz. En la primavera de 1961 , el gobierno decidió terminar con la
colina de las Cruces de una vez por todas. Pasaron bulldozers por encima y las
destruyeron…pero no ayudó: nuevas cruces aparecían durante la noche, al
principio pequeñas, pero más tarde mayores y mayores aún.
Estalló una verdadera guerra de Cruces y continuaron los
intentos de devastar la colina. Los bulldozer siguieron interviniendo durante
diez años. Hubo incluso un proyecto de anegar el lugar. Todo fue en vano, noche
tras noche volvían las cruces. La Cruz siempre vuelve, no hay ser humano al que
no le llegue alguna Cruz, estamos hechos de Palo Santo incluso los más ateos del
mundo. Tal vez lo llamen de otra manera: revolución, enfermedad, desconfianza,
degradación, indignación… da igual el nombre cada mañana al levantarnos alguien
ha vuelto a sembrar nuestra propia colina de cruces. ¿Es la solución
derribarlas a golpe de escavadora? Supongo que algunas si, yo he aprendido que
aunque la cruz sea grande, de madera, de metal, de soledad, de inmensa
tristeza, o del material que sea, conviene integrarla, conviene dejarla en el
lugar donde se ha plantado o donde ha nacido: si la arranco siempre sabré que
estuvo allí, si la miro demasiado me dolerá más, si solo dejo una, me
construirá como un mártir sin serlo.
En esta cuaresma, cuando ya tengo la experiencia de saber
que la cruz no es bella sino dolorosa y horrorosa solo puedo seguir el ejemplo
de Jesucristo: dejarlas donde están, dejarme crucificar pero con alegría, con
motivo, sin falsas pretensiones de nada y con la esperanza de que le pueda
servir a alguien. Dios no quiere nuestro sufrimiento, no es un Dios cruel, Dios
quiere que sepamos integrar las Cruces como parte de un camino que nos libera a
todos.
3º-Todo el mundo lleva su Cruz hasta esta colina: Unos
quieren con ella seguir revindicando, otros vienen con ella para pedir por
algún ser querido, otros para recordar el fallecimiento de algún familiar, otros
la dejan como quien enciende una vela. En realidad no hay sitio en el mundo
donde podamos aparcar nuestras propias cruces, ellas viajan con nosotros, se
trasladan de casa con nosotros, hay algunas incluso que crecen con nuestras
lágrimas. Pero son precisamente nuestras cruces las que nos pueden hacer mejor
personas, no digo que no duela, como cuando a los bebésles salen los dientes, así o más duelen
nuestras cruces cuando nacen, sin embargo sin dientes no se puede vivir.
Nuestras cruces no son un sufrimiento en vano cuando las
llenamos de sentido. Es más las cruces de aquí, serán escalones en la
eternidad. ¡Qué le digan esto a quienes han perdido lo más querido a manos de
los más crueles! Pues sí, duele y duele mucho pero su ejemplo y ahora su
presencia nos puede ayudar a ser mejores personas. Por esa razón cuando un
padre perdía a su hijo en una manifestación contra los soviéticos no tenía
ningún miedo en ir a sembrar otra cruz.
4º- Clava en el suelo tus cruces pero no lo hagas jamás en
tu corazón y mucho menos en el corazón de los demás.El 7 de septiembre de 1993 Juan Pablo II visitó la Colina
de las Cruces. Allí se encontró con una cruz erigida en 1981, después del
atentado a su vida con una inscripción donde se leía “Cristo ten piedad del
Papa, Lituania te lo suplica de rodillas”
“El itinerario de mi visita me condujo a las principales
ciudades de Lituania (Vilna y Kaunas), Letonia (Riga) y Estonia (Tallin). Fue
una peregrinación a los lugares en los que, de modo especial, se manifestaron
la fe, la esperanza y el amor del pueblo de Dios, sobre todo durante las
recientes experiencias dolorosas. Entre esos lugares destaca el que se halla
situado en las cercanías de la ciudad de Siauliai: es conocido como la colina
de las Cruces. Se trata de un pequeño altozano adonde, ya desde el siglo
pasado, y sobre todo durante los últimos tiempos los lituanos llevaban el
testimonio de sus múltiples sufrimientos (deportaciones, encarcelamientos,
persecuciones) bajo forma de grandes o pequeños crucifijos. De este modo, en
torno a la cruz de Cristo ha ido creciendo un bosque de cruces humanas, que ha
cubierto la colina….El encuentro en la colina de las Cruces fue una experiencia
conmovedora. Ese lugar nos recuerda que continuamente el hombre «completa [...]
lo que falta a las tribulaciones de Cristo», según las palabras de san Pablo
(Col 1, 24).
Después de esa visita, a todos nosotros nos parecía más
clara la verdad que expresó el concilio Vaticano II, a saber, que el hombre no
puede comprenderse profundamente a sí mismo sin Cristo y sin su cruz (cf. Gaudium
et spes, 22). A este respecto, la colina de las Cruces es un testimonio
elocuente y una advertencia. La elocuencia de ese santuario es universal: es
una palabra escrita en la historia de la Europa del siglo XX”
Juan Pablo II me busca también en esta Cuaresma, él supo
donde plantar el dolor de su atentado y lo plantó en el perdón. ¿Cómo se puede
sin el perdón bajar esta colina? No puedo plantar todas las cruces del mundo en
mi corazón, tal cosa me destruiría, me levantaría llorando y me acostaría
llorando. No puedo, tampoco, plantar mis cruces en los que más me quieren, si
lo hiciera, les destruiría a ellos. Llevo mis cruces a la Colina de las cruces
y al llegar allí, un silencio se apodera de mi, pedir por todas las cruces aquí
sembradas me parece algo absurdo, desconozco sus motivos y lo que hago es rezar
por la cruz de uno de los hermanos que nos acompaña en esta peregrinación. Otro
siembra una cruz en nombre todos losperegrinos, otro nos ha construido una cruzcon palillos para cada uno, desde la iglesia donde
celebramos la misa nos pide que nos la acerquemos a los ojos, desde tan cerca
parece que la única Cruz que existe en el mundo es la de cada uno, según nos la
vamos separando aparecen las cruces de la colina. El retablo de esta Iglesia es
un trozo de cristal que enseña la cara norte de la colina.
Ningún día sin cruz, pero ninguna cruz sin alegria.
Madrid 15 de enero de 2014, Terminal 4 del aeropuerto Bajaras. Cerca de las
ventanas de la compañía El Al,Emilio y Pilar acogen con cariño a los peregrinos del grupo Ain Karen.
También empezamos a acercarnos unos a otros. De repente vi a una persona
conocida y muy querida, un gran amigo y me di cuenta de que tenía el bolso de
Ain Karen: le pregunté
-¿Vienes
a Tierra Santa con este grupo?
-Claro
que sí, me contestó.
-Tú
has ido varias veces a Tierra Santa ¿no?
-Sí
pero siempre me hace bien volver.
-Podremos
dialogar ¿verdad? Tu manera de ver y pensar siempre me ha llegado muy dentro.
-Cuando
quieras, Paquita. A mí también me gusta conversar contigo.
Así empezó el diálogo con este otro peregrino del grupo. Sentí una alegría
inmensa.
Después de los trámites del embarque, emprendemos el viaje Madrid-Tel Aviv.
En el avión, empecé a leer el libro de Emilio “Navegantes de la fe”. Se acercó
mi amigo
-Hola
¿Cómo te va el viaje?
-Bien.
¿Has empezado el libro de Emilio? le pregunté.
-Sí,
y me gusta, me dijo. Se siente la experiencia profunda de un
hombre de fe que la quiere compartir.
-¿Sabes?
me cuesta emprender este viaje. Siento resistencia. Me parece que podría
encontrar a Dios sin ir allí.
-Te
puedo asegurar de que no te vas a arrepentir. Tengo la experiencia y además te
conozco... ¿Te puedo dar un consejo?
-Claro
que sí.
-Abre tu corazón y verás.
-Gracias.
Su respuesta me dio a pensar pero ya estaban anunciando el aterrizaje y
volvió a su asiento. Estábamos llegando a Tierra Santa. En el bus que nos
llevaba al Hotel Marina de Tel Aviv, alguien entonó. “Qué alegría cuando me
dijeron, vamos a la casa del Señor”. Me conmovió pues este mismo salmo me había
acompañado en mi preparación personal a la peregrinación. Se lo compartió a mi
compañero y me dijo que a él también le había siempre gustado este salmo; añadió:
-Ves
cómo Dios ya está contigo en esta peregrinación.
Me había adivinado el pensamiento; ¡qué amigo! Era verdad, muy dentro de mi
corazón, sí que deseaba aprovechar este viaje para sentir y gustar la presencia
de Jesús en su país. Lo que pasa es que no me sentía capaz de admitirlo.
Por la noche, tuvimos una primera reunión del grupo. Nos presentamos y
empecé a sentir cariño para estas personas por la mayoría desconocidas. Emilio
nos invitó a formar comunidad y esta invitación me gustó.
***************************************
La mañana siguiente, estaba saliendo de la habitación y me encontré con mi amigo.
-¿Qué
tal has dormido? me
preguntó en tono alegre.
-Casi
no he dormido, le dije. Estaba luchando con mis resistencias. Luego
pensé que toda peregrinación tiene una dimensión penitencial y tomé mi desvelo
como parte de la penitencia.
-Vámonos
a desayunar, me dijo como
única respuesta.
Este día 16 de enero, fuimos primero a Jaffa o Joppe, Cesárea Marítima y
Haifa. Los dos primeros lugares están relacionados con Pedro. Lo que cuenta
Hech. 10, 23-48 tuvo lugar en Jaffa (la visión del mantel bajado del cielo) y
en Cesárea Marítima (la ida de Pedro a la casa de Cornelio). En Jaffa visitamos
la iglesia de San Pedro donde me gustó la representación de su visión. En Cesárea
Marítima, visitamos las ruinas de la residencia de Poncio Pilato. Llama la
atención la inmensidad de este palacio que el mar se está ahora comiendo. Lo de
Haifa se me ha borrado. Me acuerdo solamente de la mención de “Stella Maris” y
del santuario a la Virgen del Carmelo. :
-¿No
es maravillosa la manera de Dios? dijo mi amigo. Dios habría podido
elegir Cesárea Marítima para enviar a su Hijo pues esta gran capital tenía
todos los datos para esto pero eligió Nazarety Belén. Por otra parte, Pedro habría podido encerrarse en
su cultura judía pero Dios le pidió abrirse al mundo de Cesárea Marítima. Hoy,
el palacio no existe e incluso sus ruinas están desapareciendo en el mar. ¿No
te parece extraordinaria la lógica de Dios?
-¡Qué
sabio eres! le dije.
Y ahora que me acuerdo de estos lugares, cierro los ojos y veo las ruinas
del palacio, el mar, la piedra con la inscripción diciendo que Pilato fue
prefecto de la Provincia de Judea del año 26 al año 36 y se me hace muy viva la
encarnación: Dios ha venido en nuestra tierra, aquí en este país y ha pasado de
su eternidad a nuestro tiempo.
Luego, atravesamos la Galilea hacia
Nazaret. Allí, nos detuvimos más tiempo y tuvimos distintas actividades.
Visitamos la iglesia griega ortodoxa San Gabriel
donde se venera la memoria de la Virgen de la Fuente. Según una tradición apócrifa,
María recibió la visita del Ángel cuando estaba tirando agua de la fuente. Esta
tradición me gusta. Me habla de María como mujer del pueblo, activa, “cotidiana”,
encarnada como el hijo que va a recibir en su seno, el Dios encarnado.
Fuimos luego a la iglesia de la Anunciación y allí,
tuvimos nuestra primera Eucaristía. Por supuesto, los textos fueron los de la
Anunciación. En la homilía, nuestro compañero sacerdote nos recordó que Dios
nos ha pensado, querido y elegido. Estas tres palabras se me han gradado. Después
de la homilía, las 5 religiosas, renovamos nuestros votos, nuestro “sí” al Señor
y el grupo nos ofreció un rosario como recuerdo de este acontecimiento. Fue
todo muy fraterno, cariñoso y profundo.
-¿Sabes amigo? Estoy convencida de que nuestro sí se
encarna en cada situación. En este momento, he sentido que el Señor me llamaba a
estar en Tierra Santa, a acoger este regalo con paz. Le dije “sí” pero sin mucha consolación.
-Me alegro, Paquita, me dijo y, con un guiño
añadió: Dios te está trabajando... ¿no? Déjale
hacer.
Después de la misa, bajamos a la cripta donde hay
una gruta que sería el lugar de la casa de María. Providencialmente, no había
casi nadie y pudimos quedarnos un buen rato en oración. Con mucho gusto me di
cuenta de que mi amigo estaba sentado a mi lado. Me quede en silencio, sin
palabra ni pensamiento pero con una paz grande: me habría quedado mucho más
tiempo, allí, dejándome empapar por el misterio de la Encarnación. La presencia
del amigo hacía más intensa esta experiencia de “sentir y gustar internamente”
este misterio de salvación.
Vimos también unas excavaciones que identifican
como el taller de José. Se trata de una gruta. Llama la atención la sencillez y
pobreza. Allí habría vivido Jesús casi 30 años…
Continuamos el viaje en Galilea con el bus hacia Tiberiades.
Llegamos allí ya de noche (que cae alrededor de la 5:30 cada día) y fuimos
directamente al Lago. Subimos en una barca y tuvimos un buen rato de oración
personal y comunitaria en el mar. Lo que tenía que ser una hora fue acortado
pues se levantó el viento y volvimos al pequeño puerto.
Durante la oración, miraba el agua y experimenté
un fuerte acercamiento a Jesús que navegó tantas veces en este mismo lago.
Muchas cosas han cambiado desde 2000 años pero el lago es el mismo. Mi amigo se
me acercó. Respetó mi silencio pero me murmuró:
-No mira detrás Paquita, mira al futuro.
-No sé porque me
dijo esto y no se lo pregunté pero le sonreí pues su frase me había dado mucha
consolación. Luego le dije: Aunque el
viento se levantara un poco, me habría gustado seguir aquí; me gusta el mar
movido.
-A mí también pero a veces nos olvidamos cuando se
levanta un viento en nuestra vida…
Nos alojamos en el Restal Hotel en Tiberiades. A
partir de este día, dormí bien todas las noches de la peregrinación.
******************************************
Todo el día 17 de enero, lo pasamos alrededor del
Lago, en los distintos lugares mencionados en los Evangelios.
-Has hecho este recorrido andando alguna vez, ¿verdad?
Me gustaría a mí también.
-Tal vez tengas esta oportunidad ¿quién sabe? Pero se
puede vivir la experiencia muy bien desde el bus…
-Ves que te comparto mis sentimientos. ¿Me vas a
compartir los tuyos?
-¿No es esto la amistad?
Fuimos primero a Cafarnaúm dónde Jesús predicó
tanto. Nos enseñaron las ruinas de dos lugares ubicados al lado uno de otro: la
sinagoga y la casa de Pedro. Lo que me llamó más la atención es el tamaño de la
casa de Pedro: muy pequeña. No sorprende que Jesús, al entrar, se enteró
enseguida de la enfermedad de la suegra de Pedro. El guía nos enseñó otras
casas y nos explicó cómo eran construidas y cómo se habría podido quitar el
techo para pasar por allí el paralítico mencionado en Mc 2, 1-12. Leímos allí
este texto. Después, compartimos un poco, mi amigo y yo.
-No siempre estoy de acuerdo con las afirmaciones de
nuestro guia pero me gusta la intensidad de sus convicciones, dije.
-Tranquila, puedes opinar distinto. Es verdad que el
conjunto transmite el “espíritu” de los lugares y esto es mucho más importante.
-No intento acordarme de los detalles de arqueologíapero cada vez que nos explica que hubo una iglesia bizantina y luego
una cruzada y a veces otra más moderna, me transmite el mensaje de que desde
siempre los cristianos han querido venir aquí.
-¿Qué te parece este deseo? ¿Por qué piensas esta
tierra ha siempre atraído a los cristianos?
-Pienso que necesitaban “tocarla”, “pisarla” para
ponerse en contacto con lo que se ha vivido en este lugar donde se encarnó el
Hijo de Dios. Todavía no siento la necesidad de tocar un lugar.
-Estás
en camino Paquita.
Luego, referiendose al pasaje evangélico que
leimos, Emilio nos invitó a contemplar la fuerza de la amistad. ¡Cuánto sentía
esta amistad de parte de mi compañero y cuánto la quería transmitir a los otros
miembros del grupo y a muchos otros después!
De allí, fuimos al Monte Tabor. Subimos con el
bus hasta un cierto punto. Desde allí, hay que tomar camionetas locales para
subir hasta arriba. La subida y la cumbre ofrecen una vista impresionante de la
campaña alrededor. Sólo esto ya llena el espíritu y el corazón de presencia de
Dios. Visitamos la iglesia de la Transfiguración que tiene tres capillas,
recordando la palabra de Pedro: hagamos tres tiendas. Leímos el texto de la
transfiguración (Mt 17,1-13) y tuvimos un rato de oración personal. Me detuve
un buen rato en la capilla de Elías pues tengo un cariño especial a este
profeta.
Durante todo el tiempo de subida y estancia allí
arriba, tenía una pregunta en el corazón. La compartí con mi amigo:
-¿De qué hablaría Jesús con los tres discípulos
cuando subía y bajaba? Viendo el tiempo que necesitamos para subir, me imagino
que andando, tardarían mucho tiempo.
-Es buena pregunta. Yo, la vez que subí andando, me
impactó el silencio, la majestad de la montaña, el aire puro. Atrae a Dios, a
lo que Él es de verdad y a lo que nos llama. Es como si se te revela tu
identidad profunda, tu verdad. En otros momentos de la subida, la vista invita
a recorrer toda la historia de este Dios con su pueblo. Es como si la subida me
preparaba para lo que iba a pasar en la cumbre. Pero estoy hablando demasiado.
Tú, conservas tu pregunta y quédate a la escucha.
Y sí, esta pregunta alimentó mi oración y se me
grabó en el corazón: si tengo la oportunidad de dar Ejercicios Espirituales, la
utilizaré pues de verdad ayuda a entrar en oración.
Después de bajar de la montaña, fuimos a otro
lugar bien significativo: Tabgha, dónde se recuerda la multiplicación de los
panes. Allí, no hay mucho que “ver” pero es un lugar con un jardín precioso.
Sería ideal para hacer un retiro. Allí, tuve muy presente en el corazón y la
oración a una persona querida a quien la palabra “Tabgha” habla de manera
especial.
De allí, nos fuimos al Monte de las
bienaventuranzas. Es un lugar que conserva un aire de naturaleza que ayuda a entrar
en contacto con Jesús y a escuchar hoy su sermón del Monte. Visitamos la
iglesia pero no me ha marcado mucho. En el gran jardín, hay varios puestos
donde se puede rezar con cada una de las bienaventuranzas y celebrar la
Eucaristía al aire libre. Allí tuvimos nuestra secunda misa como grupo
peregrino. Después de misa, tenía muchas ganas de hablar con mi amigo pues había
vivido una experiencia muy especial.
-¿Has visto que conversé bastante tiempo con …….? Me
abrió su corazón, me contó cómo se sentía hoy y me explicó una situación
familiar que la hacía sufrir mucho. En el momento, no supé qué decirle pero no
me la quito de la mente; quisiera ayudarle a enfocarlo desde el perdón pero…
-Sí, te he visto. Pienso que tu escucha ya fue ayuda
y estoy seguro de que la has tenido muy presente durante la Eucaristía.
-Una cosa me llamó la atención: estábamos en el rincón
llamado: “Bienaventurados los que lloran”. ¡Qué apropiado para ella! También en
el momento de la paz, le di un abrazo muy fuerte.
Seguimos el recorrido con la travesía del lago en
barca. Leímos allí el texto de Mt 1, 16-20. La experiencia fue similar a la de
la noche anterior pero un poco más largo y haciendo todo el recorrido de ida y
vuelta.
Al desembarcar, vi algo que me toco la imaginación
espiritual y lo compartí con mi amigo:
-Mira, le dijé. Una
barca pequeña amarrada al pontón. Dos pescadores, uno mayor y otro joven
limpiando las redes y sacando los peces para la venta. Pienso que Pedro y Juan
eran así, trabajadores fuertes, metidos de lleno a su tarea, sin nada que habría
podido dejar adivinar la elección de Jesús.
Se rió y dijo:
-En versión moderna, es verdad que sería lo que mejor
se acerca a la historia de Pedro …Vámonos a comer pescado del lago.
Fuimos también a Cana. En la iglesia, justamente
tenía lugar una misa de matrimonio y nos detuvimos poco. Visitamos la cripta y
allí leímos el texto evangélico y recordamos a todos los matrimonios que
conocemos.
Terminamos el recorrido del día en el lugar que
recuerda la primacía de Pedro o dicho de otra manera, el encuentro de Jesús con
los discípulos en la orilla del Mar después de la resurrección. Contemplamos
allí la puesta del sol en el lago y tuvimos un tiempo para orar personalmente.
Aquí también, es el silencio que mejor ayudó mi oración. Una pregunta un poco estraña
me habitaba:
-¿Por donde llegó Jesús a la orilla para hablarles a
los discípulos que estaban todavía en la barca? Es una playa pequeña.
Como si mi amigo me había oído pensar, se acercó
y dijo:
-No es estraña tu pregunta Paquita. Primero,
seguramente la playa era mucho más amplia y no había construcciones ni casas
allí, ni la iglesia donde hay una roca que dicen fue donde Jesús preparó el
desayuno para sus amigos. Pero tu pregunta me dice algo mucho más importante.
-A ver, ¿qué descubres tú en esto?
-Tu búsqueda de Jesús. Tu pregunta es una búsqueda de
Jesús. Me encanta.
Me llegó muy dentro la reflexión de mi amigo pero
cambié la conversación porque estaba demasiado impresionada.
-¿Sabes? Este lugar me recuerda a mi padre. Un año,
para la Pascua, le había enviado una felicitación con una representación y un
comentario de esta escena. Durante mucha tiempo después me hablaba mi padre del
Jesús de la orilla.
Nos alojamos en el Restal Hotel en Tiberiades. Por
la noche, desde el Hotel, se podía bajar hasta el lago andando. Fui dos veces.
Antes de cenar fui con una compañera y mi amigo. Nos encontramos con un Pastor
de la Iglesia de Escocia. Nos dijo que tenía una comunidad cristiana muy pequeña:
dos o tres personas. Cuando lleguemos lo más cerca posible del Lago, nos
sentamos allí, mirando el agua o más bien contemplé la noche adivinando el
agua. Pensaba en este Pastor y en Jesús: la evangelización no es cuestión de números
pero cuánta fe se necesita para seguir sin pescar nada en la noche.
Después de cenar fui con otra compañera y nos
encontramos con otros del grupo. Era sábado, el Sabbath de los Judíos: prácticamente
nadie en las calles, ni coches ni peatones. Todos estaban celebrando en sus
familias el comienzo de su Sabbath. Observamos una menorah iluminada a mitad de
la montaña. Me maravilla la perseverancia de este pueblo que sigue esperando al
Mesías. Estamos en su país y tenemos el mismo origen pero tan lejos todavía la
comunión.
Empezamos el día 18 de enero bajando a la orilla
del Jordán. Es un río pequeño. Bajamos hacía el agua y leímos el relato
evangélico en Mt 3, 13-17. Luego, renovamos las promesas de nuestro bautismo y
cada uno se presentó al sacerdote quien nos versó agua del Jordán en la cabeza.
Fue un gesto muy bonito y significativo. No pudimos quedarnos mucho tiempo a
rezar allí pero me llené la mirada del entorno del río, de la vegetación, del
recuerdo.
-Me impactan más los lugares relacionados con un
punto de naturaleza. Es como si me acercaran más al Jesús histórico porque
estos elementos han cambiado poco a lo largo de los años.
-Tal vez hay un motivo más profundo Paquita. Lo que
estás diciendo, ¿no sería que se te está desarrollando esto del “tocar”? En la
naturaleza, puedes tocar de manera más inmediata la realidad de hace 2000 años.
¿Responde a algo en ti?
-Ah! sí, claro que sí. Pienso que se me está abriendo
el corazón y eres la mediación. Gracias amigo.
El viaje siguió hacia la Judea. De la fértil
Galilea, pasamos a la inmensidad del desierto de Judá, montañas de piedra. Paramos
a Jerico, oasis dentro de este desierto dónde tuvieron lugar muchos
acontecimientos de la vida de Jesús. La Eucaristía de este día, la celebramos
en la única parroquia católica de la ciudad. El compañero sacerdote que presidia
aprovecho la homilía para compartir una experiencia personal muy bonita y nos
unimos a su acción de gracias.
Subimos en funicular al Monte de las tentaciones.
El paisaje de este desierto de roca es impresionante. No se sabe si el relato
de las tentaciones es histórico o si recoge en una única escena, la experiencia
de toda la vida de Jesús; me inclino en la secunda alternativa pero de toda
manera, la vista del desierto ayuda a situar la realidad de la tentación en su
vida y en la nuestra.
-¡Qué aridez! le dije a mi amigo. Da miedo pero a la vez me hace comprender
la necesidad de estar muy centrados en Dios en momentos de tentación.
-Tienes toda la razón y es lo que dicen los textos
evangélicos de las tentaciones: agararse a la Palabra de Dios, a la misión
encargada por el Padre, a la lógica de la pobreza.
-Y por otra parte, abajo, en el Jérico- oasis, se
venden los mejores dátiles…
Arriba, hay un monasterio ortodoxo. No pudimos
visitarlo pues era la Epifanía de los Etíopes y había una gran multitud de
peregrinos de ellos. En lugar de subir con el funicular, los hombres subían
escalando la montaña mientras las mujeres cantaban y bailaban abajo.
-Me interpela la fe de la gente de otras creencias.
Me gustaría poder conversar en profundidad con ellos. Estoy segura de que tendrían
mucho que enseñarme.
-Estoy de acuerdo contigo. La experiencia de Dios no
tiene fronteras. Son los humanos quienes construyen barreras y muros y también
desviaciones.
El guía nos dijo que algunos árboles tienen muy
larga vida como los olivos por ejemplo pero que no es el caso de los sicómoros.
Por supuesto, ya no existe el sicómoro de Zacheo pero existe un solo sícomoro
en Jerico y, para recordar este encuentro de Jesús, hicimos allí una breve
parada. Luego recordó el pasaje y parafraseo diciendo: Jesús le dijo: baja de
tu árbol. Esta frase fue para mí la gracia de la peregrinación, el momento
clave. Cuando estábamos allí, al lado del sícomoro de hoy, le conté mi experiencia
a mi amigo quien por lo visto no se sorprendió nada pero se alegró un montón.
-Cuando oí esta frase: “baja de tu árbol”, es como si
Dios se me había aparecido, gritándome a todo gritar y a la vez abrazándome con
una ternura inmensa.
-Pienso que es lo que se llama “consolación” en el
sentido más fuerte de la palabra.
-Es Dios que me decía: Baja de tu árbol a “esta”
tierra: deja tus resistencias, tus prevenciones; acepta la gracia, el regalo de
esta peregrinación y de mi presencia contigo. Baja de tu árbol de soberbia:
quiero ir a comer contigo…
-Baja con alegría, no con la desesperación que habías
sentido cuando pensabas en el recién pasado que te da vergüenza; baja ahora a
la vida ordinaria, baja del puesto que te había dado la responsabilidad y
vuelves aquí con todos…
Mi amigo había continuado describiendo mis
sentimientos exactamente como si había estado dentro de mí. Estaba yo como en
otro planeta; me sentía lígera, libre, feliz.
-Gracias Señor dije, ya sin saber si se
lo decía a Dios, a mi amigo, al guia o a Zacheo.
Seguimos el viaje y nos paramos a Qumran.
Visitamos el sitio donde se encontraron los manuscritos de los Esenios. Se
pueden ver desde lejos algunas de las grutas donde estaban escondidos los
manuscritos. También se pueden observar los lugares de las abluciones rituales
muy importantes en el ritmo de vida de los Esenios. Pensaba: qué amor a la
Palabra tenían estos Esenios para instalarse en este desierto de piedra, bajo
un sol de justicia y en condiciones tan difíciles.
Fuimos después al Mar Muerto donde algunos se bañaron.
Puse sólo los pies. Dicen que el agua es curativa y se hacen muchos cosméticos
a base de ella; sin embargo, estar dentro me ha dejado una sensación poco
agradable.
Siguiendo nuestro viaje, paramos a Betania. Visitamos
la iglesia que recuerda los acontecimientos relacionados con la amistad de Jesús
y la familia de Lázaro, Marta y María. Pero yo estaba todavía con ”baja de tu árbol”
y aproveché menos de la visita a Betania.
La distancia de Betania a Jerusalén es de 3 km
pero a causa del muro construido para separar Israel de Palestina, tuvimos que
recorrer unos 20 km. Durante este trayecto, me acordé de lo que dice San
Ignacio: durante sus últimos días, Jesús iba cada día de Betania a Jerusalén y
le pregunte qué tenía dentro mientras iba en este camino. Aquí también me
gustaría recorrer este trozo andando. Se lo comenté a mi amigo y sentí que se
estremecía mucho. No insistí. Seguramente vivió algo muy especial cuando lo
anduvo caminando antes de la construcción del muro.
Tal como previsto sabiamente por Emilio y Pilar, llegamos
a Jerusalén antes de la puesta del sol. Nos fuimos arriba del Monte de los
Olivos pues desde allí, hay una maravillosa vista panorámica de la ciudad.
Cantamos “Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor”. El guia nos
dio una primera explicación de la ciudad. Se podía sentir gran entusiasmo en
todo lo que decía. Miré a mi amigo y percibí sus sentimientos mezclados.
-¡Cuánto quieres esta ciudad! le dijé.
-Sí, muchísimo. Mucho más que el guia… Yo también
tengo antepasados judíos.
Y me volvió a repetir lo que el guia nos había
comentado, añadiendo detalles de su propia experiencia. Mi corazón se llenaba
de sus sentimientos mezclados al llegar a Jerusalén.
Nos alojamos en el Ambassador Hotel en Jerusalén
hasta el final de la peregrinación
Por la noche, se nos ofreció la posibilidad de hacer compras en una
cooperativa familiar cristiana de Belén. Al volver, conversamos un buen rato
pues algo me había golpeado mucho.
-¡Cuánto
el guia insiste sobre la situación de los cristianos de Tierra Santa!
-Claro,
es su realidad cotidiana.
-Nunca
se me había ocurrido pensar que son tal minoría… ¡Qué misterio! Me interpela.
No sé a qué pero sí que me llama a algo. En la tienda, claro que los precios
eran altos pero me motivaba pensar que por lo menos, al comprar, estaba
apoyando a estos cristianos aislados que maintienen “cristiano” algo de la
Tierra de Jesús.
-Te
he visto contemplar las imágenes de madera de olivo.
-Sí,
contemplar no cuesta nada. Claro que se me acercaron los vendedores al verme
tal interesada por los objetos caros… pero no tenía dinero… Me interesé
especialmente en dos cosas: el lavatorio de los pies y Jesús con los niños. Las
esculturas eras preciosas. ¡Cuánto le habría gustado a una amiga mía! Al salir
de la tienda, nos encontramos con niños que vendían cosas de menos valor pero
compré algo.
-Tienes
razón, los cristianos de aquí son importantes, también los niños. Cuando el guía
nos preguntó en broma las tres personas importantes nacidas en Belén y que la
respuesta era “David, Jesús y yo”,pensé: Dios utiliza los que quiere para hablarnos.
-Impresiona
también el pasar la frontera entre Israel y Palestina. Lo hicimos fácilmente
con el bus pero para los Palestinos, parece que es un constante desafío. Que
venga la paz.
***************************************
Empezamos el día 19 de enero en Ain Karen. Hay
que subir bastante para llegar a la iglesia que recuerda la visitación. Allí leímos
el texto evangélico de Lc 1, 39-56 y tuvimos un tiempo de oración personal.
Fuera de la iglesia, se encuentra el texto del Magnificat en un gran número de
lenguas. Una escultura moderna me llamó la atención: María e Isabel que se
abrazan y los dos vientres se tocan: me habló de la comunión de las dos mujeresa través de sus hijos.
Al bajar de la colina, visitamos la iglesia de San
Juan Bautista. Compartí con el grupo que Juan tiene un significado particular
para mí pues nací el 24 de junio. Al decir esto, el grupo me manifestó su cariño.
Gracias a todos. Una amiga me ofreció comprarme algo. Eligi una postal con un
icono que me gustaba. Como no entendía la frase, le pregunté a otro del grupo.
Pidió la información a un compañero suyo por correo electrónico y el día
siguiente, me dijo que dice sencillamente: nacimiento de Juan Bautista. Me
gustaría encontrar la explicación del icono pero no la he encontrado todavía.
De allí, nos fuimos al Museo de Jerusalén. Interesan dos cosas. La primera,
una inmensa maqueta de la ciudad de Jerusalén. El guía nos había anunciado esta
maqueta y con su explicación, pudimos situarnos en los lugares mencionados en
el Evangelio; se puede evaluar las distancias, identificar los sitios, entrar más
a fondo en lo que Jesús vivió especialmente durante la pasión. La otra cosa
interesante del Museo es la exposición de los documentos de Qumran,
especialmente el libro de Isaías que está conservado casi integralmente.
Seguimos nuestro recorrido. En camino, nos explicaron el significado de la menorah
y paramos un rato para ir a ver una inmensa menorah colocada en frente al
parlamento. Mi hizo pensar en la importancia de los signos en todas las
religiones y tal vez para el ser humano como tal.
Luego nos fuimos a Belén. Visitamos la gruta del nacimiento y la del pesebre.
Había mucha gente y muchas expresiones de devoción de parte de todos tipos de
personas. A primera vista no me inspiraba mucho, tal vez a causa de la muchidumbre.
Sin embargo, hay algo allí en esta gruta que llega muy dentro. Después de pasar
a arrodillarme delante del lugar que recuerda el nacimiento de Jesús, me quede
detrás un buen rato; el silencio expresa mejor mis sentimientos de adoración. Un
grupo cantó y de repente nos obligaron a salir.
Tuvimos la Eucaristía cerca de allí en la cripta de San Jerónimo. Fuimos
luego al lugar llamado “campo de los pastores”. Allí, hay una iglesia más bien
moderna: me gustó el conjunto de los tres murales que recuerdan el anuncio de
los ángeles a los pastores, la adoración de los pastores y el anuncio de los
pastores a todos los que encontraban. Fuimos también a la Gruta de la leche que
recuerda una tradición: la Virgen dando de beber al Niño durante la huida a
Egipto.
En el camino de vuelta al hotel, conversamos un poco.
-Tengo
la impresión de que no estoy capaz de seguir el ritmo de las visitas. En cada
lugar siento que me quedaría más tiempo para empaparme de lo que dice pues cada
lugar habla;necesitaría
contemplar largamente.
-Te
recognozco Paquita, siempre eres así. Es normal que vayamos de prisa si
queremos ver muchas cosas. Pero sé que estás dejando que los lugares y momentos
te lleguen muy dentro. Luego podrás volver a todo esto para sacar provecho. Y
quien sabe, tal vez volver a venir a Tierra Santa…
Por la noche, tuvimos una hora de adoración en la capilla de las hermanas
de Sion que cuidan del lugar del Lithostrotos y luego visitamos este lugar. Fue
para mí una experiencia espiritual fuerte.
Tuvimos que caminar bastante para volver al bus. Sentí cansancio y dolor.
Tenía la impresión de que los demás caminaban muy de prisa. De repente, un
compañero del grupo que estaba delante se volvió y me ofreció su brazo. Lo
agradecí mucho y esto me permitió seguir sin el cansancio anterior. Lo comenté
con mi amigo.
-La
casa de estas hermanas está ubicada a una esquina de la Via Dolorosa. Fue la
primera cosa que me toco el corazón. Viven allí y acogen a grupos. Es una misión
preciosa. Me hace entender el gran deseo de una amiga mía de tener una casa en
Jerusalén. Aquí le he pedido a Dios la gracia de entrar en los sentimientos de
Jesús durante su pasión.
-Te
he visto tocar la piedra del Lithostrotos. No pienso que lo hayas hecho
solamente porque los otros lo hacían…
-Tienes
razón. Por primera vez me dio consolación tocar esa piedra pues sentí que este
lugar era genuino, real. Tocarla me trasladaba 2000 años atrás…
-¿Y
lo del brazo?
-Ai
amigo, ¡cuánto me adivines! El poder apoyarme en el brazo de …. me hizo sentir
hasta qué punto no puedo avanzar sóla en el camino del Señor y menos en el
camino de su pasión.
-¿Sabe
este compañero lo que te ha hecho vivir con su gesto fraterno y cariñoso?.
-Se
lo agradecí después pero es verdad que no conoce el empacto espiritual de su
gesto.
***********************************************
Pasamos la mañana del día 20 de enero en el Monte de los Olivos. Empezamos
arriba y fuimos bajando andando, parando en los lugares más significativos. Fue
una de las mañanas más intensas para mí. El hecho de ir camiando me ofrecía lo
que había buscado muchas veces: un espacio para ir integrando lo que vimos.
En la cumbre, vimos el lugar donde se recuerda la ascensión del Señor. Pensé
en lo que dicen de San Ignacio que quería volver para ver en qué dirección iba
el pie que se ve en la roca.
Visitamos la iglesia del Padre Nuestro. Allí, rezamos juntos esta oración
de Jesús, cada uno en nuestra lengua. De hecho, allí, en las paredes, está
escrito el Padre Nuestro en un gran número de lenguas. Tomé la mano de mi amigo
que estaba a mi lado en este momento y oí que rezaba en una lengua que no conocía.
-¿En
qué lengua has rezado?
-En
arameo. Aprendí esta lengua hace mucho tiempo y siempre me gusta rezar el Padre
Nuestro en la lengua original.
Paramos después en el lugar donde se recuerda el llanto de Jesús sobre
Jerusalén. Desde este lugar, hay de hecho una magnifica vista de toda la
ciudad. Se comprende que Jesús, mirando desde allí tuvo estos sentimientos.
Este lugar me ha llegado al corazón de manera especial. Mi amigo se acerco y me
dijo:
-Mirando
hoy a Jerusalén, ciudad tan divida tanto a nivel político como religioso, los
mismos sentimientos brotan y también el mismo deseo de reunir a todos como la
gallina reúne a sus pequeños.
-Justamente
pensaba lo mismo. Me recuerda la contemplación ignaciana de la Encarnación: la
Trinidadmirando al mundo y
decidiendo la redención.
Seguimos bajando. Anoche, en el Lithostrotos, nos habían invitados a
acercarnos al sacramento de la reconciliación. No lo hice en este momento pero
pensé que se lo pediría a uno de los compañeros sacerdotes en este camino del
Monte de los Olivos. Lo hice y fue precioso cómo Dios me manifestó su perdón y
cariño a través de este compañero del grupo.
Bajando, llegamos luego al Huerto de Getsemani, otro lugar que me ha
marcado mucho.Hay algunos olivos bimilenarios que tal vez han testimoniado la
agonía de Jesús. El lugar invita a la oración. La misma iglesia también. En la
parte de delante, hay una gran roca que se venera como la en la que Jesús vivió
su agonía. Me dio consolación tocarla y besarla. Nos dejaron un buen rato y lo
pasé rezando mirando los olivos y dejando que los sentimientos de Jesús me
invadan. Pensé: si hay un tiempo libre, volveré aquí.
En un lugar de esta bajada, vimos una escalera en la piedra, descubierta
hace relativamente poco tiempo. Parece que era la única manera de subir y bajar
del Monte de los Olivos al tiempo de Jesús. Seguramente Jesús habrá utilizado
esta escalera muchas veces. La contemplé para que se me quedé en la retina.
Visitamos también el lugar donde se recuerda la muerte de la Virgen.
Este día, volvimos al hotel para comer y me ha ido bien para asimilar la
vivencia de la mañana.
Por la tarde, fuimos al Monte Sion.
Visitamos el lugar que recuerda la tumba del Rey David aunque nuestro guía
nos dijo que no puede ser allí pues esta parte de la ciudad no existía al
tiempo de David. Visitamos también la iglesia de la dormición de la Virgen.
Fuimos a la iglesia del Gallicantu que recuerda la negación de Pedro. Vimos
y fuimos a la fosa donde tal vez se ha bajado a Jesús durante la noche del
jueves al viernes santo. Hoy se puede bajar con una pequeña escalera pero a Jesús,
lo habrían bajado por un agujero en la roca. Allí rezamos: realismo de la noche
de angustia de Jesús.
-¿Qué
vivías dentro Jesús aquí en esta fosa? Pensé
-Mucho
amor, contestó mi amigo.
-Y
lucha interior como en Gethsemani, seguro.
-Y
sobre todo mucho amor, repitió
mi amigo.
Tuvimos la Eucaristía en el cenáculo de los Franciscanos.Fuimos después al lugar del cenáculo
verdadero donde Jesús vivió la última Cena. Allí, los sacerdotes de nuestro
grupo renovaron sus promesas.
-¡Qué
pena la escena que testimoniamos justo en el cenáculo. Este grupo que gritaba
como si su oración fuera no sé qué espéctaculo o manifestación violenta. Me
daba pena y miedo.
-Hay
distintas maneras de expresar la oración Paquita, lo sabes.
-Pero
esto, dudo que esto sea oración…
-¿Cómo
lo sabes? ¿Has visto la manera respectuosa de nuestro guia pidiéndoles que
terminen?
-Bueno…
Me imaginaba el Cenáculo un lugar donde se podía rezar de verdad.
-¿Has
notado que cuando renovaron sus promesas los sacerdotes, la gente alrededor su
unió a nuestro grupo?
-Es
verdad. De toda manera, el Cenáculo no me deja recuerdo consolador…
Por la noche fuimos a un espectáculo de Luz y Sonido sobre la historia de
Jerusalén. Tenía lugar en la torre de David. Empezaba con la creación y luego,
después del Rey David, las etapas de la historia de esta ciudad que fue tantas
veces golpeada por la violencia y que siempre se remontó. Termina el espectáculo
con una invitación a rezar por la paz en Jerusalén. Estaba sentada al lado de un
compañero del grupo. Entercambiamos pocas palabras pero me hizo percibir más a
fondo a este compañero nuestro que había visto muy interesado en hacer preguntas
al guia pero que a mí, compartió algo más profondo del porque había vuelto a
Tierra Santa.
****************************************
El día 21 de enero por la mañana, recorrimos la Via Dolorosa donde rezamos
el Via Crucis. Impresiona por dentro. De hecho, por fuera, es una zona bastante
movida. Nos encontrábamos con niños que se iban al colegio, vendedores, gente
que iba a sus cosas. Nos dijeron que es una zona un poco peligrosa y vigilada
por cameras. Nosotras hicimos nuestra Via Crucis con sencillez. Internamente, pensaba: cuando Jesús subió
esta cuesta, era un poco igual. Todos iban a sus cosas sin darse cuenta de lo
que estaba pasando en sus calles. Me tocó animar la quinta estación: El Cireneo
ayuda a Jesús a llevar la cruz. Le pidé a Jesús la gracia de poder ayudarle a Él
en los que encuentro. Y me acordé de la ayuda recibida el día anterior y se me
hizo muy fuerte el que podamos ser Cireneos unos de otros.
Después, fuimos en la iglesia del Santo Sepulcro y vimos el lugar del
calvario y la tumba de Jesús. Hicimos la cola para entrar en el Sepulcro y
también para poner la mano en un agujero que dicen fue donde se puso la cruz de
Jesús. Me quede un buen rato en silencio en cada uno de estos dos lugares y
tuvimos la Eucaristía en una capilla cerca del Sepulcro. Todo deja una impresión
fuerte y sentimientos mezclados. Lo compartí con mi amigo.
-Aquí,
me acuerdo de nuestra amiga que ha vivido muchos años en Oriente Medio y tiene
una gran sensibilidad para los distintos ritos cristianos.
-¿Qué
piensas nos diría aquí?
-Pues
no lo sé. Me gustaría escucharla. La manera de expresar la fe y la devoción es
muy distinta y no la entiendo. Sin embargo, ver la fe de la gente me hace bien.
De toda manera, me ha costado bastante meditar o contemplar aquí el misterio de
la muerte y resurrección de Jesús.
-Es
un misterio de fe…
-Exacto.
Así lo he mirado pero esta división entre los cristianos me duele. Escuchar al guia
relatar la historia y percibir sus sentimientos me ha intensificado la sensación
rara y casi de hostilidad y vergüenza.
Mi amigo me apretó fuerte la mano. Ví que pensaba igual y que le hacía
sufrir profundamente.
Después, fuimos al famoso Muro de las lamentaciones. Impresiona la fe de la
gente que reza allí. Había mucha gente pues era el día de la iniciación de
algunos niños a la Torah. Nos encontramos con los grupos que acompañaban a cada
niño con cantos, bailes, instrumentos, etc.
Hicimos una breve parada en el lugar donde estaba la piscina de Betesda
donde Jesús curó al paralítico y que ahora no existe. En el mismo terreno, hay
una iglesia dedicada a Santa Anna y rezamos allí por los abuelos.
La tarde se dejo para que cada uno pueda hacer sus actividades personales. Una
amiga y yo volvimos al Huerto de los Olivos. Me contó después que fue para ella
un regalo el estar allí un rato prolongado para presentarle al Señor su nueva misión.
Ella se quedó más bien dentro de la iglesia muy cerca de la roca donde Jesús
vivió su agonía. Por mi parte, pasé casi todo el tiempo contemplando el Huerto
y los olivos.
-Se
palpa aquí la presencia de Jesús. Dice el evangelio que ha venido varías veces
en este Huerto con sus discípulos, dijé a mi amigo.
-Es
un lugar sagrado.
-¿Qué
nos podrían contar estos árboles?
-Hay
que ponerse a la escucha.
Eso hice y sí que me hablaron. Sentí de nuevo el amor de Jesús y un gran
deseo de amar yo también.
Por la noche, tuvimos una reunión del grupo. Cada uno podía compartir algo
de su experiencia y se nos entregó un reconocimiento de peregrinación a Tierra
Santa.
-¡Qué
bien han preparado esta peregrinación Emilio y Pilar! dijé a mi amigo.
-Sí,
cada día era lleno de detalles; han pensado en todo y intentado poner todos los
medios para que fuera experiencia buena para cada uno.
-El
libro con los textos y los cantos, los comentarios de Emilio y el compartir de
lo que escribía, la atención a cada uno de parte de Pilar, los ajustes al
programa cuando algo no previsto se presentaba como Jerico por ejemplo.
-Fue
bonita también la experiencia comunitaria en el grupo, comentó mi amigo
-Sí,
mucho compartir, apoyo, interés. A veces me ponía nerviosa al ver que se
tomaban tantas fotos
-Los
objetivos de cada uno son distintos. A lo mejor otros se ponían nerviosos al
ver que tú no tomabas…
-De
hecho, Emilio me lo comentó en tono de sorpresa. Le dijé que había tomado fotos
con mis ojos y el corazón y que es desde allí que lo quería compartir.
A la una de la madrugada, salimos de Jerusalén hacia el aeropuerto de Tel
Aviv y de allí a Madrid.
Al final de todo, puedo hacer el pequeño resumen siguiente:
“¡Señor llegamos” - Inscripción gradaba en los muros de la Basílica del
Santo Sepulcro de Jerusalén por peregrinos occidentales del siglo IV”. Estas
palabras que encabezan el reconocimiento de nuestra peregrinación que se nos
entregó al final, recogen en concentrado, lo que ha sido para mí esta
peregrinación que me ha marcado profundamente desde distintos puntos de vista.
Fue experiencia de encuentro
personal con Jesús y de “conversión”, de comunidad con el grupo, de comunión
con los cristianos que desde siempre han venido a esta Tierra, de
descubrimiento de la realidad de los cristianos actuales de Tierra Santa. Dicho
de otra manera:Fue experiencia de
contacto con la realidad de la Encarnación en el tiempo y tierra de Jesús, en
el curso de los años en los peregrinos, hoy en este mismo lugar, experiencia a
la vez personal y comunitaria.
Que siempre podamos decir: ¡Señor,
llegamos! Aquí nos tienes. Jesús, eres este amigo de todas nuestras
peregrinaciones. Gracias. Amen.